Apantallar erótico, física cuántica, analista, análisis
¿Qué ocurre cuando se inicia un análisis? ¿Dónde queda la realidad previa a ese momento, durante ese momento y luego del mismo? El analista es un observador participante que modifica aquello que observa -empleando el verbo observar en su más amplio rango, no reduciéndolo solo a la visión-; al mismo tiempo ese observador participante ¿Quedará al margen de los efectos de lo que observa? Lacan en varios momentos de su enseñanza indico la existencia de las "formulas cuánticas" de la sexuación (9/04/1974) , habló también de "modo cuántico", su última modificación del tema de la llamada "transferencia" fue realizar un giro cuántico: se trata de un apantallar, de un apantallamiento ¿Qué es eso?
Luego de este vídeo corresponde c dar lugar al testimonio de José Attal respecto de este tema: Apantallar
Apantallar[1], esta palabra no
tiene nada que ver con el sentido trivial que se le atribuye de “hacer
pantalla”, y ese es justamente el asunto. Pero Lacan estaba lo suficientemente
al tanto de la física, y de la física cuántica, para no haber usado este
término a la ligera. A menudo pidió a sus alumnos que se pusieran al
corriente[2] de dicha física e incluso a menudo los alertó:
“Lo que ellos [los analistas]
soportan aún menos es lo inconmovible del UNO en la ciencia moderna, no que el
universo se mantenga por él, sino que la constancia de la energía constituye su
pivote hasta el punto de que incluso los repudios de la univocidad de parte de
la teoría de los quantas no refutan esta constancia única, e incluso que la probabilidad promueva el UNO
como el elemento más próximo de la naturaleza, lo que resulta cómico”[3].
Igualmente en L’étourdit escribe
la locución “modo cuántico” para calificar su gesto:
“Aquí enseño mis cartas al
plantear el modo cuántico bajo el cual la otra mitad, mitad de sujeto, se
produce mediante una función para satisfacerla, o sea para completarla con su
argumento”[4].
La física cuántica difiere
seriamente de la física clásica. La ciencia “moderna” se funda en
la idea de una separación total entre el sujeto-conocedor y la Realidad,
supuestamente completamente independiente del sujeto que la observa, y se da
por postulado fundamental (entre otros) la existencia de leyes universales de
carácter científico. El éxito de esta física clásica, desde Galileo hasta
Einstein, pasando por Kepler y Newton, al confirmar la exactitud de los tres
postulados de base[5], al mismo tiempo contribuyó a la instauración de un
paradigma de sencillez que se volvió predominante después del siglo XIX. La
verdadera cuestión es la incompatibilidad entre el realismo clásico y el
realismo cuántico. ¡No hay que confundir Einstein con Heisenberg![6]
El objeto clásico está localizado
en el espacio-tiempo, mientras el objeto cuántico no está localizado en el
espacio-tiempo. Evoluciona en un espacio matemático abstracto, regido por el
álgebra de los operadores y no por el álgebra de los números. En la física
cuántica, la abstracción ya no es un simple medio de descripción de la realidad
sino una parte constitutiva de la realidad misma. La física clásica está
fundada en la idea de continuidad, en acuerdo con la evidencia proporcionada
por los órganos de los sentidos. La objetividad de la física clásica está
fundamentalmente ligada con el conocimiento de un objeto que evoluciona en el
tiempo de una dimensión y en el espacio de tres dimensiones. El papel central
del espacio-tiempo de cuatro dimensiones no es alterado por las dos teorías de
relatividad, restringida y general, de Einstein, que constituyen el apogeo de
la física clásica.
La mecánica cuántica es una
ruptura total con la mecánica clásica. Según el descubrimiento de Planck, la
energía posee una estructura discreta, discontinua. La discontinuidad significa
que entre dos puntos no hay ni objetos, ni átomos, ni moléculas, ni partículas,
justamente nada. E incluso la palabra “nada” es demasiado. Una cantidad física
posee, según la mecánica cuántica, varios valores posibles, afectados por
probabilidades bien determinadas. Pero, en una medida experimental se obtiene,
evidentemente, un único resultado para la cantidad física en cuestión. Esta
abolición brusca de la pluralidad de valores posibles de un “observable”
físico, por el acto de la medición, tenía una naturaleza oscura, pero ella
indicaba claramente la existencia de un nuevo tipo de causalidad.
Las célebres relaciones de
Heisenberg[7] muestran, sin ninguna ambigüedad, que es imposible localizar un cuanto
en un punto preciso del espacio y en un punto preciso del tiempo. Dicho en
otros términos, es imposible asignar una trayectoria bien determinada a una
partícula cuántica. El indeterminismo que rige a la escala cuántica es un
indeterminismo constitutivo, fundamental e irreductible que no significa en
absoluto azar o imprecisión.
Las así llamadas paradojas
cuánticas (como, por ejemplo, la famosa paradoja del “gato de Schrödinger”) son
falsas paradojas, porque revelan contradicciones exclusivamente con respecto al
lenguaje natural, cotidiano, que es el del realismo clásico; dejan de ser
paradojas cuando el lenguaje propio de la mecánica cuántica es utilizada. Si
son instructivas cuando se desea mostrar la incompatibilidad entre el realismo
clásico y el realismo cuántico, estas paradojas se vuelven inútiles en el
contexto de las ideas cuánticas.
Lacan habló mucho de ellas con
regularidad, no voy a dar las citas, esencialmente alrededor del año 1973[8].
Lo que tiene de particular la mecánica cuántica que resuena con nuestras
preguntas sobre el psicoanálisis es que anula la distinción objetivo-subjetiva,
ella anula la separación sujeto-objeto y sobre todo establece que cualquier
tentativa por conocer el valor de un parámetro tiene por consecuencia la perturbación
más o menos previsible, más bien imprevisible, de todos los parámetros del
sistema. Esto señala hasta qué punto el experimentador se encuentra tomado por
la acción misma de la experimentación y ya no está a distancia como en la
física clásica. Es más o menos el mismo distingo que en los grandes debates en
torno al psicoanálisis en cierta época, entre los que sostenían que el
psicoanalista debía mantenerse a distancia de su analizante, contentándose de
manera casi científica con interpretar sin concernirse en lo más mínimo por su
acto (la supuesta neutralidad benévola) y lo que Lacan introdujo más tarde,
otra posición del psicoanalista en la cual tiene a su cargo la mitad misma del
síntoma de su analizante, en el sentido en que él es, de cierta suerte, su otra
mitad y así él está implicado en la operación, no está a distancia.
Cuando Heisenberg se interesa en
el cambio que afecta nuestras representaciones de la realidad, él plantea que
todo concepto de realidad es “la expresión de una época y de los deseos de esta
época” y “en la historia de los hombres se desprenden claramente diferentes
épocas en las que la estructura de la realidad ha sufrido cambios”. La
definición de la realidad como una fluctuación continua de la experiencia
adquiere todo su peso, es preciso suprimir toda distinción rígida entre sujeto
y objeto, es preciso ampliar la significación del término de realidad,
liberándolo de su referencia privilegiada a la exterioridad del mundo material.
El término de realidad designa, entonces, el conjunto de conexiones que se
entrelazan y sostienen nuestra vida y que extraemos de la fluctuación continua
e indefinible en ella misma de nuestra experiencia. Pero, entonces, la cuestión del lenguaje es planteada de
paso, lo que no escapa a Lacan en este punto:
“Pues nada de lo que yo podría
escribirles en el tablero de las fórmulas generales que ligan, al punto en el
cual estamos, la energía a la materia, por ejemplo la última fórmula de
Heisenberg, nada sostendría todo eso si no lo sostengo de un decir que es el de
la lengua y de una práctica que es la de la gente que da órdenes en el nombre
de cierto saber”[9].
Resumamos: la realidad no es sin
el nombre que damos a la fluctuación continua de nuestra experiencia,
aprehendemos esta fluctuación dividiéndola en regiones por medio de la
elaboración de diferentes lenguajes; esta disposición de las regiones depende
de decisiones tomadas por las comunidades humanas en nombre de criterios de
valor.
La mecánica cuántica crea un
contexto nuevo para el uso de palabras como subjetividad y objetividad y por
ello mismo ha conferido un fundamento nuevo al uso de palabras tales como
conocimiento y creencia (la creencia no se da solamente en el dominio
religioso). El conocimiento no es, sin duda,
en última instancia, nada más que esta disposición, insiste Heisenberg.
El concepto de realidad se
convierte en el producto, en cada época, de la división en regiones que es
adoptada, hay una historia de la realidad, hay una historia de la verdad y hay
una historia de la objetividad.
Las regiones de realidad son
diferenciadas, ya no de manera grosera entre subjetivo y objetivo, sino de
acuerdo con la incidencia del proceso de conocimiento sobre la determinación
del objeto. Ya no se trata de objetivar
haciendo abstracción del método mediante el cual alcanzamos un conocimiento
hacia lo que no puede ser objetivado; la condición consiste en tomar en
consideración este método mismo.
Heisenberg no habla
explícitamente de “resistencia” en relación con la realidad, pero su sentido
está plenamente presente: “[…] la realidad de la que podemos hablar – escribe
Heisenberg – no es nunca la realidad “en sí”, sino solamente una realidad de la
que podemos tener un saber, incluso en muchos casos una realidad a la cual le
hemos dado forma”. La realidad, estando en fluctuación constante, todo lo que
podemos hacer es practicar cortes gracias a nuestro pensamiento, extrayendo
procesos, fenómenos, leyes. En este contexto, está claro que no puede haber
completud: “No se puede jamás alcanzar un retrato exacto y completo de la
realidad” – escribe Heisenberg. Él afirma también que es preciso poner fin a la
referencia privilegiada a la exterioridad del mundo material y que la única
manera de aproximarse al sentido de la realidad es la de aceptar su división en
regiones y niveles.
“Mediante la expresión de ‘región
de realidad’ […] entendemos […] un conjunto de conexiones nomológicas” –
escribe Heisenberg. Estas regiones son engendradas por grupos de relaciones.
Ellas están imbricadas, ajustadas, encabalgadas, entrecruzadas, respetando, de
todos modos, el principio de no-contradicción.
Heisenberg es totalmente
consciente de que la simple consideración de la existencia de regiones de
realidad no es satisfactoria porque eso equivaldría a poner en el mismo plano
la mecánica clásica y la mecánica cuántica. Esta es la razón esencial que lo
lleva a reagrupar estas regiones de realidad en niveles diferentes de realidad.
Él propone, entonces, tres niveles de realidad que corresponden a un cierto
modo de objetivación: “Está claro – escribe él – que la disposición de las regiones debería
sustituirse a la división grosera del mundo en una realidad subjetiva y una
realidad objetiva y desplegarse entre estos polos del sujeto y del objeto de
tal suerte que en su límite inferior se encuentren las regiones en las cuales
podemos objetivar de manera completa. Enseguida, deberían agregarse las
regiones en las cuales los estados de las cosas no pueden ser completamente
separados del proceso de conocimiento a través del cual alcanzamos a
plantearlos. En fin, debería situarse muy por encima el nivel de realidad en el
cual los estados de cosas sólo son creados en conexión con el proceso de
conocimiento”. Es preciso entender por nivel de Realidad un conjunto de
sistemas invariante ante la acción de un número de leyes generales: por
ejemplo, las entidades cuánticas sometidas a las leyes cuánticas, las cuales se
encuentran en ruptura radical con las leyes del mundo macrofísico. Es decir que
dos niveles de Realidad son diferentes si, al pasar de uno a otro, hay ruptura
de las leyes y ruptura de los conceptos fundamentales (como, por ejemplo, la
causalidad).
- primer nivel de realidad: es el de
los estados de cosas objetivables independientemente del proceso de
conocimiento
-segundo nivel de realidad: estados de
cosas inseparables del proceso de conocimiento
- tercer nivel de realidad: estados de
cosas creados en conexión con el proceso de conocimiento.
Más allá de la analogía
fuertemente sugerida con los tres géneros de conocimiento de Spinoza (de los
que Heisenberg no habla explícitamente) se ve que un mismo nivel de realidad
puede contener varias regiones de realidad, es decir varios sistemas de
concepto. Se ve también la importancia de hacer que la palabra proceso incluya
el acto mismo de observación y de intervención.
El famoso manuscrito de 1942, que
se proponía ante todo para pensar en todos sus aspectos su oposición al
nazismo, va a situar tres momentos en el avance de Heisenberg.
- El primer momento puede
concebirse como el de una redefinición del concepto de realidad fundada en la
crítica de la distinción sujeto-objeto. La mecánica cuántica suprime la
distinción sujeto-objeto.
- El segundo momento es la
sustitución de una filosofía del lenguaje a la problemática de la teoría del
conocimiento proveniente del racionalismo moderno.
- El tercer momento es la
introducción de la noción de disposición de la realidad que conduce a la idea
de una historia de la objetividad y que propone las condiciones en las cuales
la realidad se dice. Ya no hay oposición objetivo/subjetivo.
Se puede interpretar la
incompatibilidad entre la mecánica cuántica y la mecánica clásica como
significando la necesidad de ampliar el campo de la realidad, al abandonar la
idea clásica de la existencia de un único nivel de realidad. La discontinuidad
que se ha manifestado en el mundo cuántico se manifiesta también en la
estructura de los niveles de Realidad, por la coexistencia del mundo
macrofísico y del mundo microfísico. Gracias a la noción de niveles de
Realidad, la Realidad adquiere una estructura multidimensional y multi
referencial. También, los niveles de Realidad permiten definir nociones útiles
como niveles de lenguaje, niveles de representación, niveles de materialidad o
niveles de complejidad. Cada nivel de Realidad posee su espacio-tiempo
asociado. Así, el nivel de Realidad clásica está asociado con el espacio-tiempo
de cuatro dimensiones, mientras que el nivel de Realidad cuántica está asociado
con un espacio-tiempo de más de cuatro dimensiones.
Un nuevo Principio de Relatividad
emerge así en cuanto a la Realidad: ningún nivel de Realidad constituye un
lugar privilegiado desde el cual se pueda comprender todos los demás niveles de
Realidad. Un nivel de Realidad es lo que es porque todos los demás niveles
existen a la vez. Dicho en otros términos, nuestro modelo no es jerárquico. No
hay nivel fundamental. Pero, la ausencia de fundamentos no significa una
dinámica anárquica. Los fundamentos son reemplazados por la dinámica solidaria
y coherente de todos los niveles de Realidad ya descubiertos o que serán
descubiertos en el futuro. La filosofía del lenguaje en Heisenberg esclarece de
una manera particularmente pertinente este Principio de Relatividad.
Cada nivel de Realidad se
caracteriza por la incompletud:
Como lo escribe Catherine
Chevalley, en su excelente introducción al Manuscrito, el eje del pensamiento
filosófico de Heisenberg está constituido por “dos principios directores: el
primero es el de la división en niveles de realidad, correspondientes a
diferentes modos de objetivación en función de la incidencia del proceso de
conocimiento, y el segundo es la eliminación progresiva del papel desempeñado
por los conceptos de espacio y de tiempo corrientes”.
Para Heisenberg, la realidad es
la fluctuación continua de la experiencia tal como la aprehende la conciencia.
A este título, nunca es por entero identificable con un sistema aislado. La
realidad no puede reducirse a la sustancia.
Catherine Chevalley subraya que
Heisenberg suprime la distinción rígida entre “ciencias exactas del mundo real
objetivo y ciencias inexactas del mundo subjetivo” y él rechaza “toda jerarquía
fundada en el privilegio de ciertas formas de conexiones nomológicas, o en una
región de lo real considerada como más objetiva que las demás”.
El efecto George Clooney
Que yo sepa, Lacan utiliza cuatro
veces la palabra “apantallar”, cuatro veces solamente en el conjunto de sus
seminarios. Por intermedio de Internet y de una incursión en un chat entre
físicos, uno de ellos, jefe de trabajos, respondió de esta manera al neófito
que soy: “La respuesta que doy no debe considerarse como viniendo de un
especialista, el término apantallamiento no es verdaderamente propio de la
física cuántica pero se encuentra la mayor parte del tiempo en problemas
electroestáticos. Una carga eléctrica, positiva por ejemplo, produce un campo
eléctrico decreciente, a la inversa de la distancia de esta carga. No obstante,
si esta carga es colocada en un medio negativo, tal como uno de electrones,
éstos tendrán tendencia a acumularse un poco más en proximidad de la carga
positiva (por atracción llamada coulombiana) y, por tanto, van a apantallarla
por su propio campo. Es decir que el campo comprobado decrece más que a la
inversa de la distancia”.
Aún así, esto no dice por qué los
físicos eligieron esta palabra en vez de otra. De hecho, ella viene de la
palabra inglesa “screening” y, como de costumbre, la forma progresiva inglesa
impide menos la diversidad de sentido que el francés. En francés, se piensa
inmediatamente, debido a la expresión “hacer” pantalla, en el sentido de la
pantalla que hace barrera, obstáculo, cerco para atravesar, si no habría que
decir, por ejemplo, fijar una pantalla, llevar anteojos protectores, etc., para
dar cabida a otras cosas, seleccionar, cribar, filtrar…
La atracción no es inversamente
proporcional al cuadrado de la distancia cuando los elementos están cargados.
Cuando hay dos elementos, uno positivo, uno negativo en un campo, y cuando son
atraídos, hay una regulación a cierta distancia, eso produce algo. Y todo eso
está en movimiento, no es fijo.
Si hay dos masas que, según las
leyes de Newton, se supone que se atraen de manera inversamente proporcional al
cuadrado de su distancia – esa es la fórmula clásica – pero que, además están
cargadas, iones, electrones, entonces de súbito, los campos se modifican,
puesto que hay el campo eléctrico que viene a agregarse al campo de
gravitación. Esto sería responsable de este surgimiento del apantallamiento.
Visiblemente es una palabra muy
corriente entre los físicos; por ejemplo, el vacío cuántico, que es un vacío
poblado de estados virtuales que una excitación puede revelar (es el principio
de la aparición de las parejas partícula-antipartícula), el vacío cuántico, por
tanto, se comporta como medio polarizable capaz de apantallar la acción de los
objetos que codea. El apantallamiento es un principio de interacción, un
fenómeno dinámico que pone en juego la buena distancia a partir de un elemento
al atraer uno o varios otros de signo opuesto y cuya consecuencia es la
polarización del medio.
Por tanto, no sucede lo mismo si
son dos masas las que se atraen o si son dos masas cargadas las que se atraen,
pero con la condición de estar a la buena distancia. Una amiga, virtuosa del
net, a quien yo le pedía ayuda y que quiso darme enlaces de chats de físicos,
recibió a guisa de ilustración de esta cuestión un apólogo sensacional,
inventado especialmente para ella: Uno de ellos en efecto escribió esto: “He
aquí lo que voy a llamar el efecto George Clooney en un bar. Es una dama la que
habla y ella dice: ‘Hay tanta gente en el bar que si tu estás lejos de George,
él está completamente rodeado y ya no lo ves. Por tanto, tú no estás subyugada
por su sex-appeal. En cambio, si tú estás lo
suficientemente cerca, tú puedes verlo y ser atraída. Mientras más te
acercas, más lo ves, más eres atraída’”. El sex-appeal es más interesante que
las cargas, pero desde el principio, la dama está ya “cargada”: potencialmente
George Clooney podría gustarle.
El ejemplo es interesante porque
no hay George Clooney sin la dama al mismo tiempo, y no hay Clooney apantallado
si no hay también varias damas en el bar. Si hay demasiadas damas en torno a
Clooney, el encanto de Clooney se difunde entre las damas cercanas, pero no le
alcanza a ella porque está demasiado lejos, hay demasiado filtro. Ella no es
atraída, por más que esté cargada. Entonces ella tiene que llegar al lugar
donde ella comienza a verlo, ella se le acerca, ella está cada vez más atraída,
y el apantallamiento ocurre cuando ella es atraída al punto máximo… cuando el
sex-appeal comienza a funcionar en directo y al máximo. Al punto más extremo
para ella, hay una regulación del límite, una regulación en movimiento. Pero no
hay Clooney si no hay la dama, él no existe sino porque hay fans… y mujeres.
Es un apólogo soberbio, pero que
tiene un pequeño defecto. En efecto, los elementos no pueden verdaderamente
funcionar entre dos como lo sugiere la analogía, la dama y Clooney, es preciso
que haya mucha gente en el bar. Son varios elementos los que confluyen para constituir
este fenómeno del “apantallar”. Pero posee la ventaja de hacer bien comprender
que la persona de Clooney no hace pantalla, barrera a lo que él dice o hace; es
incluso todo lo contrario, la persona de Clooney crea una atracción, una
tensión hacia él, hacia lo que está haciendo y esta tensión tiene una
regulación de los límites que se llama apantallamiento.
Lo que quiero mostrar es que
cuando Lacan habla de su futuro viaje a Caracas y dice “cuando mi persona no
apantalle lo que enseño”, eso no significa de ninguna manera, como se lo
lee lo más frecuentemente “cuando mi
persona no haga pantalla a lo que enseño”. Resulta que este contrasentido,
“apantallar” en el sentido de “hacer pantalla”, conlleva una dimensión doctrinal
errónea y cuyas consecuencias son importantes.
Uso y utilización del
apantallamiento por Lacan
Lacan utiliza este término
“apantallar” cuatro veces en toda su obra, al parecer; por tanto conviene ahora
ir a ver si este uso siempre es el mismo y en el mismo sentido.
El 8 de marzo 1967
La primera vez cuando aparece
esta palabra es en el seminario La lógica de la fantasía en la sesión del 8 de
marzo 1967. Es una sesión en la que Lacan retoma una vez más el problema del
acting out. Él habla de su método como el que permite cortar el paso a que la
presencia del sujeto en el campo analítico introduzca allí lo falaz, la
falsedad. Y él insiste en el hecho de que es justamente en el campo que es el
del psicoanalista donde las falacias del sujeto
lograrán mejor resistir. Citemos:
“Quiero decir que lo que se puede
llamar la resistencia de los psicoanalistas mismos a lo que es su propio campo
es quizá lo que aporta el testimonio más notorio de las dificultades que se
trata de resolver. Quiero decir: de su estructura misma”.
Él va a desarrollar que la
“situación analítica”, la “relación analítica” constituyen el terreno sobre el
cual se producen, para el analista, estas resistencias, una cierta manera de
querer apreciar la realidad. La “situación analítica”, la “relación analítica”
dan lugar a cantidades de desarrollos que se prestan “para permitirnos, dice
Lacan, eludir la cuestión de lo que concierne al acto analítico”.
Previamente, él ha hablado de los
oyentes de la trilogía trágica de Claudel que oyen a través de ciertas
pantallas, pero que son oyentes que parecerían no deber ser incomodados por
esta pantalla, a saber oyentes no religiosiadas de antemano, dice él, “que
parecen, de la misma manera no querer oír nada de lo que se trata
precisamente”. Allí tenemos un uso de la palabra “pantalla” como “filtro”,
screening (es una sesión en la que el inglés y el franglés tienen mucha
importancia, en la que Lacan declara que no se puede traducir to act out, o
acting out).
Es también una sesión en el curso
de la cual Lacan insiste sobre la importancia del uso de las matemáticas en
psicoanálisis, y hace saber - de paso -
a aquellos que tendrían una duda sobre la exactitud matemática de los elementos
utilizados, dado su aspecto parcial, que
ellos pueden ir a verificar que han sido correctamente tratados. Pone a los
burlones de su lado al criticar una agudeza de uno de sus alumnos, “la próxima
vez que iré a coger, no deberé olvidar mi regla de cálculo”, todo esto para
hacer valer la dimensión de acto, tanto del acto analítico como del acto
sexual.
Con la salvedad de que él toma la
precaución de decir “tenemos que andar con cuidado con el acting out”, no “como
rinoceronte en un almacén de porcelana”. ¿Cómo la intervención del
psicoanalista en la situación analítica, dicho de otro modo, cómo la interpretación
podrá tener “alguna relación con lo que considero como absolutamente no
definido, a saber el acto analítico”?
Citemos el pasaje entero:
“El acto analítico, claro está,
se dirá, es la interpretación. Ciertamente, la interpretación es con seguridad
una manera cada vez más creciente en el sentido de la decadencia – respecto a
lo que parece más difícil, en la teoría, articular alguna cosa -, por el instante no haremos más que tomar acta
(es el caso de decirlo) de esta deficiencia, y observemos que, de una manera
que no deja de conllevar, debo decirlo, alguna promesa, de todos modos tenemos
algo de lo presente en la teoría que conjuga la función del analista (no digo
la relación analítica para la cual acabo muy exactamente de dirigir mi índice
para decir que ella posee, en esta ocasión, una función de apantallamiento) que
la función analítica, por tanto, está en la cercanía de algo que es del
registro del acto”.
Para ir rápido, diría que esta
promesa Lacan va a situarla del lado de una clínica que no desconoce el objeto
a. En este primer ejemplo, vemos la
dificultad que hay para leer esta palabra “apantallamiento”. A mi juicio, está
totalmente ligada a las maneras sucesivas que tiene Lacan de siempre abordar
ese mismo caso de Ernst Kris del “Hombre de los sesos frescos”. La dificultad
de lectura puede enunciarse así: o bien se lee que tomar en cuenta la situación
analítica “hace pantalla”, impide la interpretación correcta, y que no se la
tiene en cuenta, en suma se haría caso omiso de ella, para ir a lo que está
“detrás”, lo que está “recubierto”, en fin, todos los malentendidos que hacen
del inconsciente una instancia, o bien se lee que la situación analítica posee
una función de apantallamiento, de acuerdo con la definición que acabamos de
dar, es decir que el apantallamiento es una organización, una polarización, una
configuración de las resistencias, y en particular las del analista, y que este
apantallamiento precisamente ha de ser tenido en cuenta, sin por tanto producir
una interpretación que sería una apreciación de esta situación, este es el
terreno imaginario de la cura que está ahí y que está en juego en la producción
de una interpretación que es de otro orden, de cierta manera, en particular la
puesta en juego de la suposición del sujeto supuestamente sabedor.
En la medida en que Lacan
insistió en la sesión para decir que él daba la impresión de utilizar trucos
matemáticos elementales, pero si se quería verificar, ello se sostenía en las
matemáticas de manera más amplia, se puede de todos modos suponer que el
término “apantallamiento” le había sido proporcionado, quizás justamente por la
física cuántica, de la que ocasionalmente hablaba como lo hemos visto, lo que
vuelve, en efecto, particularmente interesante la introducción de este
“apantallamiento”, con respecto al problema planteado, vuelto a plantear por
él, de la intervención de Kris.
El 9 de octubre 1967
La segunda vez que Lacan utiliza
el término ocurre algunos meses más tarde, en la Proposición sobre la passe, la
que fue presentada oralmente el 9 de octubre l967, la Primera Proposición del
psicoanalista de la Escuela. No se encuentra en la segunda, la que fue escrita
y publicada en el primer número de la revista Scilicet. La frase es un poco
complicada de desplegar. Se trata de la operación del pasaje
analizante/analista y este pasaje tiene que ver con la función de
apantallamiento. Es tomado en la pregunta que Lacan se plantea en esta primera
proposición: ¿cómo aquel que hace la passe, que supera la passe y que al mismo
tiempo la constituye, cómo puede él testimoniar de lo que ella es? Lacan
combate aquí el punto de vista que consistiría en decir que el analizante
termina su análisis y que el analista sale indemne, la famosa “liquidación” de
la transferencia. Para ello tiene frases muy interesantes, por ejemplo:
“Sólo hay que tener presente que
respecto al psicoanalizante, el psicoanalista, y a medida que estamos más
avanzados en el fin de partida, está en posición de resto hasta el punto de que
es, en efecto, a él a quien apelaríamos, con una denotación gramatical que vale
mil, el participio pasado del verbo, que
convendría más bien en este extremo”.
O aún:
“Por lo que el psicoanalista ha
dejado obtener al psicoanalizante del sujeto supuestamente sabedor, es a él a
quien le incumbe perder el agalma. Fórmula que no nos parece indigna de ocupar
el lugar de la fórmula de la liquidación - ¡término cuán fútil! – de la
transferencia, cuyo beneficio principal es, a pesar de la apariencia, de
siempre remitir, en últimas, la falta al pretendido paciente”.
Y esto ocurre en el momento que
Lacan llega a hablar del psicoanalista como gozne, en el momento que evoca el
deseo del analista. “Pero, ¿no es allí cuando es ofrecido al psicoanalizante
ese giro de más en el doblaje que nos permite engendrar entonces el deseo del
analista?” y dice:
“Sin embargo, antes de dar ese
paso, el de la passe, no dejemos escapar esta alternancia de la que nuestro
discurso se vuelve síncope al hacer apantallarse el uno y el otro”.
[el uno y el otro analizante /analista] y él agrega:
“¿Dónde mejor comprobar la no
intersubjetividad?”
Si se hace una lectura rápida, se
puede creer que el hecho de que él agrega aquello de “¿dónde mejor comprobar la
no intersubjetividad” viene a confirmar el sentido de apantallamiento como
“hacer pantalla”. No hay comunicación entre dos sujetos, no hay reciprocidad.
No obstante, no es porque haya pantalla. En este punto, el apantallamiento, tal
como intento presentarlo aquí, se vuelve muy esclarecedor. Hay una alternancia
de la polarización, tanto por el uno como por el otro, como si la polarización
de las cargas alternara, arrastrando en esta vuelta un torbellino de las
resistencias, una configuración cada vez nueva en el sentido de que ello se
orienta de manera diferente en un campo que es modificado cada vez de nuevo. Es
vectorizado, y en absoluto de modo lineal. Es un campo estructurado por
fuerzas, provenientes de las cargas de las personas, que no son neutras, para
guardar el vocabulario de la física. No se puede decir que el método de Lacan
sea pedagógico.
23 de abril 1969
Pasemos a la tercera ocurrencia,
en el seminario De un Otro al otro, la sesión del 23 de abril 1969. El uso del
término de “apantallamiento” aquí se vuelve verdaderamente claro porque Lacan
evoca el objeto topológico que permite situarlo. Doy algunos puntos de referencia
de la sesión.
Como preámbulo, él le da palo a
los autores de un libro que acababa de aparecer, L’univers contestationnaire,
de dos psicoanalistas, que habían creído poder utilizar la teoría
psicoanalítica para analizar “la realidad” de la contestación estudiantil de
mayo 68. Nada, nada que ver con el método de Lacan. Y él continúa recordando
que en su grafo, la línea en forma de anzuelo, al recortar las dos líneas
horizontales del enunciado y de la enunciación, delimita los intervalos donde
se sitúan las “formaciones propiamente hablando imaginarias, especialmente la
función del deseo en su relación con la fantasía, y la del yo en su relación
con la imagen especular” y que los registros de lo simbólico, “en la medida en
que se inscriben en las dos líneas horizontales, no dejan de tener relación
con, no dejan de hallar soporte en la función imaginaria”, pero la doctrina
freudiana que es, dice él, racionalista, este: “no dejan de tener relación
con”, debe permanecer limitado, es decir articularse en proposiciones
defendibles, en el nombre de cierta reducción lógica, que permite seleccionar
lo que puede ser admitido o, al contrario, excluido. No hay, por tanto, la menor
libertad de pensamiento y él agrega:
“El pensamiento, dice Freud,
impide el acceso al saber. ¿Tengo necesidad de recordar aquello de lo que se
trata en el inconsciente, a saber, cómo se ha pensado el primer acceso a un
saber? La Selbstbewusstsein de Hegel es el “yo sé que pienso”, el trauma
freudiano es un “yo no sé”, el mismo impensable, puesto que supone un “yo
pienso” desprovisto de todo pensamiento”.
Y es ahora cuando utiliza el
término de apantallamiento:
Es ya en contra de la división
que implica ese “yo no sé”, que el mero hecho de la presencia de la negación
pone en suspenso, si puedo decirlo, pero justamente no lo digo, es un “yo no
sé” que el “sé que pienso” está hecho para apantallar de modo definitivo. Por
tanto, la verdad ya no es el lugar donde realmente está ese “…que yo pienso” en
Hegel, la verdad, la designación del lugar donde ese “…que yo pienso” es
motivado.
Enseguida, Lacan desarrolla que
en el lugar donde “eso no quiere decir nada” gobierna un “eso quiere decir” de
reemplazo, que la articulación freudiana es precisamente ese “yo no sé”, que
por el hecho que de que está radicalmente olvidado no puede volver a su lugar,
es imposible, es el pensamiento-censura, dice él, o la supuesta-pensura (“censée-pensure”).
Entonces, este “radicalmente
olvidado” podría, una vez más, hacer interpretar el apantallamiento como
cortina, pantalla total como se dice en cosmética. En absoluto, justo por
debajo de la línea donde, en la estenotipia del seminario, está escrito ese
“radicalmente olvidado” Lacan ha agregado a mano, “ver la botella de Klein”.
Porque, en efecto, esto es lo que va a desarrollar un poco más lejos y tenemos
el comentario, a mi juicio, sin equívoco del término de apantallamiento, puesto
que volvemos a encontrar el término utilizado por los físicos respecto a la
determinación de una estasis del límite cuando, de cierto modo, la dama se
encuentra “a la buena distancia” de George Clooney. He aquí lo que Lacan dice:
“Pues supongan que la estructura
sea efectivamente aquí la de la botella de Klein, que el límite sea
efectivamente ese lugar de reversión, donde lo que era el frente se convierte
en el revés e inversamente, donde aparentemente la verdad está separada del
saber, que nos baste pensar que este límite no es fijo, que él está por su
naturaleza en todas partes, a saber que la cuestión se plantea para nosotros de
cómo hacer para que esta división entre la verdad y el saber no se adhiera a un
punto fijo puramente imaginario; y es esto de lo que los psicoanalistas se
contentan, por falta de haber siquiera sugerido el problema, con dar una
demostración bajo esta forma de no poder en absoluto desprenderse de cierta
estasis de este límite”.
Volvemos a hallar esta
articulación entre el apantallamiento y la clínica “con a minúscula” que
necesita de esta alternancia, de este “gozne” del que es cuestión en la
Proposición sobre “la passe”[10]. Lacan va a continuar la sesión al decir que
las curas que se limitan al agotamiento de las identificaciones del sujeto no
por ello resolverán lo que constituye el nudo del neurótico. Es imposible en
este caso que el analista vaya hasta convertirse en “la mirada y la voz de su
paciente”, dice él.
10 de junio 1980
Y para terminar con las cuatro
ocurrencias de “apantallamiento”, la cuarta está, como ya lo había observado,
en Dissolution, en la sesión cuando anuncia su partida para Caracas, en la que
anuncia el título del seminario – declarado a posteriori. Todo este movimiento
de disolución debe remitirse a lo que es el acto analítico. ¿Fue al hacer las
tres primeras sesiones del seminario cuando la disolución de la EFP le vino a
la cabeza? No era algo previsto por anticipado,
ello salta a la vista en la misma disparidad entre las tres primeras
sesiones y las restantes.
Esta cuarta vez, en Dissolution,
no carece de consecuencias, como lo vamos a ver. Retomaré aquí, a título
solamente de contra ejemplo[11], un libro publicado hace algunos años en su
traducción francesa, enteramente orientado por el “hacer pantalla” en el lugar
mismo de “apantallar” y que, a mi juicio, va a indicar la orientación de esta
obra en una contravía interesante, en la medida en que nos indica, justamente,
un punto fuerte del desarrollo de las resistencias de los psicoanalistas al
psicoanálisis[12]. He aquí la cita traducida de
nuevo al francés:
“Estos latinoamericanos, como se
dice, que nunca me han visto, a diferencia de los que están aquí, ni me han
escuchado de viva voz, pues bien, esto no les impide ser lacanianos.
Parece que más bien eso les
ayuda. Soy transmitido allá por escrito, y parece que allí tengo descendencia.
En todo caso, eso creen ellos.
Es seguro que allí está el
porvenir. Y es por ello que me interesa ir allá.
Me interesa ver lo que sucede
cuando mi persona no hace pantalla a lo que enseño. Es probablemente benéfico
para mi matema”[13].
En otros términos, lo que es
propuesto allí es una concepción del inconsciente como instancia; quiten la
pantalla, levanten el velo y la cosa está allí detrás. No hay que producir la
cosa, ya está allí.
Primer contra-ejemplo:
En apoyo de esta tesis, el autor
convoca al estructuralista Claude Lévi-Strauss a quien presenta así:
“Lévi-Strauss, consultado hace poco respecto a este asunto, se mostró distante
del pesimismo de 1956 y, con un optimismo semejante al de Lacan en ruta para
Caracas, convino en que la posibilidad de que el paso al escrito pudiera actuar
como el filtro de la pasión de los seminarios”.
Ahora bien, ¿qué dice
Lévi-Strauss? Lo contrario.
“(…) mi sentimiento [al observar
el público del seminario] era que eso no se producía únicamente por aquello de
lo que trataba Lacan, por lo que él decía a su auditorio, sino también por otra
cosa extraordinariamente difícil de describir, de imponderable: su persona, su
presencia, el timbre de su voz, el arte con la cual la hacía jugar. Detrás de
lo que llamo la comprensión y que permanecería intacto en un texto escrito[14]
intervenía una multitud de otros elementos”.
Lévi-Strauss, recopilador de las
versiones de transmisión oral de un mismo mito, se sitúa en otro plano. El
texto fija una transmisión, mientras que las fluctuaciones de lo oral y de la
participación de los oyentes en la retransmisión de lo que han escuchado es
precisamente aquello que debe ser captado desde un punto de vista estructural
cuando se recopila la variedad de versiones, ello puede permitir extraer un
matema. Por lo demás, Freud sostiene, respecto a lo escrito, un punto de vista
idéntico al final de Moisés y el monoteísmo: los poetas, mediante su canto,
transmiten lo reprimido, allí donde los textos refuerzan la represión. En la
cita de Lévi-Strauss, es el texto intacto el que es trabajado por todo lo que
está “detrás” y que recubre todas las manifestaciones orales, gestuales,
circunstanciales subyacentes.
Toda la dimensión de
apantallamiento, constitutiva incluso de la enseñanza oral de Lacan, es
evacuada (no hay “lo que digo” sin “mi persona”) y permanece “la
ventaja”[15] de tener el texto puro que
no poseen los que asisten a los seminarios de Lacan.
Segundo contra-ejemplo:
Es el del largo testimonio de
Jean Thuillier, presentado como alguien “que refuta el enunciado de Lacan en
nombre de la oscuridad de la enunciación”[16]. Thuillier es un “colega” de
Lacan, un psiquiatra, que cuenta que discutía con él un día en la oficina de la
supervisora del Servicio en el hospital Saint Anne antes de que comenzara su
seminario y que le dice: “Entonces, ¿de qué vas a tratar hoy?”. Lacan le
responde: “Escucha, ya lo verás… anda a sentarte en el público porque esto no demora
en comenzar”. Entonces, ese día por primera y única vez, al parecer, Thuillier
asiste al seminario.
¿Qué dice de ello?
“Hacia mediodía, Jacques Lacan
hizo su entrada a la sala, abriéndose paso entre los oyentes, ya sentados en
las gradas, y avanzó hacia el estrado.
La mirada resaltada por finos
anteojos de montura de oro, cabello gris al cepillo, corbatín con las alas bien
puestas sobre el cuello de la camisa y la espalda de la chaqueta con grandes
entradas, Jacques Lacan tenía la obligación de ser bello para su auditorio,
tenía que serlo y lo fue.
De pie frente a su público,
primero cerró los ojos, luego lentamente los abrió como si saliera de un
profundo sueño. Primero, casi asombrado por la asistencia, apartó su mirada de
ella, dio unos pasos hacia la derecha, luego hacia la izquierda, lanzó un brazo
adelante como para señalar una sombra, pareció hablarse a sí mismo y
súbitamente descubrió su estenotipista hacia quien se dirigió. Le dijo algunas
palabras al oído, luego pareció buscar en sus bolsillos un objeto extraviado;
al fin sacó unos pedazos de papel que alisó sobre una esquina de la gran mesa
de paño verde; pareció examinarlos para leer algunas notas, luego siempre en el
centro del estrado se inmovilizó de nuevo y después de haber lanzado de nuevo
un brazo adelante, comenzó su discurso”[17].
Es contado a la perfección. Era
exactamente así.
Es precisamente lo que intentamos
fabricar cuando construimos el escenario del seminario El fracaso del Un-desliz
es el amor publicado en el numero 21 de la revista L’Unebévue. Recordemos el
arranque insensato de este seminario, el 16 de noviembre 1976.
(bullicio)
- Ya lo he dicho, me
fastidia mucho que haya tanta gente…
(bullicio) ¿Me escuchan?
Entre el bullicio alguien dice: -¡No!
Lacan:- ¿ No funciona?
Algunos dicen:- ¡Sí, sí!
Lacan:- ¡No funciona!¿Eh?...¿no?
(aparte) ¿No puede hacer nada?...
(Gloria y Lacan se hablan)
Lacan:- ¿Este, este micrófono
marcha o no marcha?
Algunos dicen:- ¡No!.
Alguno, adelante, dice con ironía:- ¡Camina!
Lacan:- ¿Cómo?... ¿Ahora
funciona?
El público:- ¡No se oye nada!
Lacan:- ¿Alguien oye algo? ¿Cómo?
Alguien grita:- ¡No está
suficientemente fuerte!
Lacan:- No, pero si hay micrófono
es para el, el fondo oiga. ¿El fondo oye?
(no hay respuesta, sólo algunos
vagos: ¡sí! ¡no!)
Lacan, vociferando:- ¿Allá se
oye?
El público a coro: ¡Sííí!
Lacan:- Aquí tenemos, hay … un
afiche como este, grotesco… (mucho
alboroto entre el público y risas)
Una voz: - ¡Está al revés!
Lacan:-¿Lo han sabido leer?
¿Qué dice para ustedes, eh?, el no-saber
que sabe al menos, hace … hace bla-bla. Crea un equívoco… lensuksé…[18]."
Ninguna restitución del seminario
de Lacan es verdaderamente posible, salvo por medio de una ficción para hacer
captar lo que allí sucedía. Una narración también lo puede lograr; Thuillier lo
demuestra, él no refuta absolutamente nada; al contrario, él describe muy bien
todo lo que Lacan desplegaba en público para crear ese apantallamiento, para
lograr el efecto George Clooney y no el de un profesor en su escritorio. La enseñanza
oral de Lacan es lo que él dijo el día tal o cual día, a tal o cual hora, con
su corbatín, sus ojos cerrados, su brazo levantado y sus papeles arrugados; es
lo que se produjo como enseñanza ese día. Años después, Thuillier aún está
ocupado por la cuestión evocada ese día por Lacan, los amores de los
puerco-espines.
“La cuestión falsa era el amor.
¿Qué habría que creer? ¡Miren el puerco-espín!. ¡Problema! Dos puerco-espines,
dos problemas. ¡Y el amor! La solución. Piensen en el vientre blando, las espinas
en el dorso. Lean, en tiempo normal estas espinas, pero susceptibles de erección. ¡Y la
erección, la otra, la verdadera, la del acoplamiento! ¿Cómo hacen? ¿Eh? ¡No es
fácil!. Y, no obstante, ¡salen con la suya! Esto es. Es todo de lo que me
acuerdo del curso de Lacan: el amor entre los puerco-espines”.
Cuando Lacan sale para Caracas,
“lo que hizo a más de uno patinar”, como él lo dijo, fue esto que declaró al
público que fue a escucharlo:
“¿Son ustedes mis alumnos?, no lo prejuzgo. Porque mis alumnos,
tengo la costumbre de formarlos yo mismo… […]… En París tengo la costumbre de
hablar a un auditorio en el que muchas cabezas me son conocidas por haber
venido visitarme, 5 calle de Lille donde tengo mi práctica. Ustedes, parece,
ustedes son mis lectores. Lo son tanto más que nunca los he visto escucharme.
Entonces, evidentemente tengo curiosidad respecto a lo que me puede venir de
ustedes. Por eso les digo: Gracias, gracias por haber respondido a mi
invitación”.
[1] La honestidad me obliga a
confesar que mi lectura de ese seminario no escapó de cierta extravagancia que
al principio me llevó a considerar, erróneamente, la palabra “apantallar” como
un neologismo. En 789 Néologismes de Jacques Lacan, París, EPEL, 2002.
[2] La troisième, Roma, 1974.
[3] Lacan, resumen del seminario
…ou pire, redactado por él mismo. París, Seuil, agosto, 2011, p. 240.
[4] Lacan, L’étourdit, Silicet 4,
París, Seuil, 1973, p. 21.
[5] La existencia de leyes
universales de carácter científico, el descubrimiento de estas leyes por la
experiencia científica, la reproductividad perfecta de los datos
experimentales.
[6] Como lo hace Jacques-Alain
Miller en su transcripción del seminario Encore, sesión del 15 de mayo 1973.
París, Seuil, p. 110.
[7] Werner Heisenberg,
Philosophie, Le manuscrit de 1942, París, Seuil, 1988, con una notable
introducción de Catherine Chevalley.
[8] En julio 1973 (resumen de …ou
pire), el 7 de octubre 1973 (Introducción a los Escritos en alemán), el 2 y el
3 de noviembre 1973 en el congreso de la Grande Motte, en las sesiones del 8 y
15 de mayo 1973 de Encore, en el cual cita Heisenberg (y no Einstein como lo
publica le Seuil) y en julio 1973 en una declaración a France Culture. El
seminario RSI, de 1975, puede también ser considerado como el viraje cuántico
aún más afirmado de Lacan.
[9] Encore, sesión del 15 de mayo
1973. La versión du Seuil es diferente.
[10] La consecuencia de esta
posición que desconoce el apantallamiento y le sustituye “hacer pantalla” se
encuentra incluso en la “passe”. Se puede leer por ejemplo esto: “Lacan también
inventó el dispositivo de la passe con la finalidad de que quien ha hecho un
análisis, y lo ha llevado hasta su término, pueda dar cuenta de ello,
formalizar el saber que fue operatorio, de la manera más rigurosa posible, para
elevarlo a la dignidad del matema”. Agnès Aflalo, L’invention incessante, in Le
diable probablemente, París, Verdier, 2011, p. 51.
[11] Jorge Baños Orellana, De
l’hermétisme de Lacan, Figures de sa transmisión, París, EPEL, 1999 [en castellano: El idioma de los lacanianos, Ed.Atuel, Argentina, 1995]. Claro está
hay otros; además de la posición de J.-A. Miller, la de Zafiropoulos
especialmente quien, en el libro publicado bajo su dirección, Les années Lacan,
aparecido en 2003, escribe en la contra-carátula: “Motivando tanto la
fascinación como el rechazo y, por tanto, ‘memorables’ efectos de grupo, en
todo caso subsiste un “pensamiento Lacan” cuyo alcance estamos en mejores
condiciones de apreciar, cuando los sentimientos respecto a la persona del
autor hacen ahora menos pantalla a la lectura de sus textos”.
[12] Podríamos creer,
inicialmente, que esta contravía se debe al traductor, pero en absoluto; al
contrario, el traductor cayó en la trampa del texto de Baños mismo. Baños
precisamente comenta la cita, viendo en ella “la esperanza del viejo”, su
“optimismo” y el consuelo aportado por este público (latinoamericano) “futuro
receptor de su obra” y, se lo verá a lo largo de su desarrollo, desembarazado
de todas esas molestas transferencias que impiden el acceso al texto que se
defiende solo, gracias al hermetismo del estilo. Quizás sea una tesis que
Barthes no repudiaría (no obstante, de ello no estoy seguro), pero de lo que se
trata es de captar en qué no es lacaniana, en qué constituye un punto de vista
erróneo de la cura, como si los analizantes fueran ineptos para seguir la
enseñanza de Lacan, mientras que Lacan siempre sostuvo lo contrario, y de nuevo
fue lo que hizo ese día.
[13] Jorge Baños Orellana, De
l’hermétisme de Lacan, Figures de sa transmisión, París, EPEL, 1999, p. 40. [en castellano: El idioma de los lacanianos, Ed.Atuel, Argentina, 1995 ] Dejemos de lado el detalle de las transformaciones del texto, aunque ellos
conducen gradualmente a la contravía respecto al apantallamiento y tomemos los
puntos más significativos.
La palabra “lacano” que utiliza
Lacan se ve transformado en “lacaniano”. Lacano, parecido a “latino”, es
utilizado como cuando calificamos a alguien de “músico”; es precisamente para
no decir “musicien” (músico), sino más bien para decir que la música es un
pasatiempo para él.
Continuemos: “Me he transmitido
allá por escrito” allí donde Lacan dice “me he transmitido allá por el
escrito”. Transmitido por escrito implica un destinatario y Baños da ese paso
al designar los latinoamericanos como los destinatarios privilegiados de Lacan,
los “futuros receptores de su obra”. Mientras que Lacan comenta este “por el
escrito” al insistir, me parece, sobre la ausencia de destinatario: Parece,
dice él, “parece que allí tengo descendencia. En todo caso, eso creen ellos”.
Lo que lo lleva a tomar los latinos por el porvenir del psicoanálisis. “Por
seguro es el porvenir” dice Baños, como si Lacan hablara de felices
expectativas. ¡Qué contrasentido! Es seguro que es el porvenir dice Lacan, está
diciendo que el porvenir seguro es que él va a morir, no era una expresión
optimista. Él fue a decirles: “Ustedes no son mis alumnos” por que “mis
alumnos, los formo yo mismo” (“mes élèves, je les élève moi-même”) y él agrega
“Quizá mi matema gane con ello” y no como lo hace decir Baños “Es probablemente
benéfico para mi matema”.
Y llegamos a ese “Me interesa ver
lo que pasa cuando mi persona no apantalla lo que enseño”. Aquí la distorsión
es la que acarrea más consecuencias, porque afirma lo contrario de un punto de
doctrina esencial, a mi juicio, en Lacan.
[14] Las cursivas están en la
cita de Baños para subrayar lo que dice Lévi-Strauss.
[15] Op.cit., p. 41.
[16] Ibid., p. 33.
[17] Ibid., p. 34.
[18
Apa.
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