Alberto Sladogna, Magnetizado: crímenes agujereados*
(*Este breve artículo tiene sus articulaciones
y deudas con las elaboraciones, diálogos y debates sostenidos con Elizabeth Buitrón
y Ernesto Duque Padilla con quienes desde el año 2019 y parte del año 2020 se desplegó un
taller de lectura “El acto analítico”, espacio tiempo que ocuparon las
vicisitudes de Ricardo Melogno. Se agradece a la "Revista de aparición aperiodica esporádica !GNORANTES. Especial fin del mundo"(9/05/2020) que realizó la primera publicación del mismo (http://reditorial.com.ar/revistaignorantes(,agnetizado-crimenes-agujereados/ ))
“Magnetizado: crímenes agujereados”*, Alberto Sladogna
La literatura no refleja la realidad, la inventa ¿…?
Carlos Busqued, escritor, nació en Presidencia Roque Sáenz Peña, Chaco (Argentina), en 1970 vive en Buenos Aires. Colaboró en programas de radio: Vidas Ejemplares, El otoño en Pekín y Prisionero del Planeta Infierno. Participó de la revista El Ojo con Dientes.
Sebastian Plut citó a Umberto
Eco:
“Razonar sobre las causas y los efectos es algo bastante difícil… A nosotros nos cuesta ya tanto establecer una relación entre un efecto tan evidente como un árbol quemado y el rayo que lo ha incendiado, que remontar unas cadenas a veces larguísimas de causas y efectos me parece tan insensato como tratar de construir una torre que llegue hasta el cielo”
Escribo estas líneas pues fui afectado el ensayo de Carlos Busqued: “Magnetizado. Una conversación con Ricardo Melogno” (2018, Anagrama), resultado de noventa de horas de entrevistas con el autor convicto y confeso en 1982 de cuatro crímenes; tres efectuados en Capital Federal (Mataderos), el cuarto en una zona vecina de la Provincia de Buenos Aires. Cuatro crímenes reconocidos, no pensados, no planificados, la ausencia de un motivo agujerea cada crimen, ese inasible es parte de sus crímenes. Ese agujero acompaña a diversas formas del acto: traspiés, actos fallidos, sueños, lapsus, síntomas, actuación, deportes de alto riesgo “Pensar es claudicar” divisa de Thomas Diet(https://colectivoescucharte.blogspot.com/2019/09/thomas-dietpensar-es-capitulara.html), campeón de esquí libre… (J. Allouch, Nuevos subrayados sobre el pasaje al acto, 2020). El agujero, un objeto, conlleva una sorpresa, carecemos de su concepto, a pesar de lo cual opera en nuestras formas de vivir la vida.
Busqued acompaña a Melogno al mostrar ese objeto. Ricardo Melogno vive en un agujero sin bordes, logra vivir en él, más allá y más acá de nuestros pre y perjuicios. El autor de “Magnetizado…” despliega una función singular: transmite las palabras de Melogno, dejar ver en acto la construcción de un testimonio, no pretende transmitir ningún dato objetivo, por suerte, al contrario, su testimonio es subjetivo; la objetividad es una bonita fantasía. Busqued opera como secretario de Melogno ¿Qué figuras del secretario práctica? Una a la manera de Torquato Acetto quien precisó un estilo: la disimulación honesta ¿En qué consiste? “Se simula lo que no se es…se disimula lo que se es “(Torquato Accetto, De la disimulación honesta) Busqued combina ese estilo con otra función ¿Cuál? Hacerse secretario de Ricardo Melogno, recoger su decir lo más cercano al pie de la letra. Durante la realización de las entrevistas, en el trascurso de su transcripción y luego en el armado final del texto se deja guiar por lo que dice Melogno elude en cada momento adjetivar o calificar o interpretar, habla con Ricardo sin tener un objetivo diagnóstico, terapéutico, psiquiátrico, psicológico, psicoanalítico, jurídico, académico. Busqued en cierta medida, con no aplicar “conceptos” desde el afuera del decir de Melogno, se trata de un estilo que no es fácíl de adquirir, de practicar. El texto narra la existencia de otros estilos:
“Había un juez, que era profesor de la universidad, estuvo viniendo durante años [a la U-20 del Hospital Borda], venía cada año con los alumnos de su materia, los traía a hablar conmigo. Cuando yo hablaba…y al tipo le parecía que estaba muy tranquilo, me pinchaba un poco, ’Ricardo, cuénteles a estas personas cómo usted mataba, cuénteles como veeeíiiia caaeeeer el cueeerpo, Ricardo, cuénteles de la sangre…’ Yo veía la cara que ponía la gente y un poco me agrandaba con eso…una psiquiatra de mi equipo tratante me saca como para llevarme a mi celda, pero se hace la boluda y me pone atrás del tipo un rato por el pasillo, para que yo escuche. El tipo no se daba cuenta de que yo iba atrás, y le hablaba al grupo mientras iban a la salida. “El día que se encuentren con un monstruo, lo van a reconocer, porque un monstruo es esto que acaban de ver.” Mi error fue no cuidarme de la atención dañina. Me jode que esas personas se fueran contentas, sintiéndose mejores, porque tenían un monstruo para compararse. Me duele haber regalado ese buen momento”.
V. I. Lenin indicaba que cada comparación cojea, es una metida de pata que deja atrapada a la pierna que compara.
El título del libro
“–¿Y por qué se te ocurrió lo de que estabas magnetizado?
Y, porque se me pegaban las cosas a la mano y no entendía por qué. Y como eran de metal las cosas, pensé que capaz estaba imantado. El primer pensamiento lógico fue ese, digamos... «Los cubiertos son metálicos, se me pegan los metales..., estoy magnetizado.» Era después de un crimen, tenía sus manos manchadas de sangre.
La ley de amperes es una corriente que circula por un conductor genera un campo magnético alrededor de ese conductor. La intensidad del campo magnético es proporcional a la corriente que circula. Un magnetismo surgido de un hecho obscuro: Melogno reconoció haber asesinado a cuatro taxistas sin tener motivos; confesó sin sufrir torturas u otros apremios ilegales. Esa declaración introduce la ausencia de motivos y su ejecución sin pensar lo que hacía. Los actos convocan una pregunta “¿Por qué lo hizo?” En efecto existen actos criminales motivados, incluidos los motivos llamados inconscientes ¿…?. De pronto un relámpago obscurece nuestro sentido, no hay motivo/s; un acto sin pensar.
Los hechos
En septiembre de 1982 tuvo lugar en la ciudad autónoma de Buenos Aires una extraña, breve y escueta “serie” de asesinatos. Los cadáveres aparecieron en horas de la madrugada, caídos sobre el asiento delantero de sus automóviles, con un orificio calibre 22 en la sien derecha. Los taxis, estacionados en esquinas oscuras, con las luces internas y el motor apagados, los faros delanteros encendidos. No había evidencia de robo, aunque faltaba la documentación del vehículo y de la víctima. Salvo en el último incidente, los relojes de la tarifa estaban puestos en cero.
Busqued informa que solo tres de los cuatro asesinatos trascendieron públicamente: el 24 de septiembre, La Razón, Crónica, La Prensa y Clarín reseñaron en pocas líneas la aparición del cadáver de A. R., en la esquina de las calles Pola y Basualdo. La ubicación dada por la prensa genera una cuestión, las calles Pola y Basualdo son paralelas. Ese “detalle” albergó uno de los cadáveres ¿Qué extraño albergue? El detalle surgió cuando colaboré con Guy Le Gaufey, traductor de la reciente edición en francés (‘Les quatres crimes de Ricardo Melogno. Entretiens, EPEL, París, 2020). Una calles paralelas generan un agujero sin borde (Lacan, 1971)¿De qué se trata eso?
La prensa informó cuatro días después la noticia del hallazgo de C. C., en el 1800 de la calle Oliden. El hombre agonizaba. Tenía un agujero en el cráneo sangraba profusamente, falleció camino al hospital. Ante este segundo incidente, la comisaría 42 organizó un operativo de saturación rodeando Mataderos. El 28 de septiembre apareció muerto J. G., en la esquina de Basualdo y Tapalqué, a cuatrocientos metros de los anteriores. Luego cesaron los asesinatos.
Las únicas certezas aportadas por los agentes del orden eran que todos los hechos fueron obra de un mismo autor, y durante los crímenes el atacante no se había movido del asiento trasero de los autos. El hueco dejado por la investigación fue cubierto (¿encubierto?) por la prensa con floridas hipótesis interpretativas: «No se descarta que el psicópata sea una mujer disfrazada, con el pelo bien corto», «El asesino podría ser un estudiante de escuela nocturna, desequilibrado mentalmente, que al salir del establecimiento ataque a los taxistas», «El maniático llamó a la comisaría 42 y aseguró que volvería a atacar y que nadie podría detenerlo», «El asesino es un psicópata de compleja personalidad, se especula que mata en esquinas de calles cuyos nombres tenían un número par de letras» ¿A qué responden esos brotes? Hipótesis semejantes o iguales o más descabelladas habitan nuestras vidas ante el agujero sin sentido que emerge de y ante un acto…criminal.
El 15 de octubre de 1982 un hombre se presentó en el Palacio de Tribunales de Capital Federal y solicitó entrevistarse con el juez encargado del caso. El asesino de los taxistas era su hermano, y en ese mismo momento estaba junto a su padre, desayunando en un departamento del barrio de Caballito. Se ofreció a guiar una comisión policial hasta el lugar. Aseguraba que su hermano estaba desarmado y que se lo podía arrestar sin violencia. El misterioso homicida resultó ser un joven de veinte años de edad…Su nombre: Ricardo Luis Melogno, reconoce haber cometido esos asesinatos, no se escapa de su acto, y al mismo tiempo introduce su dificultad, él no sabe, no dice, no tiene a su alcance los motivos, no puede hablar de eso:”En el momento de las cosas, yo no pensaba nada”
No se trata de una inhibición o de un síntoma o de una angustia provocada por los motivos, se trata de que no encuentra los motivos, hizo ese acto sin pensar. Otros criminales confiesan sus motivos: amor u odio o amordio hacia el asesinado, se lo asesina para quitarle su dinero o joyas; se trató de hacer un trabajo para otro/s que lo contrataron, etcétera… Estos criminales planifican el acto, además al confesar sus motivos para hacerlo reciben penas carcelarias más “benignas”.
El testimonio del Juez
La Revista Gente, una semana después de la detención escribía: “Durante la declaración respondió con detalle a las preguntas del juez, pero se quedaba callado sistemáticamente cuando caía sobre él la pregunta de por qué lo había hecho. ¿Cuál fue el móvil entonces para el frío exterminio que llevó a cabo?” Ese silencio suele atribuirse a una estrategia de autodefensa, en este caso era real ¡No tenía a su alcance los motivos de sus actos no-pensados!
Paul Guiraud escribió junto con Cailleaux "El homicidio inmotivado, reacción liberadora en los hebefrénicos" (1928), trataba del asesinato de ¡un taxista!, en 1931 sostenía que "Los homicidios inmotivados" descansan en componentes neurológicos. Lacan aborda el tema desde otra perspectiva en “Motivos del crimen paranoico. El crimen de las hermanas Papin”, publicado en una revista de arte “Minotaure”. Su texto concluye con una incógnita pronunciada por Christine Papin al ser interrogada por los motivos para infligir heridas tan atroces a sus patronas, responde “El misterio de la vida”. El acto criminal contiene agujeros, misterios.
El juez Dr. Caminos detuvo a Ricardo en 1982, y tomó su primera declaración. El juez dice
“La rutina hace
que uno condene o absuelva y se olvide del tema... Si usted me pregunta qué condené
la semana pasada, no me acuerdo, pero hay casos que lo impactan a uno, y queda
el recuerdo.”
¿Qué le impacto de Ricardo Melogno?
“Le pregunté por qué guardaba
los documentos, si eran trofeos. Contestó que “algo así”. Esa respuesta creo
que un poco se la induje yo..., según recuerdo, le dije: “¿Y los documentos por
qué los guardabas?, ¿eran como un trofeo?” “Sí”, me dijo él. No fue algo
espontáneo de su parte, eso…No daba la impresión de estar loco. No decía
incoherencias, no era un delirante. Eso puede haber confundido al forense. El forense
insistía con que no estaba loco, que era imputable, que era responsable de sus
actos y estaba fabulando... A mí no me parecía. Al contrario. Porque esto
era... matar por matar. No había ninguna razón. Siempre se mata por algo, y en
todo caso se miente para eludir la responsabilidad. Acá no había ningún motivo.
Era matar por matar, directamente.”
El tigre, si seguimos a Claude Levy-Strauss -en sus Mitológicas (1964-1971)- es un animal muy cercano al hombre debido a que mata por matar, no lo hace como otras especies que matan para alimentarse o alimentar a su cría. Esa conducta quizás muestra lo que ocurre con los domadores de tigres y sus espectáculos: en uno de ellos el tigre los mata.
La ausencia de motivos está refrendada por la serie de diagnósticos ante
la ausencia de…motivos, dado que
“El acto mismo era lo loco”, dada la ausencia de secuencias lógica de quien no deliraba, no alucinaba, no había “razón” para esos actos criminales, entonces parecen los diagnóstiscos: Trastorno esquizotípico de la personalidad; Síndrome esquizofrénico sobre personalidad psicopática; Trastorno de personalidad antisocial con núcleos esquizoides; Cuadro delirante crónico, compatible con parafrenia o paranoia; Psicópata esquizo perverso histérico; Autista ; Estabilizado. Melogno subraya que “ para la última audiencia soy un predador esperando el momento de atacar. A lo cual yo respondo: bueno, entonces soy el predador más pelotudo del mundo, porque qué pasó que no maté a nadie en treinta años de cárcel. Ok, está bien, puedo estar esperando una presa específica, pero...treinta años sin hacer nada, tan selectivo soy. Y ojo que estoy en el mejor lugar del mundo para ser violento.”
Estadísticamente infrecuente
M. R. es médica psiquiatra. Trató con Ricardo durante siete años en la
Unidad 20 del Hospital Borda: “Teniendo en cuenta que son cuatro asesinatos,
que las víctimas y la metodología siguen un patrón muy específico, y que existe
un cierto espaciamiento entre incidentes..., podría decirse que sí. Pero, por
lo que cuenta Ricardo, falta un elemento importante que define al asesino en
serie, que es el período de retracción del impulso homicida entre crímenes. Él
habla de una inercia, una cosa más continúa en el impulso… Para mí, está medio
afuera de los casilleros de clasificación que hay para asesinos múltiples”
En fin, Ricardo no encaja en los modelos propuestos para explicar o llenar el agujero de sus actos. La psiquiatra narra un episodio con otra paciente:
” me decía que a ella le llegaban mensajes desde una nave nodriza. Le pregunté: “¿Y por qué yo no escucho esas señales?”, ella me contestó: “Y, doctora, ¡porque usted no tiene la antena!”, señalándome la cabeza...Por lo demás, era completamente normal, funcionaba, era madre, ama de casa, bien, se quejaba un poco del marido, que ordenaba demasiado las cosas, pero nada más...Era una mujer muy amable, y convivía amablemente entre esos dos mundos”
Luego la psiquiatra regresa a Ricardo:
“En este
caso, la fantasía
no tiene el
mismo sentido que
tendría en la definición
clásica de un
asesino en serie
que desde mucho
antes de matar fantasea con la muerte o la tortura,
hay ya el germen de un ritual, en el placer de pensar, de premeditar, en el
plan mismo hay un placer erótico. Acá no hay plan, no hay regocijo”
M.R confiesa una fantasía personal, va a un polígono, dos veces al mes, no es tiradora de competencia, en esos momentos fantasea con matar a una persona con nombre y apellido, cada vez que tira piensa en ella, no se plantea eliminar a esa persona, lo fantasea. Interesante detalle: una fantasía la protege, es una defensa para no pasar al acto.
No todo es malo
Treinta y tres años encarcelado, y la cuenta sigue corriendo. Esos
años son tomados de otra forma por Melogno “Establezcamos que
el Halopidol es una porquería,
que el mismo
trato jodido del servicio penitenciario es una mierda, pero en mi caso
algo bueno tuvieron que... me sacaron de..., digamos..., me devolvieron a una
realidad..., acá maduré, me fortalecí, me armé. La medicación y el tratamiento
ayudaron… Es como todo, tenés tu tranquilidad y tenés tu desgracia”.
Cuando lo llevaron al Borda, el desborde medicamentoso que debía ingerir le permitía descansar¿…? Esos desbordes permitían dormir sin estar en alerta ante un posible ataque de otro preso. Busqued con “Magnetizado” muestra los límites de los pre y perjuicios que suceden ante las formas raras de vidas, raras pues interrogan nuestros estilos de creer que vivimos en la normalidad. Melogno indica que para él ha sido factible tener una vida que fue relanzada por sus cuatro actos criminales sin motivo y ejecutados sin pensar.
¿Conclusión?
Junto con Carlos Busqued
corresponde hacer lugar a una expectativa de Ricardo Luis Melogno:
“La única expectativa que tengo, la única deuda trascendental, es ser una persona. Yo fui una cucaracha. Y después un monstruo. Y después un preso. Me gustaría ser una persona. O sea, no ocultar lo que fui, pero... ser una persona común. Cuanto más pueda desaparecer entre la gente, mejor. Esa deuda pendiente, de ser uno más. Perdido en el montón”
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