Guattari escribe con Deleuze: Mayo de ‘68 nunca ocurrió
Mayo de ‘68 nunca ocurrió //
Gilles Deleuze y Félix Guattari
Texto tomado publicado en: http://lobosuelto.com
En fenómenos históricos como la
Revolución de 1789, la Comuna de París o la Revolución de 1977, hay siempre una
parte de acontecimiento irreductible a los determinismos sociales, a las series
casuales. A los historiadores no les gusta esta dimensión, así que restauran
retrospectivamente las causas. Pero el propio acontecimiento se encuentra en
ruptura o en desnivel con respecto a las causalidades: es una bifurcación, una
desviación de las leyes, un estado inestable que abre un nuevo campo de
posibilidades. Prigogine ha hablado de estos estados en los cuales, incluso en
la física, las diferencias mínimas se propagan en lugar de anularse y fenómenos
absolutamente independientes entran en resonancia, en conjunción. En este
sentido, aunque un acontecimiento sea contrariado, reprimido, recuperado,
traicionado, no por ello deja de implicar algo superable. Son los renegados los
que dicen: ha quedado superado. Pero el propio acontecimiento, aunque sea
antiguo, no se deja superar: es apertura de lo posible. Acontece en el interior
de los individuos tanto como en el espesor de una sociedad.
Claro que los fenómenos
históricos que estamos invocando van acompañados de determinismos o
causalidades, aunque sean de otra naturaleza. Mayo del 68 pertenece al orden de
los acontecimientos puros, libres de toda causalidad normal o normativa. Su
historia es “una sucesión de inestabilidades y de fluctuaciones amplificadas”.
Hubo mucha agitación, gesticulación, palabras, bobadas, ilusiones en el 68,
pero esto no es lo que cuenta. Lo que cuenta es que fue un fenómeno de
videncia, como si una sociedad viese de repente lo que tenía de intolerable y
viese al mismo tiempo la posibilidad de algo distinto. Es un fenómeno colectivo
del tipo “Lo posible, que me ahogo…”. Lo posible no preexiste al acontecimiento
sino que es creado por él. Es cuestión de vida. El acontecimiento crea una
nueva existencia, produce una nueva subjetividad (nuevas relaciones con el
cuerpo, con el tiempo, con la sexualidad, con el medio, con la cultura, con el
trabajo…).
Cuando se produce una nueva
mutación social, no basta con extraer sus consecuencias o sus efectos siguiendo
líneas de causalidad económicas o políticas. Es preciso que la nueva sociedad
sea capaz de constituir dispositivos colectivos correspondientes a la nueva
subjetividad, de tal manera que ella desee la mutación. Ésta es la nueva
“reconversión”. El New Deal americano o el despegue japonés son ejemplos muy
diferentes de reconversión subjetiva, con todo tipo de ambigüedades y hasta de
estructuras reaccionarias, pero también con la dosis de iniciativa o de
creación que constituía un nuevo estado social capaz de responder a las
exigencias del acontecimiento. En Francia, por el contrario, tras el 68 los
poderes no han dejado de convivir con la idea de que “había que acabar con
ello”. Y, en efecto, se ha acabado con ello, pero en condiciones catastróficas.
Mayo del 68 no fue la consecuencia de una crisis ni de una reacción a una
crisis. Más bien al contrario. La crisis actual, los actuales impasses de la
crisis francesa, derivan directamente de la incapacidad de la sociedad francesa
para asimilar Mayo del 68. La sociedad francesa ha mostrado una particular
impotencia para operar una reconversión subjetiva a nivel colectivo, como
exigía el 68: de no ser por ello, ¿cómo podría hoy acometer una reconversión
económica de condiciones de “izquierda”? No ha sabido proponer nada a la gente,
ni en el terreno de los estudiantes ni en el de los trabajadores. Todo lo nuevo
se ha marginalizado o caricaturizado. Hoy vemos cómo la gente de Longway se
aferra a sus instalaciones siderúrgicas, los productores de leche a sus vacas,
etcétera: ¿qué otra cosa podrían hacer, puesto que todo dispositivo para una
existencia nueva, para una nueva subjetividad colectiva, ha sido aplastada de
antemano por la reacción ante el 68, tanto a la izquierda como a la derecha?
Hasta las radios libres. En cada ocasión, lo posible ha quedado clausurado.
Nos encontramos por todas partes
a los hijos del 68, aunque ellos no sepan que lo son, y cada país lo produce a
su manera. No es una situación brillante. No son los jóvenes directivos. Son
extrañamente indiferentes, y sin embargo están bien informados. Han dejado de
ser exigentes, o narcisistas, pero saben perfectamente que nada responde
actualmente a su subjetividad, a su capacidad de energía. Saben incluso que
todas las reformas actuales se dirigen a más bien contra ellos. Se han decidido
a dirigir sus propios asuntos hasta donde les sea posible. Mantienen una
apertura, una posibilidad.
Esto ocurre en todo el mundo. Con
el desempleo, las pensiones o la escolarización, se institucionalizan las
“situaciones de abandono” controladas, tomando como modelo a los
discapacitados. Las únicas reconversiones subjetivas actuales, en el orden
colectivo, son las del capitalismo salvaje al estilo americano, o las del
fundamentalismo musulmán al estilo de Irán o de las religiones afroamericanas
al estilo de Brasil: son figuras contrapuestas de un nuevo integrismo (a las
que habría que añadir el neopapismo europeo). Europa no tiene nada que
proponer, y Francia tampoco parece tener una ambición que la de encabezar una
Europa americanizada y rearmada que lleve a cabo desde arriba la necesaria
reconversión económica. El campo de posibilidades está, por tanto, en otra
parte: en el eje Este-Oeste, el pacifismo, en la medida en que se propone despotenciar
las relaciones de conflicto, de rearme y también de complicidad y reparto en
los Estados Unidos y la Unión Soviética; en el eje Norte-Sur, en un nuevo
internacionalismo que ya no se apoa en una alianza con el tercer mundo sino en
los fenómenos de tercermundización de los mismos países ricos (por ejemplo, la
evolución de las metrópolis, la degradación de los centros urbanos, el
crecimiento de un tercer mundo europeo como lo analiza Paul Virilio). No hay
mas solución que la solución creadora. Estas reconversiones creadoras son las
únicas que contribuirán a resolver la crisis actual y tomar el relevo de un
Mayo del 68 generalizado, de una bifurcación o una fluctuación amplificada.
Publicado originalmente en Les
Nouvelles Littéraires, 3-9 Mayo de 1984.
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