Carmen Cuéllar: El racismo...¿Es absolutamente inextirpable[indéracinable]?... Trilogía de las ausencias...



PRESENTACIÓN DEL LIBRO: EL RACISMO, SUS RAÍCES, ¿ES ABSOLUTAMENTE INEXTIRPABLE [INDÉRACINABLE]? PUBLICADO POR ARTEFACTOS.*

*a cargo de Carmen Cuéllar

Inicio mi intervención recordando que el presente libro, recientemente salido del horno (2021), es la continuación escrita de un taller realizado en la ciudad de Saltillo Coahuila en noviembre de 2019, cuyas ponencias, en su momento, estuvieron a cargo de los autores del texto escrito que hoy nos ocupa. Lo señalo porque esta secuencia me indica, no sólo el deseo de ampliar a un público más amplio la discusión de los temas aquí tratados, sino que muestra también el esfuerzo de sus autores en llevar a la escritura una problemática que atañe al psicoanálisis y a su práctica.

 

Artículos de Alberto Sladogna: “El análisis, el analista, ¿Tienen Raíces?

 

Recientemente en una actividad virtual en la que participo cuyo título es: Leer en voz alta: José Attal, El pase, la tercera proposición de octubre de J. Lacan, a cargo de Alberto Sladogna, este último comentaba, en algún momento de la reunión, un rasgo característico de la enseñanza oral y escrita de Lacan: moviéndose en terrenos movedizos e incursionando en tesis novedosas que modifican planteamientos teóricos y clínicos que se suponían inamovibles, Lacan puede afirmar algo de lo que después se retracta, corrige, modifica, agrega elementos y términos que toma de otros campos disciplinarios, a veces alterando sus usos, olvida lo dicho para reformularlo de otra manera. Yo agregaría que, avanza como puede, pero avanza, y continúa en el intento de hablar y escribir sobre sus objetos, sus esquemas, sus fórmulas, sus diagramas.

Este comentario Sladogna lo cerró diciéndonos: ¿no es así en el ejercicio de todo análisis? Efectivamente, los sujetos hacen, hablan, relatan acontecimientos de su historia y de su vida, y en todo ese despliegue, cambian de dirección, corrigen, se olvidan de lo dicho o hecho, recuerdan algo que no estaba, introducen en sus vidas y en sus relatos nuevos acontecimientos, historias inéditas y cambiantes.

Este enlace que Alberto hizo -entre ciertos rasgos de la enseñanza de Jacques Lacan y el trayecto de un análisis- me parece pertinente retomarlo ahora en mis comentarios a su artículo, incluido en el libro que hoy nos ocupa: “El análisis, el analista, ¿Tienen Raíces?

 

En un primer acercamiento a su escrito me encontré confundida, desorientada, son muchas las referencias de las que hace uso. Menciono algunas: la psicopatología como una de las formas del racismo en el terreno “psi”; anécdotas de otros y propias; filmes y narraciones, algunas sostenidas en el mito o en el “se dice” -por ejemplo, el asunto de la hermana de Freud que, llegando al campo de concentración donde fue trasladada, dice al oficial de campo que había un error, que ella era hermana de Freud-;  las referencias a la historia de Max Graf interrogando a Freud sobre si educar o no a su hijo como judío; historias de analizantes ¡y sus sueños! en contextos de terror producidos por la dictadura militar argentina.

Agrego más elementos introducidos por Alberto: el asunto del shibbolet, clave de acceso o contraseña cambiante en la doctrina freudiana que permitía establecer quiénes pertenecían o no fieles a dicha doctrina y, por consecuencia, a la institución psicoanalítica; las reglamentaciones institucionales para acceder o no al lugar de psicoanalista y sus mecanismos compartidos con los modelos eclesiásticos, monárquicos y militares. Bien, hasta aquí, algunas referencias.

 Ahora bien, dentro de esa aparente “dispersión” inicial de mi lectura ¿cuál es la problemática que amarra o articula todas estas referencias? ¿cuál es, a mi entender, el cuestionamiento en el que, desde distintos ángulos, Alberto hace pasar en su texto?

Una primera respuesta la encuentro cuando nos dice: Propongo abordar el tema de las raíces, del racismo a partir del espacio abierto por las curas psicoanalíticas, los diversos abordajes del tema en su teoría, en particular, respecto de una pregunta: ¿Cuáles son las formas de la “reproducción” del psicoanalista?

El abordaje que realiza Alberto, tomando nota de la articulación, realizada por Lacan, entre el tema del racismo con el término raíz, le abre el espacio para desplegar sus propias interrogantes y tesis sobre las distintas modalidades de enraizamiento, modalidades de la pertenencia, la referencia, la identidad, la raza y la  hermandad, localizando las consecuencias que muchas veces esto implica: la exclusión, la segregación, la prohibición, el sometimiento y en muchas ocasiones el exterminio y la muerte.

Me detengo en algunos de sus planteamientos. Uno de ellos interrogando la frase: ¿“las raíces dan fuerza”? la reivindicación mítica o no de un origen, o de la hermandad ¿siempre funciona?

Ante la pregunta que el padre de Hans, Max Fraf, planteó a Freud, de si sería adecuado o no educarlo como judío y la respuesta que éste dio: ¡déjelo crecer como judío pues si los judíos son tan oprimidos que deben luchar tanto y producir el doble que los otros, usted le sacará a este chico mucho de esta energía! Alberto agrega: “Hoy, después de lo sucedido en los campos de concentración, se sabe que tanto quienes reconocieron o no sus raíces, no tuvieron muchas chances de hacer algo ante la barbarie, quienes lo hicieron protagonizaron algunas de las diversas insubordinaciones desplegadas en los campos de concentración

La apelación, la creencia en el apoyo a la raíz de la hermandad: “Soy hermana de Freud” cuando esta fue trasladada al campo de concentración de Treblinka, por desgracia, no sirvió de absolutamente nada.

Desde mi lectura el escrito sostiene, sobre todo, una pregunta y contornea, desde distintos ángulos, su respuesta: ¿cómo alguien ocupa el lugar de analista? ¿cómo alguien arriba a ocupar el lugar de analista? Preguntas que continúan problematizando los avances de Lacan sobre el lugar del acto analítico; su proposición del pase al lugar de analista, incluyendo lo que Alberto señala como una “extrañeza”: que recién nos hayamos enterado que la misma tenía una modelización no visible: el modelo IPA (Asociación Internacional Psicoanalítica).

 

Así mismo hace un seguimiento sobre algunos aspectos cruciales en la enseñanza de Lacan donde subraya la ausencia de raíz, la reinvención, la ausencia de antecedentes, la invención de objetos -ejemplo, el nudo borromeo-; los registros -simbólico, imaginario y real-; el desplazamiento de términos -psique, alma-. Subrayando que una “reinvención” es un acto que no tiene raíces previas en ese territorio que ella re-territorializa.

Finalmente, y sé que dejo muchos elementos del artículo sin abordar, agrego dos aspectos que me interesa resaltar:

El análisis que el autor hace de los efectos y fenómenos de odio, segregación y prohibición que se generan cuando se introducen elementos nuevos, sin raíz, sin herencia, sin antecedente. El ejemplo de ello, en el caso de las invenciones de Lacan, su exclusión de la IPA en 1953 y “El informe Turquet” de 1963.

El seguimiento y análisis que realiza Alberto de los lugares donde Lacan, como puede, habla del problema delicado de ¿cómo alguien obtiene la autorización para ocupar el lugar de analista? Apunta que el procedimiento del pase no pasa por establecer una autorización. Alberto recibe el misil lanzado por Lacan: autorizarse como analista no es un reclamar, clamar, declamar nada para esa autorización; no podrá reclamar que se analizó; que realizó supervisiones o análisis de control de tal o cual análisis que dirige, que tomó los seminarios que correspondían. Misil que Alberto dirige hacia los diagramas trazados por Picasso en su serie La guitarra ((1912-1913) diciéndonos que Picasso en su acto -subrayo la palabra acto- en su acto de pintar cortó de raíz con las guitarras…entre las formas anteriores y las guitarras de Picasso el acto produjo un agujero, una distancia no mensurable entre ellas. Picasso era pintor y al mismo tiempo era un pintor nuevo, diverso de los anteriores. Lo anterior para sostener que Lacan deja la demostración de lo nuevo a cada-acto-de pasar-al-lugar-de-analista. Es una mostración que carece de raíces.

Al inicio señalé la confusión y desorientación que me provocó la primera lectura que hice de este texto y la relacioné con un rasgo de la enseñanza de Lacan, comentado por él, por Alberto, quien lo remitió a la experiencia de todo análisis: los permanentes cambios de dirección en los dichos y el los hechos; la aparición abrupta de nuevos discursos, acontecimientos, recuerdos e historias abiertos a infinitos territorios sin bordes, tal y como ocurre en toda vida. Sin embargo, su texto, me parece, acota desde la experiencia del análisis, su interés por advertirnos el riesgo de apelar a cualquier tipo de modalidad de enraizamiento, de pertenencia, de referencia, de identidad, de raza.

 

 

 

 

 

 

 

 

Trilogía de las ausencias. Un ensayo fotográfico” Rebeca González, Diego Ortiz, Mauricio Ortiz.

 

Siete fotografías realizadas entre 2017 y 2019 en diferentes campos de concentración nazi, y un breve texto que no me censuro al decir que es estremecedor, al igual que se estremece la visión cuando se posa en las imágenes fotográficas.  

¿Se propone un acercamiento a la memoria de las atrocidades perpetradas? ¿Un impedimento al olvido que preserve el recuerdo del exterminio de millones de personas? Preguntas que los autores nos plantean, pero sobre todo se subraya que, en todo caso, lo que prevalece en esos sitios son las ausencias, las que nombran buenas ausencias de las vidas sacrificadas por motivos de purificación racial; y las malas ausencias, la crueldad, la idiocia. El vacío y el silencio ocupando todos los espacios, interiores y exteriores: “Un vacío y un silencio en los pasillos, en las veredas, hasta en el más apartado rincón: las ramas de los abedules, las vías del tren, la superficie despulida de los espejos o los mosaicos ajados de la morgue. Tumbas en el aire”.

Este ensayo fotográfico me evocó el libro Imágenes pese a todo del historiador del arte y teórico de la imagen, Didi-Huberman, donde el autor realiza el análisis de cuatro trozos de película arrebatados al infierno de los campos de concentración nazi. En este espacio retomo algunas frases de ese texto, que se activaron al mirar la serie fotográfica y leer el texto que los autores nos presentan en su ensayo.

Didi-Huberman nos dice: Para saber hay que imaginarse…no invoquemos lo inimaginable. Se trata de poder analizar la maquinaria de desimaginación fomentada por la propia organización de la “solución final”. Sus palabras plantean un NO a lo innombrable, lo indecible, lo inimaginable. Nos indica que, en cada producción testimonial, en cada acto de memoria, el lenguaje y la imagen son absolutamente solidarios y no dejan de intercambiar sus carencias recíprocas: una imagen acude allí donde parece fallar la palabra; a menudo una palabra acude allí donde parece fallar la imaginación.

La serie fotográfica aquí presentada, las imágenes con sus vacíos, oscuridades, indefiniciones, son sin embargo imágenes que, tomado las palabras de Didi-Huberman, son imágenes inadecuadas pero necesarias, inexactas pero verdaderas. Se trata de imágenes fotográficas que, precisamente por su “carencia visual” como se podría decir, lograr arrebatar un elemento del real, del real que en tanto imposible sólo se captura en fragmentos, en jirones, en objetos parciales (Didi-Huberman)

Son fotografías que, precisamente por sus carencias, por sus ausencias, nos permiten imaginar lo inimaginable, pensar lo impensable. Lo contrario a lo que comúnmente se dice cuando se está frente a frente dichas imágenes: eso es impensable, inimaginable, no hay palabras que pronunciar.

Los autores de este ensayo nos indican que algunas de estas imágenes son fotografías polaroid, y que debido a las condiciones ambientales de -20º C, adquirieron una coloración azul en el momento de ser reveladas (se refieren específicamente a las primeras tres fotografías de la serie realizadas en Auschwitz-Birkenau). De esta condición, es decir, el resultado de la coloración, los autores señalan una curiosa coincidencia: la anotación del pintor mexicano Yishai Jusidman quien señaló que, el azul de Prusia, es el color del rastro que deja el Zyklon-B, gas utilizado en las cámaras de exterminio nazi.

Subrayo lo de curiosa coincidencia ¿el azar? ¿lo contingente? No lo sabemos, lo que me parece interesante es su localización, la conexión que produjo en ellos, en los autores del ensayo fotográfico, el señalamiento de Yishai Jusidman con el color que se develó en sus fotografías.

Los autores señalan el vacío y silencio del espacio que ellos recorrieron; sin embargo, me pregunto: ¿esas fotografías, aún en su indefinición y sus oscuridades, no rompen, rasgan, desquebrajan parte de ese vacío y silencio?

 

 


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