EL ESTADO DE EXCEPCIÓN: LA VIDA NO VALE NADA*,texto de Flavio Meléndez
No vale nada la vida
la vida no vale nada
comienza siempre
llorando
y así llorando se
acaba
por eso es que en
este mundo
la vida no vale nada
José Alfredo Jiménez
Camino de Guanajuato
Este
viernes 9 de marzo los habitantes del área conurbada de Guadalajara y de
algunos municipios de Jalisco vivimos por unas horas bajo un estado excepción. Las
garantías constitucionales de quienes aquí habitamos quedaron suspendidas por
las acciones que este día llevaron a cabo las fuerzas de seguridad del Estado mexicano
y por la respuesta que tales acciones recibieron por parte del crimen
organizado. La captura de un importante capo del narcotráfico provocó una
balacera en una zona habitacional, el cual fue seguido de al menos once
"narcobloqueos" -unidades del transporte público urbano que fueron
incendiadas para bloquear el paso por calles y avenidas, así como unidades de
transporte de carga pesada que fueron también incendiadas para bloquear
carreteras de entrada y salida a la zona conurbada, haciendo veinticinco
vehículos en total-, en los cuales murió calcinado Moisés Corona López,
conductor de uno de los autobuses quemados.
Además aparecieron colgados los cuerpos de cinco hombres en puentes vehiculares fuera de la zona metropolitana, acerca de los cuales las autoridades no han dado a conocer sus nombres y datos. La respuesta del crimen organizado al operativo oficial no es solamente un desafío al Estado mexicano, sino que muestra que la capacidad operativa de un cartel no queda mermada por el hecho de que su líder sea aprehendido.
Además aparecieron colgados los cuerpos de cinco hombres en puentes vehiculares fuera de la zona metropolitana, acerca de los cuales las autoridades no han dado a conocer sus nombres y datos. La respuesta del crimen organizado al operativo oficial no es solamente un desafío al Estado mexicano, sino que muestra que la capacidad operativa de un cartel no queda mermada por el hecho de que su líder sea aprehendido.
El
estado de excepción implica la suspensión del estado de derecho con el
argumento de salvaguardar a este último. Tal medida solo puede ser tomada por
un poder que se sitúa por fuera del derecho y al mismo tiempo se asume como su
fundamento; en otras palabras, un poder metajurídico, que se ubica en el límite
entre política y derecho, decide suspender el derecho para hacerlo valer a
través de medidas de excepción que lo suspenden “momentáneamente”. El problema
es la duración de este “momentáneamente”, pues su delimitación queda justamente
en las fronteras del derecho y por lo tanto sujeta a decisiones de poder. Cuando
el estado de excepción empieza a convertirse en la regla, entonces el sistema
jurídico-político funciona como una maquinaria letal. Esto es algo que anticipó
Walter Benjamin desde 1940, en las Tesis de Filosofía de la Historia, y que
permite apreciar que en los Estados modernos, incluidos los Estados llamados democráticos, la creación voluntaria de
un estado de emergencia se ha convertido en una práctica recurrente, haciendo
del estado de excepción el paradigma de gobierno característico de la política
contemporánea. Tal forma de gobierno vuelve imposible la distinción entre
guerra y paz, en la medida en que sus fronteras se vuelven porosas.[1]
El
estado de excepción produce un efecto en su relación con la vida humana: la
vida desnuda. En la medida en que faculta al poder para disponer sin
restricciones de las vidas humanas que quedan bajo su dominio, éstas quedan convertidas
en vidas desnudas, despojadas entonces de su carácter humano, desprovistas ya de
la protección jurídica y de los lazos que las habían sostenido como
pertenecientes a una comunidad. Si el capitalismo le había quitado ya algunas
de sus prendas a la vida humana, desde el momento en que la convirtió en una
mercancía más, el estado de excepción deja a la vida de cada un@ enteramente
desnuda frente a la posibilidad de ser suprimida si eso permite la conservación
del poder soberano y de la vida de la mayoría. Es en esta forma de operar,
donde la vida de cada un@ puede ser aniquilada a cambio de conservar la de la
mayoría, que el poder soberano justifica su proceder al instaurar el estado de
excepción. Las primeras declaraciones oficiales en el sentido de que el hombre
que murió calcinado en uno de los autobuses había participado en el incendio de
éste, no solo muestran la incontinencia declarativa de las autoridades sino que
revelan el estado de vida desnuda en el que cada un@ queda cuando prevalece la
lógica del estado de excepción. Fue necesario que la esposa y la hija de Moisés
Corona López reivindicaran públicamente su nombre, su inocencia y su memoria, aclarando que él era el conductor
de la unidad y no uno de los incendiarios.
Cada
miembro de la especie humana se las tiene que arreglar con el sinsentido de su
destino mortal. A lo largo de la historia se han construido diversas vestimentas
para hacerle frente a la caducidad de la vida humana, vestimentas que entretejían
el sentido bordeando el sinsentido, en las cuales el telar colectivo servía de
sostén cuando el sinsentido hacía su impertinente aparición mostrando los
agujeros del sentido. Aquí jugaron su papel de soporte subjetivo las
religiones, las ideologías y los llamados metarelatos.
En las circunstancias que nos ha tocado vivir, la posmodernidad, el estado de
excepción y la primacía planetaria de la mercancía, dejan a cada un@ desnud@
para tejer un sentido para la vida que permita soportar la intemperie del
sinsentido, cuando éste ya no se presenta solamente como una intermitencia inoportuna
sino que se ha convertido en una presencia cotidiana y persistente. Desde
ciertas posiciones que promueven la llamada Salud
Mental se dice que la depresión es la "enfermedad" de nuestro
tiempo, ¿pero no se trata más bien de una cierta tristeza, como un rasgo presente
en el lazo social que ha aparecido como resultado del desfallecimiento de un
sentido más o menos compartido socialmente, como experiencia de la dificultad
de hacer una vida vivible? Cuando esta desnudez se vive por fuera de algunas
condiciones que permiten arroparla, como lo son las condiciones que hace
posible la experiencia de un psicoanálisis o algunas experiencias que permiten
compartir con otros las vicisitudes propias de la precariedad de la vida, nos
encontramos ante una destitución subjetiva salvaje, en la cual cada un@ puede
quedar identificado abruptamente con un objeto de desecho. El genio trágico de
José Alfredo Jiménez nunca imaginó que las palabras que un día le cantó a la
condición humana, al dolor que marca el inicio y el fin de la vida, se
convertirían en la definición de algunos de los rasgos distintivos de la
subjetividad de una época.
Entretanto,
las autoridades de los distintos órdenes de gobierno han anunciado la
reinstalación en Jalisco de retenes militares y columna de seguridad móviles, dispositivos propios del estado de
excepción, mientras los medios dan a conocer los sobornos millonarios que las
bandas del crimen organizado entregaban a funcionarios de seguridad pública de
Coahuila, para que les dieran protección e información, entre otras cosas, de
ese tipo de operativos que supuestamente pretenden proteger a los ciudadanos.
Flavio Meléndez
Guadalajara, Jalisco
Marzo de 2012
flaviomelendez@gmail.com
Este texto es la reelaboración ampliada
de una intervención oral en: ¿El
inconsciente es la política...? ¡Ahdios! Conversaciones
a propósito de la aparición del número 2 de artefactos, una revista de la École lacanienne de psychanalyse/Escuela lacaniana de psicoanálisis, que
se llevó a cabo el sábado 10 de marzo.
[1] Cf. Tesis
de Filosofía de la Historia, en: Walter Benjamin. Ensayos escogidos. Ediciones Coyoacán, México, 2006. Sobre el
estado de excepción y su presencia en los Estados contemporáneos cf: Giorgio Agamben. Estado
de excepción. Adriana Hidalgo editora, Buenos Aires, 2004.
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