Lalengua, elcotorreo,elchamuyo diálogos con William Labov
Subo este artículo pues muestra horizonte pertinente para las cuestiones el análisis aborda en tiempos de mutaciones subjetivas, debido a que las mutaciones espirituales se producen en el territorio delchamuyo,delcotorreo - lalangue, decía Lacan--Aquí se puede localizar que uno de los peligros que acecha al cotorreo es el lenguaje estandar, ese lenguaje de los políticamente correcto que absorva como esponja las invenciones delchamuyo, salvando las distancias, esa absorción atrapó en sus redes del inconsciente tal como Freud lo inventó, tal como él lo nombró -de ahí obtuvo su orden de existencia, consistencia y agujero-. Entonces, cuando vivimos las consecuencias de la muerte de una forma de Dios y por consiguiente, de la muerte de una forma del Otro (A) a cuya tachadura (Ⱥ) se le añadió su muerte, es decir asistimos a la muerte de una forma del "orden simbólico" cuando su determinación en última instancia se calló. Entonces, es pertinente leer lo que descubré desde hace cuarenta años un lingüista que estudia elchamuyo,elcotorreo cotidiano.(Alberto Sladogna)
DIALOGOS CON WILLIAM LABOV, CREADOR DE LA SOCIOLINGÜISTICA
PARA EL ANALISIS DEL DISCURSO.
“Las narrativas son el marco por el que percibimos el mundo
real”
“Los animales no tienen forma en sus sistemas de decir lo que
no ocurrió”, William Labov
¿QUIÉN ES WILLIAM LABOV?
Las diferentes formas de hablar por
Werner Pertot
Wiliam Labov nació en Nueva
Jersey en 1926. Estudió y trabajó como químico industrial, hasta que se volcó a
la lingüística en los años sesenta. Dio clases primero en la Universidad de
Columbia y luego en Pensilvania, donde dirige hasta hoy el laboratorio de
lingüística. Allí desarrolló métodos de investigación que implicaban tratar de
escuchar a las personas como hablan todos los días. En sus primeros trabajos,
iba a los centros comerciales y hacía una pregunta casual: “¿Dónde están los
zapatos de mujeres?”. La respuesta –que él ya conocía– le permitió identificar
una pronunciación de la “r” que se dividía en inglés según la clase social.
Labov escribió sobre el inglés afroamericano y sus reglas, señaló que es una
variación del lenguaje que convive con lo que se conoce como lenguaje estándar
(el aceptado institucionalmente). señalar la diferencia con los seres humanos.
Para el creador de la sociolingüística, los medios no influyen masivamente sino
a un sector, que a su vez influye sobre el resto de la sociedad.
“Las narraciones son el marco por el que percibimos el mundo
real”, aquí William Labob que dialoga con Werner Pertot
¿Cuánto de la forma en que
hablamos remite a lo social? Aunque hablemos el mismo idioma, ¿hablamos todos
lo mismo? ¿O coexisten distintas variedades de lenguaje, según el nivel
socioeconómico, según la región? ¿Qué relación hay entre las historias que
contamos todos los días sobre nuestras vidas y la sociedad? De esto se empezó a
ocupar hace más de 40 años una rama de la lingüística que se conoce como
sociolingüística, fundada por William Labov. Y Labov fue a Buenos Aires a abrir
las Jornadas de Sociolingüística y Análisis del Discurso organizadas por el
Instituto de Lingüística de la UBA y a recordar a su discípula, ya fallecida:
la lingüista argentina Beatriz Lavandera. En diálogo con Página/12, con la
ayuda del traductor Ignacio Pérez González, Labov discrepa de la idea de que
puede conocer la realidad por fuera de los relatos. “Las narraciones son el
marco por el que percibimos el mundo real” indica, sobre cómo se habla en las
conversaciones cotidianas. Plantea que, en el discurso político, no se trata
tanto de contar lo que ocurrió como de expresar el desacuerdo.
–¿Cómo empezó a estudiar la relación entre lenguaje y
sociedad?
–Vine a la lingüística desde el
campo de la química industrial, donde recordábamos permanentemente que el mundo
podía probar o descartar nuestras investigaciones. Me aproximé a la lingüística
de forma de poder decidir qué era realmente verdadero y qué no lo era,
comenzando por cómo las personas hablan en la vida cotidiana. Así que empecé a
entrevistar a personas sobre los hechos importantes de sus vidas y esto llevó
al hecho de que, cuando uno estudia lo que la gente dice, no siempre lo cuenta
de la misma forma. Las personas varían su discurso. Esto nos llevó al estudio
del cambio en el lenguaje y la variación lingüística, lo que se convirtió en
una parte importante de la lingüística contemporánea.
–En un punto, se dio cuenta de que debía conseguir que las
personas no prestaran atención al hecho de que usted estaba haciendo una
investigación sobre el lenguaje.
–Si uno se enfoca en cómo las
personas hablan, eventualmente se sentirán avergonzadas y cambiarán, porque
están convencidos de que el lenguaje estándar escrito es lo único real y
correcto. Pero, en realidad, el lenguaje que cuenta es el que se aprende de la
madre y el padre y el que se usa en las conversaciones cotidianas. Ese lenguaje
es más sistemático que el que se usa cuando se trata de hablar “correctamente”,
como se les enseñó en la escuela. Nuestro esfuerzo es conseguir que la gente
use su lenguaje de la misma forma fluida en que lo usa en la vida cotidiana. Y
tuvimos éxitos en estudiar el cambio lingüístico. Lo otro que descubrimos fue
que el cambio lingüístico nos rodea completamente. Y las fuerzas que hicieron
que el inglés, el español, el alemán y el francés fueran lenguas separadas
todavía están operando. Entonces, en el inglés de los Estados Unidos nos
encontramos con que los dialectos regionales se están volviendo más y más
diferentes.
–Existe la idea de que la gente “habla mal” el idioma. ¿De dónde
viene?
–Es un sentimiento universal que
la mayoría de la gente tiene, que el lenguaje existió en un estado anterior de
perfección y que cualquier cambio es para mal. Uno puede escuchar a algunos
ancianos decir que les gusta la nueva música o las computadoras, pero nunca vas
a escuchar a alguien viejo decir que le gusta cómo hablan hoy los jóvenes. Esta
es una peculiaridad del lenguaje: tenemos que aceptar que la mayoría de la
gente se avergüenza cuando señalamos que están usando nuevas formas de lenguaje.
Una vez una mujer me dijo (en inglés): “¿Por qué digo ‘oi’ cuando quiero decir
‘aye’?”. Y mi respuesta: “¿Por qué no querrías decir ‘oi’ cuando lo estás
haciendo?” (N. del T.: en español, sería como decir “se” en lugar de “sí”). Así
que, para ser realista, las personas siempre tienen estos sentimientos de
vergüenza sobre usar las nuevas formas. En el largo plazo, el lenguaje cambiará
y seguirá adelante. Las formas que hoy consideramos nuevas, eventualmente
terminarán siendo lo estándar. Un ejemplo en inglés: la palabra “ejecutar” en
el sentido de matar, era considerada en una época una forma mala para referirse
a matar a alguien legalmente. Hoy nadie puede imaginar qué hay de malo con el
uso del verbo “ejecutar”, dado que ejecutamos personas todos los días. Así que
lo que pensamos que es corrupto y malo hoy se convertirá mañana en el lenguaje
estándar.
–Entonces, no hay “bien” o “mal” cuando se habla...
–Lo que tenemos que reconocer es
que la escuela les enseña a las personas a hablar de una determinada manera que
será útil para ellos en su vida cotidiana. Tenemos que reconocer que estas
normas son reales y distinguir entre dos clases de reglas: una sería “tenés que
hablar de esta manera, cuando en realidad nadie lo hace”. Y la otra es decir
“tenés que hablar así, porque las personas que tienen éxito y son educadas lo
hacen”. Nuestras investigaciones en Estados Unidos nos muestran que, por
ejemplo, el doble negativo en inglés es no estándar, como cuando se dice “No
conozco a nadie” (N. del T.: “I don’t know nobody”, en español es la única
forma) te estás marcando como una persona iletrada. Una aproximación realista
sería plantear que algunas normas deben ser enseñadas, pero que la gente no
debería avergonzarse de cómo habla en la vida cotidiana. Hay formas de hablar
que les traerán beneficios económicos.
–En una oportunidad, ¿usted fue convocado a un juicio a
testificar sobre un dialecto?
–Sí. Ese fue un caso particular,
porque mostró cómo la lingüística puede probar un punto. Un hombre fue acusado
de mandar amenazas de bomba a Panamerican Airlines. Cuando escucharon su
discurso, dijeron: “Sonaba igual al que hizo la amenaza”. Pero, de hecho, su
dialecto era de la ciudad de Nueva York y la llamada de amenaza de bomba se
hizo desde Boston. Para los de Los Angeles, sonaba igual. Era posible probar
que el sistema dialectal de Nueva York no había cambiado y que no podía ser el
que hizo esa amenaza.
–¿De qué manera consiguió que las personas hablaran como en
su casa?
–Un método importante es
preguntarles por eventos significativos en sus vidas –situaciones de riesgo o
muerte, haber sido culpados por algo que no hicieron–, de forma tal que las
personas se involucren tanto en la historia que dejen de prestar atención a
cómo lo están diciendo. Esto es por lo que el estudio de la narrativa es muy
importante. Las narrativas son el principal modo en que transmitimos nuestras
experiencias a otros. Mi último libro, El lenguaje de la vida y la muerte, es
sobre cómo las personas relatan, ven y transforman el mundo en el lenguaje.
–¿Qué características tienen estas narrativas de la vida
cotidiana?
–La pregunta central es si una
narrativa te está diciendo lo que sucedió, ¿cómo es posible que las personas te
hablen de lo que no ocurrió? Es como si te explicaran el mundo comparándolo con
otro mundo que no existió. Entonces, el uso de la negación es lo que diferencia
a los seres humanos de los animales. Los animales no tienen forma de decir lo
que no ocurrió en sus sistemas. Cuando un niño empieza a hablar, te dice lo que
ocurre. Más adelante, aprendemos a decir cosas como “podría haber muerto”. La
narrativa es el centro de cada conversación. Si te ponés a escuchar
conversaciones, te vas a dar cuenta de que la mayoría tiene una narración. Las
narrativas son el marco por el que percibimos el mundo real.
–En Argentina, en este momento, hay dos grupos de opinión
mayoritarios, el Gobierno y un grupo de medios y opositores. Ha habido una
fuerte discusión en torno de la idea del “relato”, como si hubiera una realidad
separada del lenguaje. Por lo que usted dice, todos los gobiernos construyen
relatos...
–El uso de la narrativa en mi
trabajo se refiere a hechos que ocurrieron. Pero el uso de la narrativa se
expandió también en los Estados Unidos al estudiar la discusión del punto de
vista, que no está relacionado con los hechos del pasado. Beatriz Lavandera
trabajó con discursos sobre la “guerra sucia” argentina y cómo esos hechos eran
tratados. Estas narrativas que estudiamos en la experiencia personal
normalmente dicen “esto ocurrió, luego ocurrió esto otro, y esto otro”. El uso
de las narrativas de las que hablás implica en realidad expresar un punto de
vista. Hay diversas formas en las que la lingüística puede contribuir a
entender el discurso político, pero este uso expandido de la narrativa debería
verse sólo como otra forma de desacuerdo. Lavandera muestra cómo la lingüística
puede mostrar estrategias para transformar la realidad sin que las personas se
den cuenta. Si llamás a alguien “mentiroso” o “criminal”, no necesitas un lingüista
para mostrar lo que se dijo: todos lo entienden.
–Pero no siempre es obvio. En el caso de Lavandera, demuestra
estrategias de mitigación de la figura de los desaparecidos en el discurso de
los militares.
–No, y lo que ella planteaba es
cómo se degrada la figura del desaparecido, con expresiones como “la nómina del
desaparecido”, donde se vacía de contenido el término. Se opone a decir, por
ejemplo: “Los desaparecidos están muertos”. Tenemos muchas formas de usar
eufemismos sobre la muerte en la vida cotidiana. El discurso político puede
tomar prestados esos recursos y hay diversos estudios de lingüísticas
argentinos que siguen este camino que mostró Lavandera. Hay algunas áreas de la
lingüística donde podemos probar que algo es cierto, como en el estudio de los
cambios en los sonidos; mientras que en el estudio del discurso político se
busca persuadir a la gente mostrándole diversas estrategias lingüísticas que no
habían descubierto. Esto no quiere decir que vaya a haber una ciencia de la
argumentación política. Eso no existe.
–¿Qué ocurre, por otra parte, con el discurso de los medios
masivos de comunicación y su influencia en la vida cotidiana?
–Mi trabajo muestra que la
investigación que realizaron Katz y Lasarsfeld y que publicaron como Influencia
personal era correcto: los medios masivos no influencian a las personas en
forma directa. Solamente unas pocas personas en cada grupo social son
influenciadas por los medios, y los que los rodean son influenciados por ellos.
Así que hay dos pasos de influencia y hay determinadas personas que son
consideradas líderes de opinión. En los últimos 40 años, los estudios de
comunicación quieren definir con claridad quiénes son estos líderes de opinión.
Desde una perspectiva comercial, cualquier publicista querría encontrarlos para
dirigirse a ellos. Esto llevó a que en los Estados Unidos surgieran cientos de
medios especializados, cada uno tratando de apelar a un nicho. El énfasis está
puesto en que los medios no influencian el lenguaje en forma directa. El cambio
en el lenguaje ocurre y es recuperado por los medios. Esto es cierto hasta
cierto punto. Recientemente, nuestros estudios en Filadelfia nos hicieron
preguntarnos si la televisión como medio masivo no tuvo consecuencias
lingüísticas. Es posible que los cambios que la televisión trajo en la vida
cotidiana hayan repercutido en el lenguaje. Es una pregunta abierta. Lo que
está claro, de momento, es que el lenguaje es influenciado por las personas con
las que interactúas y no por la radio y la televisión que escuchas o ves. Pero
tenemos que estar abiertos al hecho de que la televisión e Internet han
alterado la sociedad en formas que pueden tener influencia en el lenguaje.
–¿Cómo puede contribuir el estudio del lenguaje a una
sociedad más democrática?
–El rol de la lingüística tiene
un lado crítico, donde exponemos cómo la gente usa el lenguaje para engañar.
Los que siguen la escuela del Análisis Crítico del Discurso y dicen: “¡Ajá!
Este giro en particular permite engañar a las personas y hacer pasar lo peor
como algo noble”. Y tiene también un lado positivo en el que usamos la
lingüística, donde les damos acceso a las personas a la movilidad social
ascendente, a partir de enseñarles el lenguaje estándar. Esto puede mejorar las
características democráticas de una sociedad. Muchos chicos son alejados de la
escuela cuando se les dice que su lenguaje no es aceptable. Hay lingüistas
–estudiantes míos– que trabajan para enseñarles a los maestros que el lenguaje
de la vida cotidiana no es incorrecto, pero hay otra variedad que tienen que
aprender. Nos dedicamos a remover el prejuicio de que el lenguaje vernáculo es
ignorante. Al mismo tiempo, usamos nuestras posibilidades para incentivar a los
niños. Yo trabajé escribiendo programas y usando mis habilidades narrativas
para escribir cosas que a los chicos los atraigan.
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