A.Sladogna: ¿Qué trans...a con los transexuales? Las diferencias¿cómo son, cómo serán?



¿QUÉ TRANS…a CON LOS TRANSEXUALES?
LAS DIFERENCIAS ¿CÓMO SON, CÓMO SERÁN?*
*Alberto Sladogna
analista, un miembro de la elp
sladogna@gmail.com

En la “teoría” o “teorías” del psicoanálisis[1] se encuentran formulaciones diversas y por qué no , en muchas ocasiones divergentes una de otras respecto del tema de las diferencias, ya sea de las diferencias sexuales entre los humanos; las diferencias anatómicas de los cuerpos; las diferencias en las posiciones que sujeto hablante guarda ante las fantasías; las diferencias de los hablantes ante lo que se consideró y consideraba, la diferencia de las diferencias: las posturas ante el falo, a veces tomado este último como el significante diferente de si mismo que instaura la cadena de las diferencias en la cadena simbólica de los significantes; las diferencias ante la castración.


Esos encuentros y desencuentros en la “teoría” muestran que ella no siempre da cuenta de la experiencia de cada análisis. En más de una ocasión la clínica da por tierra con las concepciones “teóricas”, concepciones que en no pocas ocasiones guardan tales diferencias con la clínica que ya no son diferencias sino que la “teoría” habla de cosas que vaya a saber de qué hablan[2]. Veamos al respecto un caso protagonizado por Jacques Lacan.

El transexual forcluido a nombre de la forclusión  

El lector tomará nota de un hecho extraño los términos de la teoría, a veces, tiene tal éxito entre el público de los psicoanalistas que ni siquiera nos tomamos el tiempo necesario para pasarlos de una lengua a otra, como es el caso del término forclusión desplegado por Jacques Lacan en el curso de los años de 1956 hasta 1959, luego retomado en 1960-1961, vuelto a desplegar en 1963 y quizás, sin ser exhaustivos, regresa para modificarlo en el seminario de 1975/1976. Es decir por el momento carecemos de estudios en detalle de las  diferencias que un termino de la “teoría de las psicosis” – la forclusión del…-guarda, ese término, consigo mismo, quizás una consecuencias de la falta de investigación es que se escribe forclusión como si fuera un término castellano, cuando esa es sólo una de las grafías de un termino de la gramática francesa descripta a principios del siglo pasado por Jacques Damourette y su tío Edouard Pichon[3], el segundo de ellos difusor de un “psicoanálisis francés”; de esa obra Jacques Lacan toma y retoma el término mencionado ¿Cómo se puede hablar y escribir artículos “teóricos” para fundamentar maniobras clínicas cuando las diferentes elaboraciones de un elemento “teórico” no han sido estudiadas? Quizás, debido a esa falta de investigación se pueden escribir tales artículos “teóricos”.

Veamos las consecuencias de esa falta de recorrido por las diferencias, se trata de un caso protagonizado por Jacques Lacan en uno de sus seminarios. El 20 de enero de 1971,  sesión del seminario fue De un discurso que no sería de las apariencias, ese seminario aborda a su manera las “apariencias” –nótese que se trata de “sesiones” y no de “clases” o ”conferencias”- allí Jacques Lacan aborda el tema de la transexualidad y la vida de los transexuales, bueno de la vida de ellos, según Lacan, quien formuló lo siguiente:

Y entonces, les señalo algo que se llama Sex And Gender. Es de alguien llamado Stoller [Robert][4]. Es muy interesante leerlo desde dos puntos de vista, en principio porque eso se da sobre un tema importante, el de los transexuales, un cierto número de casos muy bien observados con sus correlatos familiares.

Lacan se permitía a diferencia de muchos de sus “seguidores”, se permitía leer la literatura del psicoanálisis que no provenía de su misma parroquia, como dice Freud respecto del chiste y su fábrica del sentido cómico. Lacan ubicaba en el correlato familiar de esas historias el tema del caso, la transexualidad, con eso él se mantenía dentro de la concepción clásica de dar cuenta de un caso por su historia.

Ustedes saben quizá que el transexualismo consiste precisamente en un deseo muy enérgico de pasar por todos los medios al otro sexo, aunque fuese haciéndose operar, cuando se está del lado masculino. Este transexualismo con las coordenadas que allí están, les hará aprender muchas cosas, porque son observaciones por completo utilizables.

Lacan no vacila en indicar que allí en el transexualismo está presente un deseo de pasar a otra cosa, por ejemplo, en materia de la constitución física y quizás no sólo eso, de la “identidad sexual”, de todas formas subrayamos: él habla de la presencia de un deseo en esos casos de transexualidad. Y luego continúa:

También aprenderán esto: el carácter completamente inoperante del aparato dialéctico con el cual el autor de este libro trata esas cuestiones, y que hacen que surjan las dificultades que encuentra para explicar todo eso. Una de las cosas más sorprendentes es a falta de toda guía que elude completamente la [¿fase?] psicótica de esos casos, como jamás escuchó hablar de la forclusión lacaniana, esto explica muy rápidamente y muy fácilmente la forma de esos casos, pero ¡Qué importa!

Aquí la cuestión es más que interesante por las aristas a las que puede conducir la “teoría” –etimológicamente una procesión a los dioses. Lacan trata de refutar a la clínica de Stoller, al menos a la organización de los testimonios del psicoanalista americano, y lo hace a nombre de una “teoría” que ese psicoanalista no tiene a su alcance y no la tiene pues en efecto, en los EEUU, en esos años en el campo del psicoanálisis, Jacques Lacan era un ilustre… un ilustre desconocido[5].

El lector notará la demanda fálica –solicitar lo que no se tiene, la doxa dixit- lanzada por Lacan: Stoller debería tener el falo, perdón, la “teoría de la forclusión” y como no la tiene, le falta y por ende, su observación está carenciada, nos atreveríamos a decir “castrada”!! Así la serpiente se muerde su propia cola!! Y el tema clínico del transexual, la transexualidad y sus deseos ¿dónde quedaron? Es lamentable constatar que esa formulación la enseñanza de Lacan no le iba en zaga a los psicoanalistas de la IPA, tanto él como los otros, no lograron localizar lo nuevo que esos casos presentaban, quizás no se trataba de solo de casos sino de formas subjetivas irreductibles, entre otras cosas, al llamado “Complejo de Edipo” y la “metáfora paterna”. Robert Stoller a su manera, al parecer vislumbró un horizonte nuevo, metió el dedo en la llaga al otorgarle a ese horizonte un albergue en el psicoanálisis.

El tema del transexual, su objeto, su deseo, en primer lugar quedo aplastado por un elemento “teórico” – la forclusión- y en segundo lugar, Lacan en tanto que psicoanalista no se preguntó cómo ellos pasan a otra cosa a nivel de su identidad corporal y de género, en lugar de esa pregunta él los hace pasar, para él y algunos otros muchos analistas, a otro lugar: los diagnóstica, los considera psicóticos pues se cortan el pene, el falo ¿pene y falo son lo mismo? Insistimos Lacan sin darse cuenta de lo que dice lo dice: según él  Stoller al carecer de la forclusión no se da cuenta de que esos transexuales serían psicóticos y no transexuales. Así la “teoría” serviría para indicarle a alguien, tal o cual transexual, algo del orden de su ser, más allá de cómo ese alguien viva ese ser y lo presente en la sociedad[6]. Asistimos a un caso de forclusión de los relatos clínicos de cada transexual pues esos relatos son rechazados pues ponen en tela de juicio un “concepto” teórico, en este caso la “forclusión” que Lacan exige a Stoller tener que contar con ella. ¿Quién “forcluye” a quién? ¿Qué “forcluye” esa forclusión?

Forclusión ¿de qué?

La “forclusión” en su “definición” [sic] casi canónica, o al menos las más exitosa entre el publico del psicoanálisis, dice que lo que es rechazado en el simbólico reaparece en el real (Lacan, 22/04/1959) Ese mecanismo daría cuenta de la constitución de una psicosis, sería la herramienta para dar cuenta de una de las formas de la subjetividad normal, la locura o psicosis.

Si se recorre el largo camino de las sucesivas elaboraciones del término forclusión - entre 1955 y los últimos años de la enseñanza de Jacques Lacan- se puede observar lo siguiente: los primeros tiempos de ese “hallazgo” son los que han contado y cuentan con el fervor del público psicoanalítico. Esos primeros tiempos son posteriores al momento en que Jacques Lacan inventará su ternario infernal: el simbólico, el imaginario y el real[7].

Situamos un tiempo de ese elemento “teórico”: eran los momentos de sobredeterminación del sistema simbólico sobre el imaginario y el real. En efecto, Lacan a partir de 1953, contando ya con su estudio sobre las articulaciones del Yo con la experiencia especular nota que eso lo dejaba justamente muy cerca de quienes reducían la singularidad de la clínica a la relación dual  psicoanalista-paciente. Allí el orden simbólico le vino como anillo al dedo, tomado de Levi Strauss[8] y luego apoyado en las formulaciones lingüísticas de Ferdinand de Saussure[9], pasaran años hasta que Lacan “despegará” el significante en psicoanálisis del significante lingüístico –habría que corroborar si en efecto lo logro.

En sus primeros años de enseñanza el predominio del simbólico llevo a su formulación al extremo de la forclusión[10] , ese predominio tuvo un costo clínico elemental: la forclusión ¿era una “actividad producida sólo en el “psicótico”?; ¿la “forclusión” era sólo del registro simbólico?; ¿Qué ocurría con ella en el imaginario y en el real?; ¿La “forclusión” afectaba sólo al psicótico y dejaba al margen la figura del Otro? Baste con recorrer el texto que Lacan hizo leer a los psicoanalistas, el texto de las memorias de Daniel P. Schreber[11] para corroborar algo elemental, por ejemplo, que la “forclusión”, si es que existe, se producía en su caso en el terreno del Otro, “forclusión” que vehiculizaban con elegancia las teorías  y practicas pedagógicas de su padre y la posición de su madre al rechazar que fuera dado de alta del hospital donde estaba internado, posición compartida a su vez por la esposa de él, al pie de la letra, el Otro no lo quería, lo “forcluía”.

Traer a colación el caso del Dr. Daniel P. Schreber viene a cuenta, en la medida en que ese jurista alemán vivía y quería testimoniar un hecho singular: la trans…formación de su cuerpo en mujer en el curso de varias generaciones y dar a luz a nueva raza de hombres. Es decir, el Dr. Schreber tenía un proyecto transexual, diremos transexenal[12] Quizás la lectura de los casos relatados por Robert Stoller y la lectura del testimonio del Dr. Schreber permitiría localizar una o algunas diferencias clínicas entre unos y el otro. Avanzo y señalo dos, entre otras posibles: los casos de transexuales y los sujetos que viven ese estilo de vida en la actualidad han logrado constituir comunidades, han protagonizado luchas que les han permitido salir de la marginación y del closet y además han desplegado formas de transmitir su experiencia, por ejemplo, a través de los estudios raritos, conocidos bajo el anglicismo de “Queer Theory”, estudios que han constituido un público extenso en la academia y fuera de ella, en particular, en la arena política[13]. Estos jóvenes raros y alegres atravesaron la roca de la castración pues levantaron el muro y pasaron a otra cosa[14].

En el caso del Dr. Schreber escribió su texto para dar testimonio de sus experiencias  corporales frente al Dr. Paul Emil Flechsig[15], él no parece haber logrado su pasaje al público. Freud trató de darle un lugar mediante la disimulación honesta[16], Lacan convocó a los psicoanalistas a leerlo, al parecer ni uno ni otro lograron ese pasaje…al público en general. Es decir, Schreber quedó en manos de una institución de la biopolítica, el hospital psiquiátrico, donde término su vida.  Ese trazo parece recorrer a quienes viven experiencias semejantes –llamadas locuras o psicóticas, al menos hasta el momento no tengo a mi alcance escritos o movimientos que hayan logrado un lugar en el público de la sociedad, lo cual revela que los muros de la psicosis están aún, si fuera viable, por derrumbarse. Eso marca una diferencia entre los casos de transexualidad narrados por Robert Stoller y el testimonio del Dr. Schreber.

Una segunda diferencia toca directamente la transformación del cuerpo y su tratamiento. El Dr. Schreber seria quizás “psicótico”, “paranoico”; “esquizofrénico” pero no era tonto, tomaba notas de las condiciones de la ciencia médica en su época, en consecuencia dejaba para el futuro- dentro de muchas generaciones- la efectuación de la operación que le cambiaría su cuerpo de hombre al de una mujer, la mantenía como elemento ideativo de una fantasía sin realizarse; mientras que los que hoy viven ya como transexuales gracias a su apego, y quizás, dependencia vital de la ciencia biológica y la tecnología médica, proceden a cambiarse el sexo hoy y dejan preguntas para el futuro, bueno se las dejan para ellos y para otros ante esa nueva forma de vivir la vida[17].  

¿Qué trans…a con el culto al falo?

Freud en Tres ensayos para una teoría sexual (1905) dejaba en claro, que para él, el despliegue de las zonas erógenas se dirigía hacia un punto de horizonte, allí cada una de esas zonas se sometía al primado de un sólo órgano: el falo, o más bien uno de sus instrumentos, el pene. A partir de allí formuló los diversos destinos  ante esa primacía (del lado de los hombres y del lado de las mujeres) sólo que él insistió en una condición: el primado del falo  se apoyaba en las condiciones mínimas y necesarias de la reproducción. Freud estudió con claridad e interrogó una  forma de la sexualidad: el sexo ligado, articulado, pegado, obligado, dirigido a la reproducción[18].  Allí localizó las dificultades que la fantasía, el deseo y los objetos de la pulsión producían en ese ejercicio de la sexualidad. En esa forma, y sólo en ella, él subraya y propone el culto fálico, como un horizonte  normal [sic, resic y recontrasic] para la de la vida erótica y sexual.

Jacques Lacan llevo esa primacía freudiana a otro lugar: en lugar de que ella reunificará las pulsiones para alcanzar el estado “adulto genital” –Lacan se burlaba de ese componente  “adulto”- condujo esa primacía hacia el terreno del orden simbólico, en particular, el orden del significante, así se lo puede  ya localizar, p.e., en su artículo La significación del falo (Die Bedeutung des Phallus)[19]. Allí, Lacan sea en la lengua en que haya pronunciado la misma propone:

Es sabido que el complejo de castración inconsciente tiene una función de nudo. 1ro. En la estructuración dinámica de los síntomas en el sentido analítico del término, queremos decir de lo que es analizable en las neurosis, las perversiones y las psicosis; 2do. En una regulación del desarrollo que da su ratio a este primer papel: a saber la instalación en el sujeto de una posición inconsciente sin la cual no podría identificarse con el tipo ideal de su sexo, ni siquiera responder sin graves vicisitudes a las necesidades de su partenaire en la relación sexual e incluso acoger con justeza las del niño que es procreado en ellas. Hay aquí una antinomia interna a la asunción por el hombre (Mensch) de su sexo: ¿por qué no debe asumir sus atributos sino a través de una amenaza, incluso bajo el aspecto de una privación? Es sabido que Freud en…uno de sus últimos artículos se refiere a la irreductibilidad a todo análisis finito (endliche) de las secuelas que resultan del complejo de castración en el inconsciente masculino, del penisneid en el inconsciente de la mujer. Esta aporía no es la única pero es la primera que la experiencia freudiana y la metapsicología que resulta de ella introdujeron en nuestra experiencia del hombre. Es insoluble en toda reducción a datos biológicos: la solo necesidad del mito subyacente a la estructuración del complejo de Edipo lo demuestra suficientemente…una relación del sujeto con el falo que se establece independientemente de la diferencia anatómica de los sexos y que es por ello de una interpretación especialmente espinosa en la mujer y con relación a la mujer,.

Lacan hace pasar el falo a la organización de la castración y del complejo de Edipo tanto para el hombre como para la mujer, no dice nada respecto de las diversas formas de homosexualidad y de las lesbianas, muchos menos de los transexuales. Aclaremos en esa fecha (1958) esos temas no estaban  ocupando un lugar claro y consistente en el universo cultural de Occidente, los casos de transexualismo era tan escasos que no lograban hacer primavera. De todas formas esas formulaciones “teóricas” tienen la “ventaja” de presentarse atravesando las épocas y la historia donde fueron formuladas, y así fuera de lugar siguen produciendo sus efectos, por ejemplo, los homosexuales, las lesbianas y los transexuales o son perversos o son psicóticos, de una u otra manera son alejados de la “normalidad” para así mantener incólumes los componentes de la “teoría”.

Como muestra de ese desfase dentro de este artículo Lacan hace una correcta crítica a la proposición de Ernest Jones, biógrafo de Freud, quien indicaba que en última instancia “Dios los hizo hombre y mujer”. Lacan tomaba distancia y criticaba la introducción de un dato natural para dar cuenta de las formas de la sexuación más estudiadas en esa época por el psicoanálisis: el hombre y la mujer neuróticos.

Sin embargo, Lacan produce ya en ese texto un pasó más y conduce al falo al terreno del simbólico, en particular de  la cadena significante:

Esta pasión del significante se convierte entonces en una dimensión nueva de la condición humana, en cuanto que no es únicamente el hombre quien habla, sino que en el hombre y por el hombre "ello" habla, y su naturaleza resulta tejida por efectos donde se encuentra la estructura del lenguaje del cual él se convierte en la materia, y por eso resuena en él, más allá de todo lo que pudo concebir la psicología de las ideas, la relación de la palabra. Precisamos que esta promoción de la relación del hombre con  el significante como tal no tiene nada que ver con una posición "culturalista" en el sentido ordinario del término, aquella en la cual Karen Horney, por ejemplo, resultó anticiparse en la querella sobre el falo por su posición, calificada por Freud de feminista. Se trata de encontrar en las leyes que rigen ese otro escenario (eine andere Schauplatz) que Freud, a propósito de los sueños, designa como el del inconsciente, los efectos que se descubren al nivel de la cadena de elementos materialmente inestables que constituye el lenguaje: efectos determinados por el doble juego de la combinación y de la sustitución en el significante, según las dos vertientes generadoras del significado que constituyen la metonimia y la metáfora; efectos determinantes para la institución del sujeto.

Lacan ahora da un salto que, hoy, y sólo hoy, cae en el vació, pues deja vacío un elemento de la clínica: las formas de la subjetividad que concurren a un análisis están organizadas por el lazo cultural al cual cada una de ellas pertenece, no son universales, generales y aisladas de la historia y sufren los transformaciones que vive ese mismo lazo social. El otro escenario (eine andere Schauplatz), la otra escena del inconsciente, si es que eso existe en la clínica, está determinado por el lazo social donde se produce.

El falo va a adquirir un nuevo estatuto: será el orden y la razón organizadora del sistema simbólico, si él estuviese ausente o faltara o estaría excluido se producirían las fantasías de emasculación o de fin del mundo que inaugurarían para tal o cual sujeto la entrada en la normalidad psicótica, llamada también, locura. Para que estos postulados o necesidades “teóricas” se mantenga será necesario separar al falo del pene, pese a que luego sin que algunos de sus seguidores lo noten Lacan va borrando esa separación o tratando de borrarla (al respecto consultar el seminario oral de 1962/1963, La angustia, donde él advierte a su público de los alcances de la tecnología médica para el advenir de un sujeto)

¿Se logro separar al falo del…rito fálico?

Llevar el falo al terreno del significante parece provocar de suyo que ese significante, “falo”, puede ser cortado de su contexto, valga la figura. Digamos que incluso es una posibilidad que la “teoría” del significante no admite pues siempre se requiere, por lo menos, dos significantes para precisar algo de ese orden, el significante nunca se presentaría solo.

Tomo apoyo en esa consideración y procedo a proponerle al lector un desplazamiento: llevemos al falo al contexto de sus rituales. Es decir acompañamos al falo de otros significantes presentes en el ritual. El ritual del falo es un culto fálico destinado a propiciar las condiciones simbólicas que acompañan las labores de las comunidades agrarias, en particular, aquellas que se asientan en un territorio y sobreviven de las actividades de la agricultura. En esas comunidades la obtención de su fuente más importante de alimentos es la agricultura, misma que está bajo el dominio de la leyes naturales, leyes caprichosas en cierto sentido para los miembros de la comunidad: puede llover o no; puede llover en exceso y arruinar la cosecha; puede caer una helada o una tormenta de granizo, puede cambiar la temperatura.

Estamos ante crisis vitales que cuyos efectos traumáticos – una hambruna y otros- pueden ser afectadas enfrentados, cuando no estaba disponible la ciencia, gracias a los ritos fálicos, con esos ritos los miembros de esas comunidades campesinas, incluso hoy día, lo siguen haciendo, con eso hacían frente a ese avatar. En México, una de las cunas de las culturas mesoamericanas, el cultivo legendario del maíz iba acompañado de los cultos fálicos de fertilización, lo cual se corrobora en los múltiples restos arqueológicos que pueblan nuestro país, la mazorca y su forma no es ajena a los mismos.

Abreviando, el culto fálico estaba destinado a efectuar una articulación entre el falo y la obtención de las buenas cosechas, de ahí que en no pocos rituales se esparcía el semen para fecundar a la madre tierra, tratando de asegurar el despliegue de una buena cosecha. El culto fálico es una de las formas en que la sexualidad, su ejercicio, se dirige al objetivo de la reproducción, en particular, cuando sólo se disponía de la forma llamada “natural” de reproducción –insertar semillas en la tierra que fueran aptas para las mismas y su clima.

Eso fue así hasta que llego la biotecnología y los despliegues científicos en el territorio de los cultivos agrícolas. La llegada de la ciencia dio lugar a un nuevo tipo de plantas y de cereales, denominados, transgénicos y estos nuevos componentes modificaron de manera radical la forma “natural” de sembrar, de cosechar y de recoger el producto.

Los elementos transgénicos, al pie de la letra más allá de la génesis, están dotados de una característica: hacen innecesario los ritos fálicos pues su cosecha se ha separado del ciclo de las leyes de la naturaleza. En efecto, a partir de modificaciones en el ADN de esas plantas, no es necesario fertilizar a la madre tierra para proteger a y obtener una buena cosecha; esas plantas crecen y se reproducen al margen de las leyes del clima, por ejemplo, se pueden obtener frutos tropicales en climas árticos y, a su vez, cosechar plantas de clima húmedo en el medio del desierto.

La reproducción agrícola se ha separado de la sexualidad fálica, del rito fálico mediante la operación real de la ciencia, así se pueden obtener plátanos que al ser ingeridos nos vacunan contra la polio sin necesidad de conservar la vacunas en tal o condición de aislamiento. Acaso podríamos ya tomar nota, de manera mínima, que el “falo” a nivel de sus rituales ha sido modificado, alterado y quizás, en ciertas circunstancias, desechado como función organizadora de una actividad subjetiva como lo es la agricultura humana.     

Un lazo cultural y social articula esas prácticas con las vidas subjetivas, no es la primera vez que descubrimiento científico primero inventado entre las plantas y los animales y luego se traslada a los humanos que vivían o creían vivir al margen de esos inventos. Decimos que las formas actuales de producción asistida en casos de dificultades para la concepción, esas nuevas tecnologías modificaron y llegan a cortar la articulación antes necesaria entre ejercicio sexual y reproducción. Veamos: la inseminación artificial ya prescinde del encuentro corporal: la recolección de los espermas para esa asistencia modificó el componente mítico y bíblico de la actividad de Onan: el onanismo. En efecto para recolectar los espermatozoides para una inseminación, uno de los miembros de la pareja debe proceder a practicar la tan denostada manuela, es decir, masturbarse, recoger el líquido espermático en un tubo y luego el contenido será insertado en el aparato reproductor de su pareja. Se logra entonces una reproducción sin necesidad de contacto de los cuerpos, a partir de allí la sexualidad queda separada de la reproducción. El horizonte de la clonación ahonda mucho más la separación pues ella contempla una reproducción que no requiere ni siquiera de las células sexuales para efectuarse, amén de terminar con la función del padre y de la madre tal como la había estudiado el psicoanálisis, se paso a la función de diseñado.

Estos componentes del lazo social desplegados por la ciencia y su tecnología afectan la posición del falo, al menos de una manera radical  trastocan la articulación entre “falo” y “pene”, y en consecuencia afectan la sobredeterminación fálica de la actividad sexual, y quizás , no sólo de ellas. Es en esas coordenadas que se inserta la actual aparición de los transexuales y la transexualidad, y  ellas afectan, tocan el psicoanálisis, su clínica y su doctrina afectándolas y gracias a esa afectación tienen condiciones para modificarse pues no requieren hacer defensa alguna de ninguna ideología “teórica”.

Lo trans…a afecta la clínica y la doctrina del psicoanálisis

La experiencia de los transexuales, uno por uno, no toca de manera directa a la práctica del psicoanálisis, pues justo es reconocerlo muchos de ellos, quizás la mayoría no tiene en su horizonte consultar a un analista, al menos, ante la posible efectuación de su pasaje al acto quirúrgico. Esas experiencias tocan de forma indirecta al psicoanálisis, pues la experiencia transexual, su reconocimiento como comunidades integrantes del lazo social hace estallar la “natural” división entre los sexos –la diferencia hombre/mujer-; esas experiencias trastocan el campo del lenguaje compartido, baste con recordar las dificultades que el sistema político de nuestro país vivió cuando se trato de inscribir a una mujer, candidata, transexual ¿Cómo la inscribían como ella o él?; cuando Palomo se presenta en los medios de comunicación se produce una vacilación de la diferencia significante ¿Con cuál de los pronombres convocarlo?. Los transexuales lo sepan o no cuestionan la diferencia simbólica pues no se acomodan como hombres y tampoco como mujeres, ellos generan de hecho un tercer sexo, es decir, rompen el dualismo de la diferencia hombre/mujer, las identidades y las fijezas de las identificaciones quedan cuestionadas, al menos, ya no pueden ser tomadas como naturales.

Y entonces que haremos cómo enfrentar esta crisis que afecta al Complejo de Edipo, a las formas de la diferencia sexual, al complejo de castración, una experiencia que cuestiona las categorías psicopatológicas, como por ejemplo, es un poco más que insostenible calificar a cada transexual de “psicótico” ¿Entonces qué?

Propongo al menos dar un pequeño paso, ese paso  se puede dar si nos dejamos acompañar por una lectura lacunar, agujereada, de los textos doctrinarios del psicoanálisis, leer esas enseñanzas clínicas y doctrinarias de Sigmund Freud y Jacques Lacan sin remitirlas a una totalidad, p.e., la totalidad de la “teoría”. Algo semejante y de la misma vena que cuando un analizante analiza un sueño en el curso de una sesión de su análisis.

Cuando un analizante relata en sus sesiones, a veces, lo hacen, otras no, relatan un sueño o lo que recuerdan de él, suele producirse un hecho: el relato a la manera de dibujo muestra las imágenes, un imaginario, del contenido sueño. Esa experiencia deja en claro que, en cada caso y sueño por sueño, asistimos al milagro de que las imágenes dan cuenta de un elemento real que provoca el sueño. El soñante ofrece un punto de vista imaginario que da cuenta del componente simbólico que despliega el relato en los ejes de la metáfora y de la metonimia. Sólo me interesa subrayar un aspecto: el imaginario da cuenta no de “lo simbólico” sino de un sistema simbólico, singular, particular aquel que corresponde a ese sueño y por esa vía, ese simbólico no deja de estar organizado por un imaginario, no lo está por “lo imaginario”.  Decimos que entonces el simbólico singular puede estar organizado por una cierta singularidad del imaginario. Estamos ante la situación de un nudo entre imaginario y simbólico, donde el simbólico se corresponde a ese imaginario.

Lacan en 1953 en el curso de la conferencia citada en párrafos anteriores subraya una serie de nudos entre el simbólico, el imaginario y el real; se detiene para mostrar un nudo entre imaginario y simbólico:

Es la fase de resistencia, de transferencia negativa, o incluso en el límite del delirio, que hay en el análisis…”el análisis es un delirio bien organizado” formula que escuché de la boca de uno mis  maestros, que es parcial, pero no inexacto…Después ¿qué pasa?...Imagina el símbolo. Tenemos, en el análisis, que es la simbolización de la imagen, dicho de otro modo lo que denominamos “la interpretación”…

La clínica nos muestra que el análisis de un sueño le informa al soñante  y al sujeto  de ese sueño que las imágenes que allí se revelan son las imágenes de un simbólico, se trata de un imaginario que organiza un simbólico singular, es decir, puede darse en otros sujetos otros simbólicos. La experiencia que arrojan el transexualismo y los testimonios de los transexuales impacta el campo de las neurosis de transferencia, como decía Freud, es decir de aquellos que están en análisis ¿Cómo y en qué lugar se da ese impacto? El impacto afecta las referencias “teóricas” de cada analista, en la medida en que cada transexual desnuda a plena luz del día que el orden simbólico organizado alrededor del falo y el pene es un orden simbólico que vehicula sólo el imaginario heterosexual[20]. Ese orden simbólico no deja cabida a otras formas, incluso de las neurosis de transferencia, que escapen a los dictados del imaginario que lo organiza. Llegado a este punto le dejo a cada lector ante una experiencia cuyo testimonio aparece  en la siguiente adenda.


ADENDA COMICA: PASA EN… ¡UPS…!
          Después de deambular un par de meses por los lugares frecuentes de cualquier pareja nueva: hoteles, departamento de él, el coche, Martha ya creyó conveniente llevarlo a su casa.  Le hizo una rica cena, bebieron el champagne que Julio había llevado y finalmente  enfilaron hacia el lugar donde van los que tienen apetito de enardecer sus fantasías lujuriosas.
          Tras una larga noche haciendo el amor, disfrutando, por la madrugada cayeron desfallecidos de sueño.  En la media mañana,  cuando Julio abrió sus ojos, notó un detalle que durante la noche, en la semipenumbra,  le pasó desapercibido: la foto de un  hombre en la mesa de luz de ella.  Comenzó a preocuparse aunque permaneció unos minutos callado.  Al fin sacó ánimo para emprender con la pregunta que consideraba obligada.
          --¿Es tu marido…?
          --
No, tonto…  no soy casada  --respondió Martha con una sonrisa sensual y se acurrucó sobre el pecho a él.
          Julio quedó pensativo, era evidente que no cejaba su preocupación a pesar de la sonrisa complaciente de ella. Entonces insistió, un tanto inseguro:
          --Digo…  ¿entonces… es tu novio?
          --
Ay, no, para nada…  ¡Tú eres mi único amor!  --le dijo Martha, mordisqueándole la oreja.
          Pasaron unos minutos, en Julio circulaba por su interior una sensación de intranquilidad.  Como perseveraba su  curiosidad, hizo otro esfuerzo y preguntó:
         
--Perdón Martha… ¿es tu papá… o tu hermano?
         
No, no y no…!  ¡Qué curioso, por Dios!  – Sonrió ella con una expresión de picardía y comenzó a acariciarlo con ardor--.   ¿Te excita una situación así…?  ¡Ay, papito…!  ¡Te pones muy caliente cuando estás celoso!  ¡Bésame, bésame!
          Julio no puede acceder a la demanda de ella, su mente estaba en otro territorio.  Continuó absorbido por sus  pensamientos.  Ya cansado de no encontrar una respuesta, se sentó en la cama y apeló a un tono más varonil, lindando con el enojo:
          --
¿Quién chingado es entonces ese tipo? … ¡Ya mismo me lo decís!
          Martha con una suavidad glamorosa, acariciando su cara con sus labios tentadores, le dijo:
          --¡No te tortures, mi amor!  No hay otro hombre en mi vida…  ¡tú eres el único!    ¡Soy yo antes de la cirugía, papito!

El lector está frente una cuestión interesante, en este relato quién es el que sostiene una trans…a sexual y erótica ¿Será necesariamente el personaje transexual? El otro personaje, al parecer un neurótico ¿Cómo queda impactado por esa imagen? Quedo a la espera de las interrogaciones, incógnitas y objeciones que cada lector pueda sostener ante esto que acaba de leer.
Agosto, 2006.
Tlalpan, México, DF.



[1] Dado el carácter de indicio que organiza el amor de transferencia, el psicoanálisis se organiza caso por caso, por lo cual el término para dar cuenta del saber elaborado psicoanalítico es doctrina, mismo que guarda distancias con la llamada “teoría”.
[2] Un caso ilustrativo es la “teoría” de S. Freud inhabilitando a los “psicóticos” para efectuar una transferencia, mientras que la clínica indica que la presencia de la transferencia en ella es masiva; otro caso lo formuló Jacques lacan en  su “teoría” del neologismo como instrumento diagnóstico para dictaminar si se está o no frente una psicosis, Cf., el caso  y fracaso  de “galopiner”, en su seminario de 1955/1956.
[3] J. Damourette et Edouard Pichon, Grammaire et inconscient, Epel,  suplemento de la revista de psicoanálisis L’unbévue, Paris, Printemps, 1993. En ese suplemento se editan artículos de 1925 y otros años de ambos autores, de esos texto Lacan toma el término “forclusión”, un componente compartido de la gramática del francés y de cada franco parlante, sea o no psicótico; Lacan extrae de allí la diferencia entre el “je” y el “moi”, amén de ciertos “casos” que pueblan su seminario oral conocido bajo el nombre de “Las psicosis…”,1955-1956.
[4] Robert Stoller nacido en Nueva York, en el Bronx, perteneció a la tercera generación psicoanalítica norteamericana. Obtuvo su doctorado en medicina en San Francisco, y en 1954 fue designado profesor de psiquiatría en la Universidad de California de Los Ángeles, donde creó la Gender Identity Research Clinic.
Apasionado por la historia, la antropología, la literatura, se convirtió en el mayor clínico norteamericano de las perversiones sexuales, y en participar del transexualismo. Analizado por Hannah Fenichel, integró la Los Angeles Psychoanalytic Society (LAPS), y fue en la costa californiana, donde inventó para el psicoanálisis la noción de género. Stoller inicio una renovación de los interrogantes psicoanalíticos sobre la identidad sexual, la diferencia de los sexos, el fetichismo y la sexualidad, interrogó la “teoría” de la sexualidad femenina, en particular el falocentrismo,  mostrando  y, quizás demostrando, que lejos de ser fijaciones a un estado infantil, las perversiones  constituyen intentos de respuesta y  curación ante heridas vitales. Su libro magistral Sex and Gender, publicado en 1968, (Science House). le dio notoriedad en gran parte del mundo, convirtiéndose, junto a Michel Foucault (1926-1984), Thomas Laqueur, Elizabeth Badinter y muchos otros, en un representante  de los estudios modernos  frente a la sexualidad.
[5] No adelantemos vísperas pues los seguidores franceses de Jacques Lacan no cantan mal las rancheritas a la hora de mostrar su desconocimiento de las singularidades de la enseñanza de Lacan, es decir, el desconocimiento está más que compartido entre quienes practicamos el psicoanálisis.
[6] Un  transexual o cualquiera que tenga la vida sexual que tenga puede tener o esta en el campo de las psicosis lo cual no indica que está allí por su género o forma de vivir la vida sexual. Eso además aún en el caso de que los años setenta –año del seminario de Lacan- dónde esos incidentes no eran ocasionales.
[7] Jacques Lacan texto establecido de su conferencia: El simbólico, el imaginario y el real, pronunciada el 8 de julio de 1953, al parecer la tarde del mismo día en que por la mañana Lacan recibió la notificación de su expulsión – “forclusión” si se quiere- de la IPA (International Psychoanalytical Association). Esta edición establecida -tenga el valor que tenga a la luz de nuevos documentos e investigaciones sobre el establecimiento textual-  sólo existe en lengua castellana y fue el resultado de una elaboración a cargo de Patricia Garrido, Jaime Goldchain y Alberto Sladogna, México, mayo de 1990. Esa conferencia ha sido re-editada en fecha reciente (2005) por el heredero testamentario de Lacan, Jacques-Alain Millar.
[8] Cf., la introducción de C. Levi Strauss a la recopilación de textos de Marcel Gauss en  Sociología y Antropología, Tecnos, Madrid, 1978. La introducción pertenece a una edición de 1950, allí Strauss despliega el tema del significante cero, un significante diferente consigo mismo; luego están sus artículos respecto de “La eficacia simbólica” estos datan de una fecha previa, 1949.
[9] Ferdinand de Saussure, Curso de lingüística general [Hay varias ediciones castellanas incluida una edición crítica] ¿Se la habrá pasado a Lacan que ese “texto” era la trascripción efectuada por los alumnos de Saussure y no un texto escrito por el lingüista ginebrino?
[10] Valga lo que valga una periodización de las enseñanzas de Lacan convendría tomar nota que desde 1936 hasta 1962 sólo disponía del registro imaginario y del registro simbólico, a partir de 1962 comienza a desplegar poco a poco el registro real que sólo alcanza su precisión a partir de seminario RSI.
[11] Daniel Paul Schreber, Memorias de un neurópata, Ediciones Petrel, Buenos Aires, 1978. Este texto fue retomado al pie de la letra por Lacan quien leía fragmentos, en voz alta, en el curso de su seminario
[12] En México tenemos un notorio parentesco entre la transexualidad y la política, así sus protagonistas, los políticos, pasan del travestismo –pasan de un partido a otro, se cambian la camiseta- y, a veces, cultivan fantasías transexenales. Esas fantasías paradójicamente son promovidas e impulsadas por una ley simbólica: la norma de la no re-elección, misma que se cumple, dejando entre paréntesis, su compañera de “Sufragio efectivo”.
[13] El 28 de junio de 1969 ante una redada policial, de las habituales en esas épocas, contra los asistentes a un bar gay “Stonewall”, New York, EEUU, por vez primera los parroquianos se defendieron y mantuvieron un enfrentamiento al tu por tú con la policía durante varios días. Se trato de un pasaje al acto del que luego salió, entre otras cuestiones , p.e., la Queer Theory, subrayo el carácter de acto que tuvo para ellos, levantar una piedra y defenderse –Stonewall. Esos parroquianos gracias a olvidarse o no contar con los llamados “derechos humanos” lograron defenderse e instauraron el día simbólico conocido como Gay Pride que aun se conmemora. Convengamos que en esas fechas Lacan, los psicoanalistas, Foucault y otros estaban, estábamos, bastante lejos de localizar ese acto como acto y no se diga de las consecuencias, acaso esa lejanía ¿será transformada en objeto de reproche?
[14] Levantaron pulverizando el muro de piedra –stonewall- que los excluía de la sociedad. Freud indicaba a la roca de la castración como el límite de un análisis, el limite para el sector de los hombres marcados por la figura del padre (cf.: Sigmund Freud, Análisis terminable e interminable, 1937), a Lacan es más que posible que se le paso de largo la revuelta Gay de Nuez York, sin embargo, él formulo pues lo vio en su clínica que había un más allá de la roca de la castración y que atravesada la misma se dibujaba el horizonte del fin de cada análisis, caso por caso. Entre uno y otro hay una diferencia más que pronunciada, en particular, por sus respectivas consecuencias.
[15] Las astucias de la subjetividad dan sorpresas, Flechsig publicó meses antes de entrar en contacto con el Dr. Schreber casos dónde  lograba, según él, la cura de histerias y psicosis mediante el expediente de la “emasculación” o “castración” genital. Ese será uno de los temas del “delirio” del Dr. Schreber, ver al respecto: Roberto Calasso, El loco impuro, Editorial Sexto Piso, México, DF, 2003.¿Se puede seguir hablando con tanta facilidad de la “castración” simbólica, imaginaria o real en el psicoanálisis?
[16] Freud en lugar de llamar “memorias” al texto de Schreber, lo llamó “autobiografía” y por ese sesgo dio a conocer un estudio de caso con él, Freud, daba a conocer el nombre y apellido del sujeto del caso, sin embargo, esa inclusión de Schreber entre quienes tienen nombre y apellido no alcanzó su objetivo.
[17] Quienes  efectúan una pasaje al acto quirúrgico, lo acompañen o no de un pasaje al acto subjetivante, suelen atravesar un umbral que lleva a posibilidades nunca vistas con anterioridad: una joven se opera para convertirse en hombre y vivir una vida homosexual; Palomo, la artista mexicana, se declara decepcionada de los hombres y ahora se  dice “estar abierta a diversas experiencias con mujeres”; en México requerimos de estudios de la comunidad de los muses, en el Istmo de Oaxaca.
[18] Allí encontramos una coincidencia, la Iglesia y sus teólogos indican que sólo la sexualidad  dirigida a la reproducción no es pecado; y los pecados teológicos da la casualidad que se articulan con el tema del Padre según la Iglesia.
[19] Se trata de una conferencia, según esto pronunciada en alemán, en el Instituto Max Planck de Munich, el 9 de mayo de 1958. integra la edición de los “Escritos 2”, Siglo XXI Editores, México, 1975. Pregunta: ¿A que se debe que no haya disponible una edición bilingüe alemán-francés o trilingüe alemán-francés-castellano de esa conferencia? ¿Será que Lacan improvisaba en alemán?, como si  esa lengua fuera para él su primera o segunda lengua…hummmmm. El tema del falo en su carácter simbólico, escrito con la letra griega “fhi” mayúscula y el falo imaginario escrito con esa misma letra minúscula lo desplegó en varios y sucesivos seminarios.
[20] Jonathan Ned Katz, L’invention de la l’hétérosexualité, Epel,  Paris, 2001. el autor muestra y demuestra como la heterosexualidad tiene una historia, es decir, un tiempo donde no existía y uno donde se desplegó y otro donde comienza a replegarse cuando su orden “natural” es interrogado. El orden natural de las cosas ha sido, hasta, en particular, en el psicoanálisis como lo advirtió Lacan un parapeto para sostener teorías y no interrogarlas con los hechos clínicos cotidianos.

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