Leer , analizar con los tres registros ¿...?
Exomologesis: estallido del inconsciente*
Notas incoherentes[1]
*Alberto Sladogna, sladogna@gmail.com, publicado en artefactos, una revista de la École
lacanienne de psychanalyse – elp- # 7, 2017
Es precisamente por esto que en un tiempo en el que no era sin
motivo que yo había elegido este tema de la angustia - lo había elegido porque
sabía que eso no duraría, porque tenía algunos “fieles” que se ocupaban de
suscitar las mociones de orden que luego podían volverme declarado inapto para
transmitir la teoría analítica. Jacques Lacan,
17/12/1974
Escribo estas notas a partir de estar
afectado, desde hace un tiempo por la siguiente pregunta: ¿Cuál es el lugar
funcional, práctico de los despliegues teóricos en la experiencia analítica?
Para avanzar con alguna respuesta, encuentro un horizonte temático: cómo operar
en el análisis con los tres registros subjetivos (real, simbólico e imaginario)
al mismo tiempo sin privilegiar uno sobre los otros dos.
Una vía para explorar es pensar sin el
“orden simbólico”- término empleado por Lacan y dejado de lado en 1970/1971. El
registro o consistencia o dimensión del simbólico no requiere del “orden
simbólico”; un análisis desplegado en las tres
dimensiones cuenta a su favor con el simbólico.
Lacan realizó un seminario (1955/1956) analizando las “Memorias de mi malestar
nervioso”[2] sin dar cuenta que no
existía ninguna impedimento “simbólico” para leerlas, en ellas operaba el
registro simbólico, registro excluido
por un “orden simbólico” normativo. ¿Cómo analizar sin ese “orden”?
Para localizar los inicios de esta forma de
analizar sin privilegios corresponde tomar apoyo en el seminario oral de
Jacques Lacan del año 1974/1975, heresia.
¿De qué se trata? Veamos
Solo tomo apoyo en una “escritura” de la
versión estenográfica de la sesión del 17 de diciembre de 1974. La misma no figura en otras versiones. Esa
imagen contiene una columna que reúne tres elementos desplegados en esa sesión
– como antecedente, entre otras, está la sesión del 10/12/1974- ¿Cuál tema?
Cada uno de los hilos o los toros, o las cuerdas o los anillos tiene un tejido
de tres componentes: existencia, agujero y consistencia.
El año anterior, el 13 de noviembre de
1973 proponía:
Vamos a tratar de
distinguirlas, de conservar aún una onda de distinción entre las tres
categorías [real, simbólico, imaginario
] , señalando lo que ahora pongo sobre el tapete, a saber: notar bien que, como
dimensiones de nuestro espacio — nuestro espacio habitado como seres hablantes—
esas tres categorías son estrictamente equivalentes.
Si son equivalentes, entonces la
preeminencia del “orden simbólico” sobre los otros dos registros se acabó como
concepto. Añadimos la equivalencia puesta sobre el tapete, va a indicar que
cada categoría está compuesta por su existencia –real-, su consistencia
–imaginario-; y su agujero -simbólico.
Cada categoría del real, del simbólico y del imaginario tiene una composición
trinitaria de real, imaginario y real. Así lo que se toma, en forma ligera,
como siendo la imagen de un nudo borromeo de tres lazos, o círculos, o anillos,
muestra algo más: se trata de un nudo de
nueve elementos: el real construido por su imaginario y su simbólico + el
simbólico conteniendo su real e imaginario + el imaginario compuesto por su
real y su simbólico. Así 3+3+3 hacen un nudo borromeo, es un nudo no anudado de
nueve componentes.
Esta composición abre el lugar del
análisis para intervenciones: reales, simbólicas e imaginarias a condición de
aceptar que cada uno de los registros al ser tomado desde esa perspectiva
presenta una novedad: los registros han cambiado y cambian en su articulación
respecto del “pasado” del cual habla Lacan al inicio de esta sesión.
Reitero. Las tres consistencias son
equivalentes. Cada una está constituida por su existencia (real), por su
agujero (simbólico), por su consistencia (imaginaria). Cada consistencia es
trinitaria, debido a eso no guardan articulación con las formas anteriores del
real, del simbólico y del imaginario. Desde ese momento un nudo borromeo es una
heresia de nueve consistencias, lo cual
abre el análisis a múltiples cambios, a múltiples perspectivas rizomáticas.
En 1953 cuando Lacan presenta su conferencia
“Simbólico, imaginario, real” (1953) esos componentes no se presentan anudados,
habrá que esperar veintiún años a su seminario heresia en que el objeto del seminario estará constituido por sus
tres consistencias anudadas.
Estos seminarios se ubican de forma
temporal en cercanía con los temas abordados por Michel Foucault en los años de
1979-1980, editados en el año 2014 bajo el nombre de Del gobierno de los vivos.
Considero pertinente anotar que el “orden simbólico” constituyó una forma de la
exomologesis –confesión.
Los avatares de la exomologesis
“Exomologesis” para presentar sus
horizontes tomo apoyo literal en el estudio realizado por Edgardo Castro, El vocabulario de Michel Foucault. Un
recorrido alfabético por sus temas, conceptos y autores (2004). A
partir de las clases del curso de Michael Foucault de 1979-1980, allí analiza el examen de las almas y de la
confesión en el cristianismo primitivo. Los avatares de la penitencia del siglo
II al siglo V muestra que la exomologesis (confesión, reconocimiento) no era
una confesión verbal, ni de las faltas, ni de las circunstancias; por otro
lado, ella no obtenía la remisión por el solo hecho de ser formulada en la
forma canónica ante quien tenía el poder de remitir los pecados:
“La penitencia era, más
bien, un estado al que se ingresaba y del que se salía ritualmente. Durante el
tiempo de la penitencia, el penitente reconocía sus faltas con sacrificios,
austeridad, modo de vida; la expresión verbal no tenía un papel fundamental. En
las instituciones monásticas la confesión se encuadra en el marco de la
dirección espiritual. Aquí es necesario analizar el modo de dependencia
respecto del maestro, la manera de llevar a cabo el examen de conciencia, la
obligación de decir todo acerca de los movimientos del alma. La confesión
prescripta por Casiano no es la simple enunciación de las faltas cometidas ni
una exposición global del estado del alma, sino la verbalización permanente de
todos los movimientos del espíritu (DE4, 125-128). A partir de la Edad Media,
durante la Reforma. En la evolución de la práctica cristiana de la penitencia
es necesario prestar atención, por un lado, a la relación confesión/penitencia,
y por otro, a la función de la confesión. En cuanto al primer aspecto, como
dijimos, originariamente la confesión no formaba parte del núcleo de la
penitencia”.
Luego Edgardo Castro continúa:
“En cuanto al segundo, la
función de la confesión en la penitencia se ha modificado notablemente. A
partir del siglo VI, con… la penitencia tarifada, la confesión comienza a
inscribirse en el corazón de la práctica de la penitencia. Se trata de un
modelo irlandés, no latino, de matriz laica, judicial y penal. Debido a que
cada falta grave requería una satisfacción proporcionada, la enumeración de las
faltas, su confesión, se volvió necesaria…A partir del siglo XIII asistimos a
una reinserción de la confesión en los mecanismos del poder eclesiástico. El
Concilio de Letrán de 1215 establece la obligación para todos los cristianos de
confesar sus faltas graves. La frecuencia de esta práctica debía ser al menos
anual, pero se recomendaba que fuera mensual o semanal… El sacerdote, por su
parte, será el garante con sus preguntas de esta exhaustividad…A partir del
siglo XVI, asistimos a un proceso de cristianización en profundidad…Con la
extensión del dominio de la confesión: todo o casi todo de la vida del
individuo debe pasar por el filtro de la confesión. Por otro lado, nos
encontramos con un fortalecimiento de la figura del confesor: además de la
absolución, dispondrá del derecho de examen de la vida del penitente y de toda
una serie de técnicas para llevarlo a cabo…A partir de la pastoral de San
Carlos Borromeo (Siglo XVI)…se desarrollará la práctica de la dirección de
conciencia…Durante la época de la reforma y de la contrarreforma, la práctica
…se transforma… en relación con el sexto mandamiento (“no cometer actos
impuros”):…es un recorrido meticuloso del cuerpo, una anatomía del deseo, una
cartografía pecaminosa del cuerpo (AN, 155-186). Scientia sexualis. Según
Foucault, históricamente hay dos grandes procedimientos para producir la verdad
del sexo: ars erotica y scientia sexualis. En la primera, la
verdad del sexo se extrae del mismo placer; en la segunda, la verdad del sexo
aparece en un procedimiento de saber-poder cuyo eje es la confesión…Con la
pedagogía del siglo XVIII y la medicina del siglo XIX., la confesión comenzó a
utilizarse en toda una serie de relaciones: padres-hijos, alumnos-pedagogos,
enfermos-psiquiatras, delincuentes-expertos”.
Edgardo Castro con El vocabulario…abre un espacio que
interroga momentos de la práctica
del psicoanálisis:
“En cuanto concierne al
sexo…una serie de transformaciones permitieron ajustar el ritual de la
confesión a la regularidad científica: 1) por la codificación clínica del
“hacer-hablar” (combinando el relato con los signos y síntomas descifrables),
2) por el postulado de una causalidad general y difusa (el sexo puede ser causa
de todo y de cualquier cosa), 3) por el principio de una latencia intrínseca de
la sexualidad, 4) por el método de la interpretación, 5) por la medicalización
de los efectos de la confesión. Como práctica judicial. En la época clásica, el
cuerpo del condenado no sólo era el objeto del castigo, del suplicio; estaba
inscripto en el procedimiento que debía producir la verdad acerca del crimen”.
En ese punto el vocabulario presenta una
afirmación de Foucault:
“Freud transferirá la
confesión de la rígida retórica barroca de la Iglesia al relajante diván del
psicoanálisis”.
Salir del” orden simbólico”
Seamos fuertemente contemporáneos
Jacques Lacan, 1972
El “orden simbólico” –término empleado por
Lacan- al imponerse sobre el registro imaginario y el real encubre la composición subjetiva de aquello
que afecta al analizante cuando se decide a emprender la experiencia de un
análisis. En un viaje a Berlín,
Alemania, visite una exposición: “Topografía del terror”, allí la extrema
derecha, el nazismo, mostraba sus vecindades con lo que fue un gobierno de la
izquierda, el gobierno comunista de Alemania Oriental. A un costado de las
ruinas de lo que fue el Muro de Berlín –separación del oriente comunista del
occidente capitalista de 1961 hasta 1989- una calle une topológicamente lo diverso: las
ruinas del muro, las oficinas de la Stasi, luego en vecindad, a 100 metros se
encontraba la exposición “Topografía del terror” montada en el lugar donde
estaban localizadas las oficinas de la SS, de la Gestapo y de la Seguridad del
Reich (Cfr.: Alberto Sladogna, Performance
del análisis: El gesto, en artefactos# 5,2014)
El “orden simbólico” establecía solo una
diferencia entre el nazismo, el comunismo, y el muro de Berlín, mientras que la
topología del terror muestra sus vecindades, sus continuidades, los cruces por
arriba y por debajo de esos elementos. Esta topología se realizó mediante
fotografías, imágenes del real que dejaban aparecer de otra forma, mediante una
iluminación, un hecho subjetivo: el terror. Subrayo esa topología no carece de
su registro simbólico, un registro ya deja de ser un “orden”.
Una fotografía de la exposición me impacto
corporalmente. La imagen muestra un gesto subjetivo efectuado por August
Landmesser quien cruza sus brazos cuando
sus compañeros proletarios del astillero levantan su brazo derecho, saludo
nazi, ante la presencia de Adolfo Hitler. ¿Qué es lo que hace? Cruzó sus
brazos, lo haya hecho por lo que lo haya hecho, lo hizo. Hacerlo quizás tuvo consecuencias para él, fue despedido
(¿…?), enviado al frente ruso durante la Segunda Guerra Mundial desapareció. Se
dice, sin muchas precisiones que la imagen fue localizada por su hija
sobreviviente a la tragedia quien de casualidad en un periódico reconoció la
presencia de su padre. Añado un componente: esa fotografía en junio del 2013, procedió a localizarme como
alguien afectado por ella, a partir de
allí inicie un análisis del tema que exhibe. Quede afectado, los afectos son un
componente que el “orden simbólico” dejaba de lado, consideraba que impedían la
exomologesis –confesión- para cuestionar los efectos duales y de entorpecimiento
subjetivo que se le atribuía al imaginario.
Lacan el 25 de mayo de 1955 propone la “Introducción del gran Otro” – concepto
que le fue cuestionado por Claude Lévi
Strauss por hacer entrar por la ventana una forma de Dios-, allí escribe un
esquema:
El esquema propone una interferencia –sea
del tipo que fuera-entre el imaginario y el simbólico[3]; el “orden simbólico”
estaba destinado a realizarse: poner “orden” a los disturbios del imaginario,
esa actividad está en el horizonte de la exomologesis –confesión, estudiada por
Michel Foucault en Del gobierno de los vivos, 1979-1980 (FCE, México, 2014).
Escritos I presenta la versión de 1949 de El tiempo lógico y el aserto de certidumbre
anticipada. Un nuevo sofisma. Lacan escribió: “Primero, un hombre sabe lo
que no es un hombre. Segundo, los hombres se reconocen entre ellos por ser
hombres. Tercero, yo afirmo ser un hombre por temor de que los hombres me
convenzan de no ser un hombre.” Es una secuencia de orden identificatorio guiada
por el “orden simbólico” dominante en tal época. El gesto de August Landmesser – ya mencionado- pone en tela de juicio esa versión. Landmesser no se comporta como los demás
hombres, no teme no ser reconocido como hombre por los otros. Introduce, en esa
visión homogénea de la masa saludando a Hitler, un gesto. Un gesto subjetivo,
semejante, análogo al que los diversos integrantes de las comunidades de la
diferencia han producido y producen al presentar, mostrar sus formas de vidas,
distintas, no homogéneas con las vidas “normales”. Un gesto semejante que cada analizante logrará o no alcanzar en su
análisis.
En los años 1973-1974, Lacan, a causa de su experiencia
como analista, comienza un seminario (Los
incautos del padre no yerran) donde abandona lo que fue su posición de
psicoanalista años atrás. ¿Cuál experiencia? En 1964, varios de sus analizantes
negocian a Jacques Lacan con la IPA, como lo subraya José Attal (El
pase. La tercera proposición de octubre de Jacques Lacan, 2012). Resuelven
con esa institución aceptar tres
cuestiones: primero, que se le retire a Lacan su título de analista; segundo,
aceptan la prohibición de supervisar con
Lacan; tercero, no se puede asistir a
sus seminarios. Estos términos están documentados cuando se hizo público en
francés y castellano un informe guardado en secreto por la IPA, se trata de El
informe Turquet (José Attal,
2015) Renunciaban a su psicoanálisis a cambio de lo cual recibían el título de psicoanalistas
reconocidos por la Asociación Psicoanalítica Internacional, respondían a los
requerimientos del “orden simbólico” dominante en la IPA.
Lacan el 20 de noviembre de 1963,
pronuncia la única sesión de un seminario titulado Los NOmbres del padre:
“Hoy no tengo la intención
de entregarme a ningún juego que se asemeje a un golpe de efecto, no esperaré
la finalización de este seminario para decirles que éste es el último que haré.
Así como para algunos, iniciados en las cosas que pasan, esto no será sorpresa,
para los otros, es por consideración a su presencia por lo que haré esta
declaración. La noche pasada, ya tarde. . . me fue anunciada una novedad [su exclusión de la IPA, perdida de su título
de psicoanalista reconocido, prohibición de dictar su seminario]. . . había creído que continuaría este año lo que
les vengo dando desde hace diez, estaba preparado, no haré sino darles lo
primero. He anunciado que les hablaría este año sobre los Nombres del Padre. No es posible hacerlo escuchar…”
En esos momento atraviesa un periodo de sensibilidad: tenía la
vivencia de que la IPA le había colocado micrófonos en su
consultorio. Es una cuestión de
experiencia del diván: cuando tal o cual sujeto se pone sensible tiene alguna razón.
Esa sensibilidad -a veces exagerada es llamada “delirio”- está al servicio de prestar
atención a un hecho. Su consultorio
tenía micrófonos portátiles: algunos de sus pacientes al salir de las sesiones
informaban al comisionado de la IPA sobre la duración de sus sesiones. La sensibilidad
de Lacan captó la presencia de esos micrófonos. Ese síntoma era una medida de
la canallada que constituía el acceso a
esos títulos negociados. En un fin de análisis el analista como tal cae,
mientras que negociar con otros al analista para obtener un título es una
caída…en una canallada de la que no hay regreso.
Luego Lacan despliega en 1964 un seminario,
Los fundamentos del psicoanálisis,
que pone en tela de juicio los
fundamentos del psicoanálisis, y en ese mismo momento propone otros; de ahí la
pertinencia de conservar ese título: Los
fundamentos del psicoanálisis.
Si se ubica al psicoanálisis como una
pirámide, su fundamento es un vértice
que sostiene la pirámide y constituye a
su base. Al tocar los fundamentos, Lacan provoca que la pirámide comience a resquebrajarse, a
descolocarse, a dejar de funcionar porque se quedó sin el vértice que la
fundamentaba.
Pier Paolo Pasolini en Escritos
corsarios (2009) agudiza su sensibilidad poética, al mostrar que la poesía
es sismográfica, es un sismo que conmueva los fundamentos sensibles. Claude
Calame –citado por Attal- indica que “La inversión de perspectiva propuesta no
hace del pasado sino del presente el
punto de referencia”[4]. El “orden simbólico” arruina al analizante y al
analista mediante homologación (“todos los psicoanalistas son homologados por
la institución al darle de la misma forma a su acceso al título de tales, los
uniforma”). La homologación del “orden simbólico” sepulta la aparición de otras
formas de subjetividad de mundos otros del deseo, lo hace cuando impone la
uniformidad, un procedimiento cercano no igual al que realizan las campañas de
publicidad, las modas.
Lacan propone sus fundamentos: inconsciente,
repetición, transferencia y pulsión, esa serie excluye al complejo de Edipo, se
cae la pirámide edípica junto con su “orden simbólico”. Estos elementos ¿debido
a que sufren esa caída? La sesión del 22 de enero de 1964 responde: “Si
queremos comprender de que se trata le psicoanálisis, hay que volver a evocar
el concepto de inconsciente en los tiempos por los que Freud pasó para
forjarlo-ya que solo podemos acabarlo llevándolo al límite”[5]. Subrayemos un dato en
francés y en castellano “acabar” implica “terminar”; “matar”, “finalizar”,
movimiento que en ocasiones suele ocurrir cuando el analista interviene ante un
síntoma: al llevarlo a sus últimas consecuencias se acaba.
El 15 de enero de 1964 muestra a un Lacan identificado
con Spinoza:
“Este comentario no es
anecdótico…que mi enseñanza,…ha sido sometida…una censura nada ordinaria,
puesto que se trata nada menos que de proscribir esta enseñanza, que ha de ser
considerada como nula en todo lo tocante a la habilitación de un psicoanalista,
y de convertir esta proscripción en condición para la afiliación internacional
de la sociedad psicoanalítica a la cual pertenezco…Se trata…a lo que en otros
sitios se llama excomunión mayor... existe…en una comunidad religiosa designada
por el termino indicativo, simbólico, de sinagoga, y Spinoza la padeció. El 27 de Julio de 1656 primero…Spinoza fue
objeto del kherem, excomunión que corresponde justamente a la excomunión
mayor, esperó luego algún tiempo para que le aplicaran el chammata que consiste en
añadir la condición de la imposibilidad de regreso.”
Pese a ese síntoma personal, en la tercera
sesión rechaza la homologación de su concepto del inconsciente con la
ontología, primer paso que lo separa de Spinoza para concluir en la última
sesión del 24 de junio respecto de dos temas caros al filósofo excomulgado: la
ontología y el amor intelectualis:
Esta posición es
insostenible para nosotros.
En concreto, como psicoanalista deja de
sostener la identificación con Spinoza, en tanto psicoanalista no puede ser
objeto de una excomunión pues tal operación implicaría aceptarse como
practicante de una religión. El análisis deja de sostener al psicoanálisis
religioso de la IPA, recordemos que Freud dotó a esa institución de una arquitectura
semejante a la de Iglesia y la del Ejercito (Cfr: S. Freud, Psicología
de las masas y análisis del Yo, 1921). Subrayamos que en 1980 Lacan en
el trascurso del seminario oral Disolución acaba con su École
Freudienne de Paris a causa de su consolidación religiosa.
Exomologesis:
operación del “orden simbólico”
“Cada vez que soltamos el sostener alguna verdad o creencia,
aparece algo nuevo. Es una apertura de la mirada reflexiva. Dejar de saber para
ponerse en la posibilidad de no saber, lo cual es un cambio”. Humberto Maturana,
22/10/2016
En 1964 el complejo de Edipo cae como
fundamento: el psicoanálisis no tiene nada que ver con la religión, y después
de hacer esa declaración, en la sesión siguiente:
“El complejo de Edipo es un sueño de Freud no analizado”
Y si eso fuera poco añade:
“El complejo de Edipo no
tiene nada que ver con lo que hacemos todos los días”.
Estamos en 1964. José Attal estudió en
detalle esa situación en el estudio ya citado. En los avatares previos a sus seminarios 1973-74,
1974/1975 Lacan informa que nunca más hablará de los nombres del padre, en función de la experiencia que había tenido
con la IPA. La IPA lo expulsa porque lee
en público los textos de Freud, cambia la “costumbre” de Freud de otorgar
sesiones de 60 minutos y con una frecuencia de 5 veces por semana. Para dar
lugar a los pacientes americanos, que eran los que le aportaban ingresos para sobrevivir,
su hija le indica: “Mira, si quitas 15 minutos a cada uno de los pacientes,
queda una cantidad de tiempo para aceptar en tratamiento a los pacientes”. Se
pasa de 60 a 45 minutos. Lacan también aceptaba como participantes de su
seminario a personas que hacían su
análisis con él. Dicho de otro modo: lo expulsan por romper las costumbres. El
acontecimiento cambia nuestras costumbres, nos coloca en una situación
inesperada, nueva, no implica que sea siempre sea agradable o cómoda.
Lacan dice que nunca más va a volver a
hablar del tema de Los nombres del padre.
En 1973-1974 titula a su seminario oral,
Los
incautos del padre no yerran. Habrá que inventar ese seminario en
castellano porque en francés articula muchas cosas a la vez en un solo título; es:
los nombres del padre, los que creen en los nombres del padre, los que yerran
porque no creen y los que son impunes. Es muy complicado pasar esto como simple
traducción. Hay que inventar un título en castellano.
En ese seminario vuelve, otra vez, a lo
que fue su primera intervención pública en el psicoanálisis el 8 de julio de
1953 cuando presenta en la tarde del día en que
lo expulsan de la IPA, su ternario: el simbólico, el imaginario y el real. En
muchas versiones de la
conferencia se muestra una pregunta incomoda formulada por Didier Anzieu: “¿…esto que usted acaba de
proponer el simbólico, el imaginario y el real, es modernizar a Freud o usted
está introduciendo en el psicoanálisis, algo nuevo?” La respuesta de Lacan es
insólita, no le responde nada. Dado que estaba introduciendo algo nuevo, no
podía decirlo de forma abierta pues si lo hubiese hecho confirmaría uno de los
motivos de su exclusión.
Ahora reiteremos la pregunta del inicio
¿Cómo sería posible un análisis que tome las tres consistencias sin solo
privilegiar una de ellas?
En 1972 retoma el tema del registro real,
del registro simbólico y del registro imaginario pero lo hace de una manera muy
particular. Lanza a su público una advertencia que no fue escuchada:
“El trazo unario es el
soporte de aquello de lo que partí bajo el nombre de estadio del espejo, es
decir de identificación imaginaria… no constituye un juicio de valor como se
dice —que hacía— un juicio de valor del tipo: imaginario: caca, ¡simbólico:
miam-miam!... de suerte que quien denuncia este maniqueísmo —el juicio de
valor: ¡puaj!— en mi doctrina demuestra solamente lo que él es…” (10/05/1972)
Así inició/o el camino para dar
equivalencia a la existencia, la consistencia, y el agujero en cada registro. Esos
nuevos fundamentos implican un mazazo para el psicoanálisis.
¿Cómo opera la teoría en la experiencia
analítica?
En principio el analista esta y tiene
acceso a un conjunto de teorías, de las que no es fácil desprenderse. Lenin escribió
¿Qué
hacer?, su libro comienza con
una pregunta: ¿Por dónde empezar? ¿Por dónde empezar para cambiar las cosas? Lenin
no propone “cambiar las bases”, plantea la necesidad de un vértice fuerte: la vanguardia
consciente del proletariado; ese vértice que le dirá al proletariado cuál es su
verdadera conciencia. Después prosigue: el sindicato, para transmitir la idea
del vértice a la base mediante la conciencia del proletariado y en el piso colocará la base proletaria: las
masas proletarias. La teoría del partido de la vanguardia del proletariado es
una teoría religiosa: Dios, el espíritu santo, el padre y el hijo; un trípode
no muy lejano de los poderes de la república: el poder ejecutivo, el poder
legislativo, el poder judicial.
La arquitectura
de la democracia es religiosa,
teológica, tripartita, donde la construcción se hace a la inversa de lo usual. No
es colocando los ladrillos de abajo hacia
arriba que se hace la pirámide, sino que a partir de la existencia del vértice superior
se puede construir la pirámide.
Si cuando estamos frente o detrás de quien
nos habla, si lo “pensamos” como
que habla pues está sufriendo de
un deseo sexual infantil reprimido, eso organiza, lo diga él o no, la manera de
recibirlo, organizará la dirección de la cura.
No hay posibilidad del ejercicio de una
cura analítica sin la presencia fuerte de una teoría. Siempre se ha sostenido la neutralidad del análisis y el analista para lo cual se tendría que colocar entre paréntesis las teorías. Sostener esa neutralidad conlleva una teoría previa: La teoría de la neutralidad.
El analista leerá, interpretará actuará; bien, regular o mal. Allí no está el nudo de la práctica, el nudo de
cada una de nuestras formas de practicar el análisis se basa en elementos
teóricos sismográficos. Si en un momento determinado se insinúa que “lo importante”
de la vida subjetiva es que el analizante “simbolice” eso llevará a practicar
un tipo de análisis. Si después cambio y
acepto: “No, me equivoqué, no es importante que simbolice, puede ser que simbolice,
que haya cosas que las imagine o que
haya cosas que sean solo en el orden real, o que las tres surjan al mismo
tiempo” en ese momento cambié el análisis. Aparentemente estoy hablando de lo
mismo, del análisis, sin embargo hice un giro: el análisis ya es otra cosa.
Conviene recordar: Lacan incluyó dentro de las apariencias a la teoría, sin las
apariencias –engañen o no- sería complicado hacer análisis de una teoría (seminario
oral de 1971, De un discurso que no sería de la apariencia).
Así un analista que tiene una idea, o una
concepción o una teoría del análisis previa que se guía por la existencia de un
deseo sexual infantil reprimido; esa teoría lo prepara para ofertar y recibir
la demanda que esa oferta genera. Mientras que si el analista está dispuesto a
recibir lo que se produce al llegar, lo
que llega produce, eso que se produce en la sesión no es algo ya acabado. Son
dos análisis distintos. En uno está la idea de que hay un inconsciente previo
ya fabricado, ya construido. En el otro hay algo que se puede llegar a
producir. El despliegue de cada sesión no será orientada por lo ya producido
sino sobre lo que va a venir, lo que va a aparecer, el surgimiento del
acontecimiento cambia la costumbre cotidiana del análisis. Son dos formas de
hacer de análisis: una se basa en una teoría previa, la otra es la estela que
deja la estrella fugaz de la sesión construida por los cuerpos afectados del
analizante y el analista. Esa es la diferencia entre un psicoanálisis que ya
tiene una psique construida y otra cosa es hacer un análisis sin psico, sin
aparato psíquico.
Lacan introdujo en los últimos años de su seminario,
aquí y allá, la física cuántica ¿…? En
1973-1974 las formulas de la sexuación que para mi gusto tiene un error: para dar cuenta
de cómo alguien ocupa un lugar en la sexualidad no puedo tener dividida de
entrada la fórmula en dos partes. Si son las fórmulas de la sexuación ¿cómo
puedo ponerle a un costado “hombre” y a otro “mujer”? Lacan, en un momento determinado va a decir
que no se trata de las fórmulas de la sexuación si no de fórmulas cuánticas. Una
experiencia “sencilla de la cuántica” es:
“Una mariposa aletea en Tokio y en México se produce Odile [un huracán en
septiembre 2014]. Hay un efecto cuántico entre el aleteo de la mariposa y el
hecho de que desata en otro lugar ese movimiento, con lo cual la mariposa queda
modificada y Odile queda modificado: No uno sin el otro. Se trata de analizar
basados en el principio de incertidumbre. Cuando se lee un seminario, algo el simple “voy a estudiar tal seminario o tal sesión…”,
en ese momento modificaron el seminario y automáticamente el seminario modifica al lector. No hay relación de inocencia, nunca se lee tal frase
o seminario o sesión en su realidad, la lectura produce una realidad modificada
por la lectura, al mismo tiempo que la presencia del texto modifica al lector.
Cuando alguien solicita un análisis ¿Quién
queda modificado? El primero es el analista: si él no es modificado, no hay
análisis, si el analista no está afectado por lo que llega no hay análisis
posible. No hay análisis en la neutralidad; la neutralidad neutraliza todo,
incluido el análisis. La introducción de la física cuántica en el análisis
implica ya cambiar la idea de lo que es un analista. El término analista
se modificó al quedar atrapado por el cono de incertidumbre.
Alguien va a un análisis según la oferta que le llegó y que se modifica al llegar, pues al iniciarlo lo
inventó. El cuerpo sensible del analista
queda modificado de tal forma que es inventado por ese análisis que como tal no
existía antes... Advirtamos que esto se puede seguir desplegando sin que recurrir
al complejo de Edipo.
Quizás es el momento en que cada quien
puede proceder a leer a Freud de otra manera. Lacan, al final de su vida, hizo
un seminario que se llamó Disolución.
Freud escribió que para ser reconocido como analista uno tenía que llevar una
contraseña. En los primeros tiempos del psicoanálisis la contraseña para ser
reconocidos era aceptar el componente sexual presente en todos los sueños. Y en
un segundo momento la contraseña es otra, solo serán reconocidos aquellos que
reconozcan al “complejo de Edipo”. Freud al tiempo de introducir la segunda
contraseña escribe un artículo, La
disolución del complejo de Edipo, / El
sepultamiento del complejo de Edipo. ¿No habría que detenerse en el título?
¿Cómo puede ser que se haya dado como contraseña para ser admitido en el campo
del psicoanálisis al complejo de Edipo en el mismo momento en que se lanza un
texto que anuncia la disolución/ sepultamiento/ ocaso, de ese complejo? Ese signo puede permitir reorientar la manera
de leer esta cuestión.
Avancemos algunos pasos sobre la temática
de un sueño no analizado de Freud. Freud descubre, inventa el complejo de Edipo
a partir de presenciar una obra de teatro de Shakespeare. En concreto se trata de una
representación de Hamlet. La primera operación
efectuada por Freud es presentar al complejo de Edipo como personaje de
Sófocles. Ningún griego tenía condiciones
para vivir una saga como la que Freud despliega. Baste mencionar que el tipo de
sociedad y la estructura organizada por el amo griego, un amo de una sociedad
esclavista, no deja posibilidad decir algo sobre el destino. El destino está
para cumplirse... Mientras que Freud, con el complejo de Edipo va a hacer
diversas maniobras.
La condición para que Freud invente su complejo de Edipo fue una obra teatral. El
teatro es el origen de su Edipo; una forma de hacer teatro que no es inocente.
A partir de la teoría de su Edipo Freud desplegó una experiencia que durante un
tiempo fue eficaz, nos guste o no, curaba. Esa eficacia se lograba a partir de
una representación itinerante: un personaje del sueño, o de la vida cotidiana
tenía importancia pues representaba a los padres de tal o cual paciente. Cada
personaje de la vida del paciente de Freud era el presentante de…otra persona. Un
actor representa a Hamlet. Un actor, que no tiene nada que ver con Hamlet,
representa la vida de otro llamado Hamlet. Se introduce la cuestión de la
representación. Alguien puede representar a otra persona. La teoría de la representación
opera a partir de un estilo retórico: la metáfora, la sustitución de una cosa
por otra, una palabra en lugar de otra.
En la representación de una obra teatral, aparece
en la escena una espada ¿Eso es una espada? No, esa espada no mata a nadie, es
como si fuera una espada. En el escenario un actor sangra, pero no es sangre. Un
personaje muere en la escena, pero nadie muere –salvo accidentes que suelen
ocurrir-, ven a la actriz herida, sin embargo nadie está herido. En
determinadas circunstancias, incluso actuales, ese teatro representativo, no carece de efectos subjetivos sobre el
público asistente. Justamente produce efectos muy particulares por lo que sigue
teniendo de “presentación” el cuerpo del actor, la voz, la utilería, están ahí.
De hecho, Bertold Brecht, creo un estilo de teatro, destinado a la
reflexión, que se llamó “del
distanciamiento” destinado a que el público
pudiera alejarse, no sentir, para poder reflexionar” Luego por el otro lado
aparece el estilo que da participación
directa al llamado espectador, ese que tanto asusta o avergüenza a algunos por
parece desnudar algo de sí. Freud inventa a partir de una representación su
complejo de Edipo.
Lacan, quita lugar al complejo edípico y
en ese momento la escena del teatro psicoanalítico pasar a ser una escena del
teatro performativo. Así le arroja una maceta a una analizante o le da a otra
un cachetazo, ese acto se realiza en el cuerpo de la analizante afectada, ella
no es golpeada representando a otro personaje, el golpe lo recibe ella en su
cuerpo, su cuerpo recibe un golpe. El golpe
lo da el analista, Lacan en la
ocasión, no la golpea alguien que lo representa.
En el teatro performativo el texto
desaparece en cada obra y vuelve a producirse un texto nuevo, en cada escena
performativa, en cada función se trata de un texto nuevo, en cada sesión es la
sesión única, nueva respecto de la anterior. No hay un texto previo, no hay un
inconsciente ya construido que es previo en la sesión y que el analizante
representará, por el contrario, el analizante presenta, muestra algo que antes no estaba. No se sabe cómo va
a empezar, no se sabe cómo va a concluir, no hay un texto para representar un
papel. Así queda acabado el núcleo fuerte de la teoría del complejo de
Edipo, el orden de la representación, el
“orden simbólico” –término empleado por Jacques Lacan en más cien ocasiones en
sus seminarios orales hasta 1970/1971.
La teoría de la representación impone como
un absoluto la interpretación. El analista queda reducido solo a ser un intérprete de lo profundo. No
se queda en la superficie. Freud propone
frente a lo profundo: “Hay en la vida muchos de estos símbolos que generalmente
no advertimos. Cuando hube de plantearme la labor de prescindir del hipnotismo
para extraer a la luz aquello que los hombres ocultan, guiándome tan sólo por
sus palabras y sus actos, creí que habría de serme más difícil de lo que
realmente es. Teniendo ojos para ver y oídos para escuchar, no tarda uno en
convencerse de que los mortales no pueden ocultar secreto alguno. Aquellos
cuyos labios callan, hablan con los dedos. Todos sus movimientos los delatan. Y
así resulta fácilmente realizable la labor de hacer consciente lo anímico más
oculto “ (Análisis fragmentario de una histeria, Caso Dora, 1905). Ese
paso de lo oculto a la superficie formula una teoría de la interpretación que da
vida a un armazón que pasa por la familiaridad edípica. Esa familiaridad permitió
inventar el psicoanálisis y además sigue siendo vigente, no hay por qué
despreciarla. Sin embargo las condiciones sociales que permitieron el
surgimiento de esa práctica del psicoanálisis, se han modificado: la sociedad
capitalista. Recordemos que Freud marcó como
objetivo de la práctica: ”Poder volver a amar y a trabajar – es decir,
catectizar los objetos y sublimar - serán los objetivos de la cura para Freud (El
valor de la vida. 1926, entrevista concedida al periodista George S.
Viereck) En la sociedad del estado bárbaro del cual habla Marx no se puede practicar el
psicoanálisis. En la sociedad esclavista de los griegos tampoco. Los sueños no
eran para interpretarse sino para seguirlos porque indicaban un destino que
había que realizar. Para construirse el
capitalismo requiere de un tipo de subjetividad, no se crea por las clases sociales; sino que hay
una subjetividad que introduce las clases sociales. Incluso el capitalismo está muy interesado en la fábrica sexual por
una cuestión muy sencilla: requería que haya hombres y mujeres que no tengan
ningún lazo con la naturaleza.
¿Dónde nació la idea de organizar la vida
entera en torno al trabajo, la eficacia y la productividad? Según Max Weber, la
cultura burguesa encontró su origen, motor y combustible en la ética
protestante, en particular el protestantismo ascético: "El poder ejercido
por la concepción puritana de la vida no sólo favoreció la formación de
capitales, sino, lo que es más importante, fue favorable sobre todo para la
formación de la conducta burguesa y racional (desde el punto de vista
económico), de la que el puritano fue el representante típico y más
consecuente; dicha concepción, pues, asistió al nacimiento del moderno 'hombre
económico’”( Max Weber, La ética protestante y el
"espíritu" del capitalismo). A través de la
reconceptualización del trabajo como "profesión" y de la teoría de la
predestinación (sólo en el éxito terrenal podemos encontrar signos de nuestra
salvación), se genera una subjetividad que pone en el centro de la vida el dinero
y el enriquecimiento, que aspira a la "racionalización" de la
existencia entera (la relación con el tiempo, el cuerpo, el honor, la educación
de los hijos), que condena la pobreza como el peor de los males ("elegir la pobreza es como elegir la
enfermedad").
El trazo localizado por Max Weber nos
indica algo, en América Latina donde practicamos el análisis lo hacemos en la
vivencia fuerte de un catolicismo basado en el ternario de Dios Padre, Espíritu
Santo e Hijo, lo cual genera algunas condiciones no equiparables con la cultura
de la ética protestante y al mismo tiempo ese Norte – la cultura protestante en
los EEUU- no deja de aparecer en el Sur donde habitamos, lo uno no carece de lo
otro. Esta subjetividad no es un
"reflejo automático" de la objetividad económica, sino un elemento
decisivo de la "cultura capitalista" sin la cual sencillamente no hay
capitalismo[6].
Nuestras sociedades católicas no por eso dejaron fuera al capitalismo donde
vivimos, sociedades en que se ejerce el análisis. El capitalismo requiere, para
poder constituirse, que se rompan los lazos con la naturaleza. Necesita, por
ejemplo del supermercado: un lugar del
goce masturbatorio de encontrar “autoservicio”, esto implica que la naturaleza
nos resulte ajena. Se rompió la relación natural, eso tiene efectos en la vida
de cada uno de nosotros. Ninguna de nuestras vidas es natural. Por eso, el
primer capitalismo no le interesaba el siervo, porque el siervo estaba atado a
la tierra y si el siervo está atado a la tierra no sirve para el capitalismo.
El capitalismo nos necesita atados a la
venta de la fuerza de trabajo. Y para
que haya fuerza de trabajo hay que reproducirla, entonces están los hombres que
trabajan y las mujeres que la reproducen. El capitalismo aparece muy interesado
por la cuestión de la sexualidad, porque la sexualidad les va a garantizar la
reproducción de la fuerza de trabajo.
El capitalismo financiero actual, la sociedad donde vivimos y donde transcurre
una experiencia de análisis, no requiere de esta diferencia. La ciencia dio
lugar a formas de reproducir la vida humana sin participación de la pareja
humana. Se desvanece el horizonte que fue la escritura del complejo de Edipo, dejaron
de operar, los nombres del padre. Lacan al pasar dice “que se elige el sexo”, es
raro, lo dice solo una sola vez, ese
decir desarma una tradición analítica: la anatomía es destino (Freud, 1924).
Si los humanos eligen el sexo, automáticamente todos los que creemos que
vivimos nuestro sexo natural comenzamos a tener interrogantes sobre nuestro “ser natural”, ya no es tan natural
lo que vivimos. Cuando alguien efectúa una operación de cambio de sexo, de
hombre a mujer, lo que queda modificada es la idea natural de qué es una mujer.
Lacan en 1973-1974 dice que hay una manera
no académica, no médica de pasar al lugar de analista. Baste con que alguien realice
esa experiencia, eso modifica el discurso analítico y modifica lo que hasta ese
momento se había entendido como analista.
[1] Esta
escritura es el resultado, entre otras cuestiones de una exposición oral
efectuada en Querétaro, Querétaro, el 24 de septiembre del año 2014, la misma
fue transcrita por Raquel Ribeiro a quien agradezco su colaboración;
luego conserve notas de una exposición efectuada en octubre del año 2016 en el
coloquio de la elp “¿Despsicopatologizar?”
[2]
Cfr.: Alberto Sladogna, Presidente Schreber: “LA” teoría una
in-g-erencia divina , en artefactos,4, otoño, 2013 Lacan leía el texto de Schreber en alemán: Denkwürdigkeiten
eines Nervenkranken [ Memorias de
mi malestar nervioso, hay varias versiones en castellano, una de ellas en
Sexto piso Editores, México, DF]
[3] Ver, Alberto Sladogna, Presidente Schreber: “LA” teoría una in-g-erencia divina, en artefactos 4, 2013
[5] José Attal., op.cit, seguiremos sus despliegues
respecto al seminario oral de Jacques Lacan
de 1964, Los fundamentos del psicoanálisis.
[6] Amador Fernández Savater en Una
vida que se basta a sí misma: la revancha de los "valores del sur" en
http://www.eldiario.es/interferencias/capitalismo-crisis-revolucion_cultural_6_660094029.html.
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