Triste historia de Juliana ante los pre,per y juicios
( retrato de la cantante mexicana, Juliana Pastrana, oriunda de Sinaloa, México)
Introducción:
Jean Allouch en Hola...
¿Lacan? -Claro que no (Epeele, México, DF, 1998) recopiló una serie de ocurrencias con y de Jacques Lacan. Tomo una producida al concluir una “presentación de
enfermo” (pp. 169-200):
a un
transexual
-Escuche, viejo, usted tiene, a pesar de todo,
barba en el mentón y ante eso no puede nada (p.172)
El autor de Hola… modificó su posición respecto
de esa ocurrencia en particular indicó que al encontrarse con las actuales
comunidades transgéneros sintió vergüenza (Jean
Allouch: Avergonzados en http://www.escucharte.info/2014/06/jean-allouch-avergonzados.html ). Entonces, conviene interrogar el componente performativo de la forma del
enunciado y la forma de la expresión “presentación
de enfermo”. Allí se transportan una serie de conceptos previos que la organizan,
esos conceptos no permiten presentar nada…nuevo, solo permiten constatar los
conceptos previos.
Junto con los conceptos previos se vehiculan pre, per y juicios “éticos”(¡¡¡¿…?!!!)
respecto de una novedad: esa persona ponía en tela de juicio el orden “natural”,
el “orden simbólico” que organizaría –se dice, se dijo, decíamos- la diferencia de los sexos a partir reducida a
dos términos: una mujer es lo que representa ante el sujeto el “orden” de la referencia. Si, referencia
del “orden” natural ya establecido. El “orden” simbólico es una organización
dual, normativa, preexistente a nuestro nacimiento.
Lacan el 20 de enero 1971 sostonía lo
siquiente:
Y
entonces, les señalo algo que se llama Sex And Gender; es en inglés. Es de
alguien llamado Stoller…eso se da sobre un tema importante, el de los
transexualistas,… Ustedes saben quizás que el transexualismo consiste
precisamente en un deseo muy enérgico de pasar por todos los medios al otro
sexo… Este transexualismo con las coordenadas que allí están, les hará aprender
muchas cosas…También aprenderán esto: el carácter completamente inoperante del
aparato dialéctico con el cual el autor de este libro trata esas cuestiones…Una
de las cosas más sorprendentes es a falta de toda guía que elude completamente
la [¿fase?] psicótica de esos casos,
como jamás escuchó hablar de la forclusión lacaniana, esto explica muy
rápidamente y muy fácilmente la forma de esos casos, pero ¡qué importa!
La forclusión descripta por los gramáticos en Francia durante 1928, Édouard Pichon junto
con Jacques Damourette publican : "Sur la signification psychologique de la
négation en français". A partir de la lengua coloquial, el
lenguaje compartido de los que hablan francés en Francia; ellos toman del
discurso jurídico el adjetivo "forclusivo" para significar que el
segundo miembro de la negación en francés se aplica a hechos que la persona que
habla ya no encara como formando parte de la realidad: son hechos forcluidos.
Pichon y Damourette dicen: "La lengua francesa, mediante el forclusivo,
expresa el deseo de escotomización, traduciendo de tal modo el fenómeno normal
del cual la escotomización descrita en patología mental por M. Laforgue y uno
de nosotros [Pichon] es la exageración patológica".
Esa “exageración patológica” quizás llevo a Lacan a incorporar la forclusión como el mecanismo que explicaría las “psicosis”. Solo subrayo dos cosas: a.- antes del psicoanálisis lacaniano era un término de la gramática normativa de la lengua francesa, no incluía ningún juicio psico...pato...lógico salvo la exageración; b.- Al incorporarlo Lacan señaló dos cosas distintas: 1.- Lo forcluido del simbólico reaparece en el real y 2.- lo forcluido en el simbólico reaparece en el real.
Esa “exageración patológica” quizás llevo a Lacan a incorporar la forclusión como el mecanismo que explicaría las “psicosis”. Solo subrayo dos cosas: a.- antes del psicoanálisis lacaniano era un término de la gramática normativa de la lengua francesa, no incluía ningún juicio psico...pato...lógico salvo la exageración; b.- Al incorporarlo Lacan señaló dos cosas distintas: 1.- Lo forcluido del simbólico reaparece en el real y 2.- lo forcluido en el simbólico reaparece en el real.
Veamos como la experiencia presentada por Lacan -Hola... - así como la
experiencia de Juliana Pastora permiten alejarse de las consecuencias
normativas del llamado “orden simbólico” e indican la suma de conceptos que están acabados. El lector sacará sus conclusiones.
La triste historia de Juliana y
su esposo desalmado, por Raúl Alzogaray
El 12 de febrero de 2013, los
restos mortales de Julia Pastrana recibieron cristiana sepultura en el Panteón
Municipal de Sinaloa de Leyva, un pueblito mexicano de cinco mil habitantes,
cabecera del municipio de Sinaloa. Unas horas antes, cientos de vecinos se
congregaron en la Explanada Cívica Municipal, mientras el Cuarteto Sinaloa
interpretaba música popular. También asistió un grupo de habitantes del cercano
pueblo de Ocoroni, uno de los posibles lugares de nacimiento de Julia. Había
rumores de que iban a pedir que la sepultaran en el cementerio de Ocoroni, pero
se limitaron a enarbolar una pancarta solicitando la construcción de una
universidad indígena.
Mario López Valdés, gobernador
del estado de Sinaloa, arribó en helicóptero y dio un discurso de homenaje.
“Esto es un símbolo de amor, de compromiso con el derecho y la dignidad de los
seres humanos”, dijo López Valdés. También estuvieron presentes el alcalde Saúl
Rubio Valenzuela y Laura Anderson Barbata, la artista visual mexicana que
durante una década participó activamente en la repatriación de los restos de
Julia. “Lo que hacemos hoy es más que un acto religioso –dijo Anderson
Barbata–, es un acto de dignidad para un Estado, para un país y para la
humanidad. Es una lección de vida, es contribuir a un futuro justo para todos.”
Después de un oficio religioso en
el Templo de los Santos Apóstoles Felipe y Santiago, el ataúd blanco que
contenía el cuerpo embalsamado de Julia fue subido a un lujoso auto fúnebre que
lo trasladó al Panteón Municipal. La banda Ola del Pacífico se sumó al cortejo,
interpretando “Amor eterno” y otros temas de su repertorio.
El ataúd fue sepultado dentro de
una gruesa caja de hormigón sellada con cemento. María Miranda Monreal,
directora del Instituto Sinaloense de Cultura, manifestó su esperanza de que
“ya nunca más se exhiba su cuerpo ni se le tome ninguna fotografía, y que nos
sirva de enseñanza para que nunca más se repita un caso como el suyo, por dignidad
a la persona humana”.
“Descansa en paz” reza la lápida
de Julia. Un Cristo de estaño es la única pieza de metal que se colocó sobre la
tumba. Se procedió así para no tentar a los ladrones. Un año antes, más de una
tonelada de placas y cruces de metal había sido sustraída del Panteón de San
Juan, en la capital del estado.
En respuesta a una convocatoria
lanzada por Anderson Barbata a través de Internet, los mexicanos enviaron al
sepelio más de treinta mil gladiolos y alhelíes blancos. Como epílogo de la ceremonia,
varios de los presentes se llevaron algunas de estas flores y las depositaron
en las tumbas de sus propios difuntos.
De esta manera, la artista
mexicana Julia Pastrana volvió a la tierra que la vio nacer más de ciento
sesenta años antes. Durante su corta vida conoció la fama en Estados Unidos,
Canadá y Europa. Decían que su voz era hermosa y que bailaba muy bien. Pero su
fama no se debía a sus dotes artísticas sino a su aspecto. Cuando la exhibían
en público, Julia era presentada como “la mujer oso” o “la mujer más fea del
mundo”. En su afán de atraer al público, su propio esposo, el empresario que la
exhibió viva y muerta, la describía como “un híbrido, en el que la naturaleza
femenina predomina sobre la del orangután”.
LA GIRA AMERICANA
De los orígenes de Julia se sabe
muy poco. Se cree que nació en 1834. Probablemente fue hija de una india de la
tribu de los “Buscadores de Raíces”, que habita en la sierra de Sinaloa.
Un panfleto distribuido para
promocionar las presentaciones de Julia contaba que una mujer de la tribu
desapareció un día sin dejar rastros. Tiempo después la encontraron en una
caverna junto a una niña de dos años. Para sugerir la posible ascendencia de la
pequeña, el panfleto decía que en los alrededores de la cueva abundaban los monos
y los osos. La mujer negó que la niña fuera su hija, pero regresó con ella a la
tribu, la hizo bautizar con el nombre de Julia y la crió junto a su esposo.
Cuando su madre falleció, Julia
fue recibida por la familia de Pedro Sánchez, el gobernador de Sinaloa. Trabajó
como sirvienta de los Sánchez hasta 1854. Un día conoció a un estadounidense
que la convenció de acompañarlo al país vecino (según otra versión, la compró
un tal Francisco Sepúlveda). Al cabo de unos meses, fue exhibida en Nueva York
como “El híbrido maravilloso”.
“Los ojos de este lusus natura
brillan con inteligencia –afirmaba un diario de la época–, mientras que sus
mandíbulas, sus colmillos afilados y sus orejas puntiagudas son terriblemente
espantosos..., casi todo su cuerpo está cubierto con pelo largo y brillante. Su
voz es armoniosa, porque este ser semihumano es perfectamente dócil y habla la
lengua española” (lusus natura es una frase en latín que se puede traducir como
“capricho de la naturaleza”).
En los meses siguientes, Julia
fue exhibida por dinero en varias ciudades de Estados Unidos y Canadá. Asistió
a una fiesta militar, donde bailó el vals con sus anfitriones. Un médico afirmó
que ella era un híbrido entre un ser humano y un orangután; otro llegó a la
conclusión de que, sin duda, no pertenecía a la especie humana.
UNA MUJER NORMAL
Los retratos de la época muestran
el rostro de Julia completamente cubierto de pelo; corto en la frente, la nariz
y las orejas; largo y espeso en las cejas, las mejillas y el mentón. Tenía las
orejas inusualmente grandes; la nariz ancha y chata, las mandíbulas proyectadas
hacia adelante, los labios muy gruesos.
En su libro La variación de los
animales y las plantas bajo domesticación (1868), Charles Darwin escribió
acerca de Julia que “tanto en la mandíbula superior como en la inferior tenía
un doble juego irregular de dientes, con una hilera dentro de la otra, de las
cuales el doctor Purland tomó un molde. Por la redundancia de los dientes, su
boca se proyectaba hacia afuera, y su cara tenía un aspecto de gorila” (Darwin no
la conoció en persona, el caso le fue comunicado por su colega Alfred Wallace).
Fuera de estos rasgos y su baja
estatura (un metro treinta y siete), Julia era una mujer normal. Según el
naturalista Frank Buckland, tenía una figura “sumamente agradable, y su pie
diminuto y su tobillo bien formado, bien chaussé, eran la perfección misma”. Un
artículo científico publicado en 1857 en la revista inglesa The Lancet menciona
que tenía los pechos notablemente desarrollados y que menstruaba en forma
regular. Las palmas de las manos y las plantas de los pies eran las únicas
partes de su cuerpo que no estaban cubiertas de pelo.
Sus cualidades artísticas eran
notables. Cantaba con voz de mezzosoprano y bailaba danzas tradicionales.
Tocaba la guitarra y la armónica. En una obra de burlesque, interpretó a la
esposa de un hombre que se casó con su ena-morada sin haberle visto el rostro,
siempre oculto por un velo (la obra fue suspendida por recomendación médica,
para evitar la impresión que se podían llevar las mujeres embarazadas cuando
Julia se quitaba el velo en el escenario; esta impresión, decían los
facultativos, podía causar un aborto o producir hijos con el aspecto de Julia).
Los que la conocieron
personalmente fuera del escenario la describieron como una mujer inteligente,
que conversaba muy bien en inglés. El empresario circense Hermann Otto dijo que
ella sufría mucho a causa de su aspecto y por ser exhibida como una curiosidad.
LA GIRA EUROPEA
En 1857, Julia viajó a Londres
representada por el estadounidense Theodore Lent. Los periódicos la anunciaron
como “Julia Pastrana, la indescriptible” (adjetivo común en aquel entonces para
referirse a las curiosidades del reino animal).
Después de numerosas
presentaciones en la capital y otras ciudades inglesas, que le reportaron a
Lent una gran suma de dinero, Julia fue exhibida en Berlín, Viena, Varsovia y
Moscú. Para que nadie la viera fuera de los teatros, es decir, sin pagar
entrada, Lent le prohibía abandonar los cuartos de los hoteles donde se
alojaba.
Cuando otros empresarios
manifestaron su interés en contratarla, Lent decidió casarse con ella. En Moscú
descubrieron que iban a ser padres. El 20 de marzo de 1860 nació un varón que
se parecía a su madre y vivió menos de dos días. Julia murió el 25 de marzo
debido a complicaciones del parto. Tenía 26 años.
Sin perder tiempo, Lent vendió
los cuerpos de su esposa y de su hijo a la Universidad de Moscú, donde fueron
embalsamados. Permanecieron en una vitrina del Instituto de Anatomía hasta que
Lent se arrepintió y los reclamó (o compró, según otra versión). Los trasladó a
Londres para exhibirlos a cambio de una módica entrada. Después organizó una
nueva gira. Su primer destino fue Suecia, donde oyó hablar de una joven
barbuda. Ubicó su paradero y convenció al padre de la mujer para que le
permitieran casarse con ella.
La gira continuó. Ahora Lent
exhibía simultáneamente a sus difuntos esposa e hijo y a su nueva esposa, a
quien presentaba como la hermana de Julia (para darle mayor verosimilitud al
engaño, la llamaba con el falso nombre de Zenora Pastrana).
Al poco tiempo, Lent alquiló los
cuerpos a un museo vienés. En los años siguientes se enriqueció exhibiendo a
Zenora. Ya retirado de los negocios, repentinamente perdió la cordura. Pasó sus
últimos días en un asilo para enfermos mentales de Rusia. Como heredera de
Lent, Zenora retiró los cuerpos del museo y los exhibió en Munich. Luego los
vendió y se volvió a casar.
En las décadas siguientes, los
restos de Julia y su hijo tuvieron diferentes “dueños” y terminaron en la
Cámara de los Horrores de un parque de diversiones erigido en Oslo. Cuando los
nazis ocuparon Noruega, alguien propuso usarlos como fuente de ingresos para el
Tercer Reich. Durante algún tiempo los exhibieron en forma itinerante.
Después de la guerra, los cuerpos
fueron devueltos a la Cámara de los Horrores hasta que ésta cerró. Hubo nuevas
giras por Noruega, Suecia, Dinamarca y Estados Unidos. En la década de 1970,
las protestas del público y la Iglesia pusieron fin a las exhibiciones.
Tras la muerte del último dueño
del parque de diversiones, los restos de Julia y su hijo permanecieron en un
depósito, donde fueron maltratados por ladrones al menos en dos oportunidades.
Finalmente, los roedores dieron cuenta del cuerpo del pequeño y Julia
desapareció.
EL ULTIMO ESPECTACULO
En 1990, Julia fue encontrada en
el sótano del Instituto de Medicina Forense de Oslo. La restauraron y el médico
sueco Jan Bondeson logró obtener radiografías de su cráneo, que analizó junto
con el odontólogo inglés Newell Johnson Miles. Los estudios revelaron que Julia
presentaba dos condiciones médicas: hipertricosis terminal congénita
generalizada e hiperplasia gingival.
La hipertricosis es un
crecimiento anormal del pelo. En el caso de Julia, era congénita, porque se
manifestó desde el nacimiento; era generalizada porque abarcaba todo el cuerpo,
y era terminal porque no se trataba de vello (corto y fino), sino pelos
terminales (largos y gruesos). Es una enfermedad muy poco frecuente y de origen
genético.
La hiperplasia gingival es un
crecimiento anormal de la encía (en latín, gingiva). Las radiografías
demostraron que Darwin había sido mal informado, porque Julia no poseía dos
filas de dientes.
En 2012, gracias a una campaña
realizada por Anderson Barbata y luego de un pedido formal del gobernador de
Sinaloa, el gobierno noruego aceptó repatriar el cuerpo de Julia. El 12 de
febrero del año siguiente, sus restos mortales recibieron cristiana sepultura
en el Panteón Municipal de Sinaloa de Leyva. Hubo discursos oficiales, misa y
música popular, pero no todos estuvieron de acuerdo con la forma en que se
hicieron las cosas. Joel Ramón Santos, investigador del Instituto Nacional de
Antropología e Historia de Sinaloa, dijo que la ceremonia no fue más que “una
aberración con consecuencias negativas para la política cultural de Sinaloa,
pues aun con las mejores intenciones –que no se duda tuvieron– todo al final de
cuentas se iba a convertir en un show de morbosidad, el último de Julia
Pastrana, ya que aun en su entierro, como lo fue en su vida y aun muerta, su
cuerpo sería utilizado una vez más para montar un espectáculo, en este caso
para justificar una política cultural sin sentido y ausente de eso, de
cultura”.
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