Experiencias, testimonio de experiencias en el diván por @sladogna
¿Cómo abrir un horizonte que
escape a las trampas del modelo clínico
de la medicina cuando ella habla o reporta un caso? La medicina, la psiquiatría
y la psicología requieren ese modelo, eso no está ni bien ni mal, así lo
requieren esas disciplinas y sus practicantes verán qué hacen con eso. Solo que
en análisis ¿Qué hacer con lo que ocurre en las experiencias de cada cura o situación
de análisis?
Es aquí en que encuentra un
terreno el testimonio de la experiencia. Cada experiencia de testimonio, como
su signo lo indica, es una cuestión corporal, en efecto, en la práctica romana testimoniar
dejaba claro que se trataba de un hecho subjetivo, en que el sujeto que testimonia lo hace con su cuerpo; testis=
testículo dio lugar al término “testimonio”; las mujeres se revelan como teniendo
una forma particular de testis, de ahí que sus testimonios
suelen calificarse de brutales, como Lacan calificaba a los testimonios de su
experiencia que nos legó Melanie Klein.
Sigamos un poco los despliegues
de José Attal respecto de este tema:
Se puede intentar un acercamiento a la noción de testimonio,
considerado no como restitución, sino como el lugar mismo de la experiencia:
una metamodelización.
El testimonio se realiza en el
momento mismo de realizarlo, no es el relato de algo que ya ocurrió, es el
testimonio de lo que está ocurriendo al brindar el testimonio, ni más ni menos.
Conviene distinguir entre el testimonio con intenciones de testimoniar del
testimonio que se realiza sin intención de hacerlo.
[El testimonio inintencional]:
Supongamos que pasamos por la
calle al lado de dos personas que están hablando del accidente que acaba de
tener lugar sobre la calzada. Esas personas no nos hablan. Son entonces para
nosotros los testigos del accidente,
pero no son en sí testigos, personas testimoniando. No reportan a
alguien que un accidente ha tenido lugar,
sino que hablan de lo que ocurrió, del
accidente. Supongamos que
nosotros mismos no hayamos visto el accidente y que además todas las huellas
hayan sido borradas. Puesto que escuchamos
a las personas
hablar del accidente,
llegamos a pensar que hace un momento hubo un accidente en esta calle.
La cuestión es la de saber si, haciendo
esto, sabemos o si creemos que ha habido un accidente. La respuesta, me
parece, es que lo sabemos. La razón es, en primer lugar, que nuestro
conocimiento ya no está parasitado por nuestra fe. En efecto, sólo podría ser
una cuestión de fe si quedaba abierta la posibilidad de una mentira. Pero
evidentemente, ésta es excluida por la manera en la cual adquirimos la
información: no sabíamos que había habido un accidente porque se nos dijo que
había habido un accidente, sino porque
escuchamos gente hablar de un accidente. Nuestro conocimiento no procede de su testimonio, sino de lo
que les
oímos decir.
¿Cómo decir mejor la diferencia
fundamental entre pensar en un objeto y hacer conocer ese objeto a alguien?[i]
A partir de aquí daremos algunos
testimonios recogidos sin intención en experiencias diversas del análisis.
Freud, presencia de…la Gestapo.
Entre marzo (mes del Anschluss,
anexión de Austria al III Reich) y abril
de 1938, tuvo lugar lo que Jones llama “una curiosa escena”, se trató de lo
siguiente: “la casa de Freud había sido invadida por otra banda de los S.A., y
dos o tres de ellos se abrieron camino hacia el comedor. La señora Freud, como
suele ocurrir en un caso de emergencia, sacó fuerzas del fondo de su corazón.
En el más amable tono hospitalario ofreció un asiento al centinela...le
resultaba desagradable ver a una persona extraña de pie en su casa...estaban
debatiendo los planes de mezquino pillaje que la situación les permitiría
realizar, cuando en el vano de la puerta apareció...Freud atraído por el
alboroto.” Años antes (1934) Freud le
decía a su paciente J. Wortis que estaba garantizaba la “absoluta privacidad”
de lo que dijese. La instalación posterior de una guardia de las SA “afuera” del consultorio, cuando Jones comenta esa
“escena” con Freud este le contesta “¡Solo! ¡Si yo estuviera solo, hace mucho
tiempo que ya me habría desprendido de la vida!”
Lacan : un testimonio
Durante varios años me he
apartado de todo propósito de expresarme. La humillación de nuestro tiempo,
bajo los enemigos del género humano, me alejaba de ello, y después de
Fontenelle me he abandonado a la fantasía de tener los puños llenos de verdades
para cerrarlos mejor sobre ellos. Confieso esta ridiculez porque marca los
límites de un ser en el momento en que éste va a dar testimonio. ¿Habría que
denunciar en ello algún desfallecimiento ante lo que de nosotros exige el
movimiento del mundo, si nuevamente se me ha ofrecido la palabra en el momento
mismo en que se revela hasta para los menos clarividentes que una vez más la
infatuación del poder no ha hecho más que servir a la astucia de la Razón?
Júzguese con toda libertad cuanto puede sufrir mi búsqueda.
Por lo menos, no he pensado en
faltar a las exigencias de la verdad, alegrándome de que se pueda defender aquí
a ésta en las formas corteses de un torneo del habla. [Acerca de la causalidad psíquica,
Escritos I]
El genocidio en un análisis
En México, en una ciudad: Tampico, Estado de Tamaulipas, ubicada en una zona de guerra, un psicoanalista recibe pacientes. Hablando con él de puro curioso le preguntó si los temas de
las guerra la narcotráfico, el genocidio, los combates que despliegan los
narcos en esa ciudad aparecen en su diván, si los pacientes hablan de esos
temas. Su respuesta fue la siguiente:
“No, para nada, de eso no hablan. Si, ocurre en la vida cotidiana ,
incluso cuando los recibo se escuchan en el consultorio los tiroteos entre
narcos, entre narcos y el ejército, se escuchan, solo que de ese tema no
hablan, no es el motivo de su padecimiento o de lo que quieren hablar”
El padre, la paternidad, los
padres en una experiencia
Un analizante, a su manera, trata
de hablar con su analista de un tema que le inquieta, incluso se diría que su tema es lo que le está pasando o le pasa a su hijo. En ese horizonte un día
solicita hablar y para comenzar lanza la siguiente exclamación:
“¡Ya estuvo!, ¡Ya chole! con los padres de Ayotizinapa, ya ni la frieguen
hablando, hablando y hablando de sus hijos como si fuera su único tema,
molestan y molestan”
El analista intervine con tono de
sorpresa preguntando “No entiendo, puede aclarar algo por favor…¿Usted
vive en Ayotzinapa?”
El analizante a su vez sorprendido por esa insólita
pregunta: “Perdón ¿Qué pregunta usted? No,
yo no vivo en Ayotzinapa ¿Por qué pregunta eso?”
El analista suelta a boca de
jarro “Ahh, pero… hace tres años que
usted viene y solo habla, habla, y habla de cómo lo afecta lo que le ocurre a
su hijo”
Ahora cada lector verá que hace con los signos que en estos testimonios dejan aparecer en cada uno un significante.
Ahora cada lector verá que hace con los signos que en estos testimonios dejan aparecer en cada uno un significante.
[i] Stéphan Chauvier, “Le
savoir du témoin est-il transmissible?”, en: Revue Philosophie N° 88: Le
témoignage: perspectives analytiques, bibliques et ontologiques, Éditions de
minuit, París, 2005, pp. 40-41.
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