¿Cuál lugar práctico tienen despliegues teóricos en cada análisis? @sladogna


Exomologesis: estallido del inconsciente*
Notas incoherentes[1]
*Alberto Sladogna, sladogna@gmail.com, publicado en artefactos, una revista de la École lacanienne de psychanalyse – elp- # 7, 2017

Es precisamente por esto que en un tiempo en el que no era sin motivo que yo había elegido este tema de la angustia - lo había elegido porque sabía que eso no duraría, porque tenía algunos “fieles” que se ocupaban de suscitar las mociones de orden que luego podían volverme declarado inapto para transmitir la teoría analítica. Jacques Lacan, 17/12/1974

Escribo estas notas a partir de estar afectado, desde hace un tiempo por la siguiente pregunta: ¿Cuál es el lugar funcional, práctico de los despliegues teóricos en la experiencia analítica? Para avanzar con alguna respuesta, encuentro un horizonte temático: cómo operar en el análisis con los tres registros subjetivos (real, simbólico e imaginario)al mismo tiempo sin privilegiar uno sobre los otros dos.

Una vía para explorar es pensar sin el “orden simbólico”- término empleado por Lacan y dejado de lado en 1970/1971. El registro o consistencia o dimensión del simbólico no requiere del “orden simbólico”; un análisis desplegado en las tres dimensiones cuenta a su favor con el simbólico. Lacan realizó un seminario (1955/1956) analizando las “Memorias de mi malestar nervioso”[2] sin dar cuenta que no existía ninguna impedimento “simbólico” para leerlas, en ellas operaba el registro simbólico,  registro excluido por un “orden simbólico” normativo. ¿Cómo analizar sin ese “orden”?  Para localizar los inicios de esta forma de analizar sin privilegios corresponde tomar apoyo en el seminario oral de Jacques Lacan del año 1974/1975, heresia. ¿De qué se trata? Veamos
                          

                                                       
Solo tomo apoyo en una “escritura” de la versión estenográfica de la sesión del 17 de diciembre de 1974.  La misma no figura en otras versiones. Esa imagen contiene una columna que reúne tres elementos desplegados en esa sesión – como antecedente, entre otras, está la sesión del 10/12/1974- ¿Cuál tema? Cada uno de los hilos o los toros, o las cuerdas o los anillos tiene un tejido de tres componentes: existencia, agujero y consistencia.
         Lacan presenta las tres consistencias mediante este diagrama 

El año anterior, el 13 de noviembre de 1973 proponía:
Vamos a tratar de distinguirlas, de conservar aún una onda de distinción entre las tres categorías [real, simbólico, imaginario ] , señalando lo que ahora pongo sobre el tapete, a saber: notar bien que, como dimensiones de nuestro espacio — nuestro espacio habitado como seres hablantes— esas tres categorías son estrictamente equivalentes.
Si son equivalentes, entonces la preeminencia del “orden simbólico” sobre los otros dos registros se acabó como concepto. Añadimos la equivalencia puesta sobre el tapete, va a indicar que cada categoría está compuesta por su existencia –real-, su consistencia –imaginario-; y  su agujero -simbólico. Cada categoría del real, del simbólico y del imaginario tiene una composición trinitaria de real, imaginario y real. Así lo que se toma, en forma ligera, como siendo la imagen de un nudo borromeo de tres lazos, o círculos, o anillos, muestra algo más: se trata de  un nudo de nueve elementos: el real construido por su imaginario y su simbólico + el simbólico conteniendo su real e imaginario + el imaginario compuesto por su real y su simbólico. Así 3+3+3 hacen un nudo borromeo, es un nudo no anudado de nueve componentes.

Esta composición abre el lugar del análisis para intervenciones: reales, simbólicas e imaginarias a condición de aceptar que cada uno de los registros al ser tomado desde esa perspectiva presenta una novedad: los registros han cambiado y cambian en su articulación respecto del “pasado” del cual habla Lacan al inicio de esta sesión.   

Reitero. Las tres consistencias son equivalentes. Cada una está constituida por su existencia (real), por su agujero (simbólico), por su consistencia (imaginaria). Cada consistencia es trinitaria, debido a eso no guardan articulación con las formas anteriores del real, del simbólico y del imaginario. Desde ese momento un nudo borromeo es una heresia de nueve consistencias, lo cual abre el análisis a múltiples cambios, a múltiples perspectivas rizomáticas.

En 1953 cuando Lacan presenta su conferencia “Simbólico, imaginario, real” (1953) esos componentes no se presentan anudados, habrá que esperar veintiún años a su seminario heresia en que el objeto del seminario estará constituido por sus tres consistencias anudadas.

Estos seminarios se ubican de forma temporal en cercanía con los temas abordados por Michel Foucault en los años de 1979-1980, editados en el año 2014 bajo el nombre de Del gobierno de los vivos. Considero pertinente anotar que el “orden simbólico” constituyó una forma de la exomologesis –confesión.

Los avatares de la exomologesis

“Exomologesis” para presentar sus horizontes tomo apoyo literal en el estudio realizado por Edgardo Castro,  El vocabulario de Michel Foucault. Un recorrido alfabético por sus temas, conceptos y autores (2004). A partir de las clases del curso de Michael Foucault de 1979-1980, allí  analiza el examen de las almas y de la confesión en el cristianismo primitivo. Los avatares de la penitencia del siglo II al siglo V muestra que la exomologesis (confesión, reconocimiento) no era una confesión verbal, ni de las faltas, ni de las circunstancias; por otro lado, ella no obtenía la remisión por el solo hecho de ser formulada en la forma canónica ante quien tenía el poder de remitir los pecados:
“La penitencia era, más bien, un estado al que se ingresaba y del que se salía ritualmente. Durante el tiempo de la penitencia, el penitente reconocía sus faltas con sacrificios, austeridad, modo de vida; la expresión verbal no tenía un papel fundamental. En las instituciones monásticas la confesión se encuadra en el marco de la dirección espiritual. Aquí es necesario analizar el modo de dependencia respecto del maestro, la manera de llevar a cabo el examen de conciencia, la obligación de decir todo acerca de los movimientos del alma. La confesión prescripta por Casiano no es la simple enunciación de las faltas cometidas ni una exposición global del estado del alma, sino la verbalización permanente de todos los movimientos del espíritu (DE4, 125-128). A partir de la Edad Media, durante la Reforma. En la evolución de la práctica cristiana de la penitencia es necesario prestar atención, por un lado, a la relación confesión/penitencia, y por otro, a la función de la confesión. En cuanto al primer aspecto, como dijimos, originariamente la confesión no formaba parte del núcleo de la penitencia”.

Luego Edgardo Castro continúa:

“En cuanto al segundo, la función de la confesión en la penitencia se ha modificado notablemente. A partir del siglo VI, con… la penitencia tarifada, la confesión comienza a inscribirse en el corazón de la práctica de la penitencia. Se trata de un modelo irlandés, no latino, de matriz laica, judicial y penal. Debido a que cada falta grave requería una satisfacción proporcionada, la enumeración de las faltas, su confesión, se volvió necesaria…A partir del siglo XIII asistimos a una reinserción de la confesión en los mecanismos del poder eclesiástico. El Concilio de Letrán de 1215 establece la obligación para todos los cristianos de confesar sus faltas graves. La frecuencia de esta práctica debía ser al menos anual, pero se recomendaba que fuera mensual o semanal… El sacerdote, por su parte, será el garante con sus preguntas de esta exhaustividad…A partir del siglo XVI, asistimos a un proceso de cristianización en profundidad…Con la extensión del dominio de la confesión: todo o casi todo de la vida del individuo debe pasar por el filtro de la confesión. Por otro lado, nos encontramos con un fortalecimiento de la figura del confesor: además de la absolución, dispondrá del derecho de examen de la vida del penitente y de toda una serie de técnicas para llevarlo a cabo…A partir de la pastoral de San Carlos Borromeo (Siglo XVI)…se desarrollará la práctica de la dirección de conciencia…Durante la época de la reforma y de la contrarreforma, la práctica …se transforma… en relación con el sexto mandamiento (“no cometer actos impuros”):…es un recorrido meticuloso del cuerpo, una anatomía del deseo, una cartografía pecaminosa del cuerpo (AN, 155-186). Scientia sexualis. Según Foucault, históricamente hay dos grandes procedimientos para producir la verdad del sexo: ars erotica y scientia sexualis. En la primera, la verdad del sexo se extrae del mismo placer; en la segunda, la verdad del sexo aparece en un procedimiento de saber-poder cuyo eje es la confesión…Con la pedagogía del siglo XVIII y la medicina del siglo XIX., la confesión comenzó a utilizarse en toda una serie de relaciones: padres-hijos, alumnos-pedagogos, enfermos-psiquiatras, delincuentes-expertos”.

Edgardo Castro con  El vocabulario…abre un espacio que interroga momentos  de la práctica del  psicoanálisis:

“En cuanto concierne al sexo…una serie de transformaciones permitieron ajustar el ritual de la confesión a la regularidad científica: 1) por la codificación clínica del “hacer-hablar” (combinando el relato con los signos y síntomas descifrables), 2) por el postulado de una causalidad general y difusa (el sexo puede ser causa de todo y de cualquier cosa), 3) por el principio de una latencia intrínseca de la sexualidad, 4) por el método de la interpretación, 5) por la medicalización de los efectos de la confesión. Como práctica judicial. En la época clásica, el cuerpo del condenado no sólo era el objeto del castigo, del suplicio; estaba inscripto en el procedimiento que debía producir la verdad acerca del crimen”.

En ese punto el vocabulario presenta una afirmación de Foucault:

“Freud transferirá la confesión de la rígida retórica barroca de la Iglesia al relajante diván del psicoanálisis”.
                  
Salir del” orden simbólico”
                        Seamos fuertemente contemporáneos                                                                                                  Jacques Lacan, 1972
El “orden simbólico” –término empleado por Lacan- al imponerse sobre el registro imaginario y el real  encubre la composición subjetiva de aquello que afecta al analizante cuando se decide a emprender la experiencia de un análisis.  En un viaje a Berlín, Alemania, visite una exposición: “Topografía del terror”, allí la extrema derecha, el nazismo, mostraba sus vecindades con lo que fue un gobierno de la izquierda, el gobierno comunista de Alemania Oriental. A un costado de las ruinas de lo que fue el Muro de Berlín –separación del oriente comunista del occidente capitalista de 1961 hasta 1989.  Una calle une topológicamente lo diverso: las ruinas del muro, las oficinas de la Stasi, luego en vecindad, a 100 metros se encontraba la exposición “Topografía del terror” montada en el lugar donde estaban localizadas las oficinas de la SS, de la Gestapo y de la Seguridad del Reich (Cfr.: Alberto Sladogna, Performance del análisis: El gesto, en artefactos# 5,2014)
El “orden simbólico” establecía solo una diferencia entre el nazismo, el comunismo, y el muro de Berlín, mientras que la topología del terror muestra sus vecindades, sus continuidades, los cruces por arriba y por debajo de esos elementos. Esta topología se realizó mediante fotografías, imágenes del real que dejaban aparecer de otra forma, mediante una iluminación, un hecho subjetivo: el terror. Subrayo esa topología no carece de su registro simbólico, un registro ya deja de ser un “orden”.

Una fotografía de la exposición me impacto corporalmente. La imagen muestra un gesto subjetivo efectuado por August Landmesser  quien cruza sus brazos cuando sus compañeros proletarios del astillero levantan su brazo derecho, saludo nazi, ante la presencia de Adolfo Hitler. ¿Qué es lo que hace? Cruzó sus brazos, lo haya hecho por lo que lo haya hecho, lo hizo. Hacerlo quizás  tuvo consecuencias para él, fue despedido (¿…?), enviado al frente ruso durante la Segunda Guerra Mundial desapareció. Se dice, sin muchas precisiones que la imagen fue localizada por su hija sobreviviente a la tragedia quien de casualidad en un periódico reconoció la presencia de su padre. Añado un componente: esa fotografía  en junio del 2013, procedió a localizarme como alguien afectado por ella,  a partir de allí inicie un análisis del tema que exhibe. Quede afectado, los afectos son un componente que el “orden simbólico” dejaba de lado, consideraba que impedían la exomologesis –confesión- para cuestionar los efectos duales y de entorpecimiento subjetivo que se le atribuía al imaginario.

Lacan el 25 de mayo de 1955 propne la “Introducción del gran Otro” – concepto que le fue cuestionado por Claude  Lévi Strauss por hacer entrar por la ventana una forma de Dios-, allí escribe un esquema:
                                      
El esquema propone una interferencia –sea del tipo que fuera-entre el imaginario y el simbólico[3]; el “orden simbólico” estaba destinado a realizarse: poner “orden” a los disturbios del imaginario, esa actividad está en el horizonte de la exomologesis –confesión, estudiada por Michel Foucault en Del gobierno de los vivos, 1979-1980 (FCE, México, 2014).

Escritos I  presenta la versión de 1949 de El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada. Un nuevo sofisma. Lacan escribió: “Primero, un hombre sabe lo que no es un hombre. Segundo, los hombres se reconocen entre ellos por ser hombres. Tercero, yo afirmo ser un hombre por temor de que los hombres me convenzan de no ser un hombre.” Es una secuencia de orden identificatorio guiada por el “orden simbólico” dominante en tal época. El gesto  de August Landmesser – ya mencionado-  pone en tela de juicio esa versión.  Landmesser no se comporta como los demás hombres, no teme no ser reconocido como hombre por los otros. Introduce, en esa visión homogénea de la masa saludando a Hitler, un gesto. Un gesto subjetivo, semejante, análogo al que los diversos integrantes de las comunidades de la diferencia han producido y producen al presentar, mostrar sus formas de vidas, distintas, no homogéneas con las vidas “normales”. Un gesto semejante que  cada analizante logrará o no alcanzar en su análisis.

En los años  1973-1974, Lacan, a causa de su experiencia como analista,  comienza un seminario (Los incautos del padre no yerran) donde abandona lo que fue su posición de psicoanalista años atrás. ¿Cuál experiencia? En 1964, varios de sus analizantes negocian a Jacques Lacan con la IPA, como lo subraya José Attal (El pase. La tercera proposición de octubre de Jacques Lacan, 2012). Resuelven con esa institución  aceptar tres cuestiones: primero, que se le retire a Lacan su título de analista; segundo, aceptan la prohibición de supervisar  con Lacan; tercero,  no se puede asistir a sus seminarios. Estos términos están documentados cuando se hizo público en francés y castellano un informe guardado en secreto por la IPA, se trata de El informe Turquet  (José Attal, 2015) Renunciaban a su psicoanálisis a cambio de lo cual recibían el título de psicoanalistas reconocidos por la Asociación Psicoanalítica Internacional, respondían a los requerimientos del “orden simbólico” dominante en la IPA.

Lacan el 20 de noviembre de 1963, pronuncia la única sesión de un seminario titulado Los NOmbres del padre:
      “Hoy no tengo la intención de entregarme a ningún juego que se                    asemeje a un golpe de efecto, no esperaré la finalización de este                  seminario para decirles que éste es el último que haré. Así como para          algunos, iniciados en las cosas que pasan, esto no será sorpresa, para            los otros, es por consideración a su presencia por lo que haré esta                declaración. La noche pasada, ya tarde. . . me fue anunciada una                  novedad [su exclusión de la IPA, perdida de su título de psicoanalista          reconocido, prohibición de dictar su seminario]. . .  había creído que            continuaría este año lo que les vengo dando desde hace diez, estaba              preparado, no haré sino darles lo primero. He anunciado que les                  hablaría este año sobre los Nombres del Padre. No es posible hacerlo          escuchar…”.


En esos momentos atraviesa un periodo de sensibilidad: tenía la vivencia 
de que la IPA le había colocado micrófonos en su consultorio. Es una cuestión de experiencia del diván: cuando tal o cual sujeto se pone sensible tiene alguna razón. Esa sensibilidad -a veces exagerada es llamada “delirio”- está al servicio de prestar atención a un hecho. Su consultorio tenía micrófonos portátiles: algunos de sus pacientes al salir de las sesiones informaban al comisionado de la IPA sobre la duración de sus sesiones. La sensibilidad de Lacan captó la presencia de esos micrófonos. Ese síntoma era una medida de la canallada que constituía el acceso a esos títulos negociados. En un fin de análisis el analista como tal cae, mientras que negociar con otros al analista para obtener un título es una caída…en una canallada de la que no hay regreso.

Luego Lacan despliega en 1964 un seminario, Los fundamentos del psicoanálisis, que pone  en tela de juicio los fundamentos del psicoanálisis, y en ese mismo momento propone otros; de ahí la pertinencia de conservar ese título: Los fundamentos del psicoanálisis.

Si se ubica al psicoanálisis como una pirámide,  su fundamento es un vértice que sostiene  la pirámide y constituye a su base. Al tocar los fundamentos, Lacan provoca que  la pirámide comience a resquebrajarse, a descolocarse, a dejar de funcionar porque se quedó sin el vértice que la fundamentaba.

Pier Paolo Pasolini en Escritos corsarios (2009) agudiza su sensibilidad poética, al mostrar que la poesía es sismográfica, es un sismo que conmueva los fundamentos sensibles. Claude Calame –citado por Attal- indica que “La inversión de perspectiva propuesta no hace del pasado  sino del presente el punto de referencia”[4].  El “orden simbólico” arruina al analizante y al analista mediante homologación (“todos los psicoanalistas son homologados por la institución al darle de la misma forma a su acceso al título de tales, los uniforma”). La homologación del “orden simbólico” sepulta la aparición de otras formas de subjetividad de mundos otros del deseo, lo hace cuando impone la uniformidad, un procedimiento cercano no igual al que realizan las campañas de publicidad, las modas.    

Lacan propone sus fundamentos: inconsciente, repetición, transferencia y pulsión, esa serie excluye al complejo de Edipo, se cae la pirámide edípica junto con su “orden simbólico”. Estos elementos ¿debido a que sufren esa caída? La sesión del 22 de enero de 1964 responde: “Si queremos comprender de que se trata le psicoanálisis, hay que volver a evocar el concepto de inconsciente en los tiempos por los que Freud pasó para forjarlo-ya que solo podemos acabarlo llevándolo al límite”[5]. Subrayemos un dato en francés y en castellano “acabar” implica “terminar”; “matar”, “finalizar”, movimiento que en ocasiones suele ocurrir cuando el analista interviene ante un síntoma: al llevarlo a sus últimas consecuencias se acaba.

El 15 de enero de 1964 muestra a un Lacan identificado con Spinoza:
“Este comentario no es anecdótico…que mi enseñanza,…ha sido sometida…una censura nada ordinaria, puesto que se trata nada menos que de proscribir esta enseñanza, que ha de ser considerada como nula en todo lo tocante a la habilitación de un psicoanalista, y de convertir esta proscripción en condición para la afiliación internacional de la sociedad psicoanalítica a la cual pertenezco…Se trata…a lo que en otros sitios se llama excomunión mayor... existe…en una comunidad religiosa designada por el termino indicativo, simbólico, de sinagoga, y Spinoza la padeció.  El 27 de Julio de 1656 primero…Spinoza fue objeto del kherem, excomunión que corresponde justamente a la excomunión mayor, esperó luego algún tiempo para que le aplicaran el chammata que consiste en añadir la condición de la imposibilidad de regreso.”

Pese a ese síntoma personal, en la tercera sesión rechaza la homologación de su concepto del inconsciente con la ontología, primer paso que lo separa de Spinoza para concluir en la última sesión del 24 de junio respecto de dos temas caros al filósofo excomulgado: la ontología y el amor intelectualis:
Esta posición es insostenible para nosotros.
En concreto, como psicoanalista deja de sostener la identificación con Spinoza, en tanto psicoanalista no puede ser objeto de una excomunión pues tal operación implicaría aceptarse como practicante de una religión. El análisis deja de sostener al psicoanálisis religioso de la IPA, recordemos que Freud dotó a esa institución de una arquitectura semejante a la de Iglesia y la del Ejercito (Cfr: S. Freud, Psicología de las masas y análisis del Yo, 1921). Subrayamos que en 1980 Lacan en el trascurso del seminario oral Disolución acaba con su École Freudienne de Paris a causa de su consolidación religiosa.   

Exomologesis: operación del “orden simbólico”

“Cada vez que soltamos el sostener alguna verdad o creencia, aparece algo nuevo. Es una apertura de la mirada reflexiva. Dejar de saber para ponerse en la posibilidad de no saber, lo cual es un cambio”. Humberto  Maturana, 22/10/2016


En 1964 el complejo de Edipo cae como fundamento: el psicoanálisis no tiene nada que ver con la religión, y después de hacer esa declaración, en la sesión siguiente:
 “El complejo de Edipo es un sueño de Freud no analizado”
Y si eso fuera poco añade:
“El complejo de Edipo no tiene nada que ver con lo que hacemos todos los días”.
Estamos en 1964. José Attal estudió en detalle esa situación en el estudio ya citado. En  los avatares previos a sus seminarios 1973-74, 1974/1975 Lacan informa que nunca más   hablará de los nombres del padre,  en función de la experiencia que había tenido con la IPA. La IPA lo expulsa  porque lee en público los textos de Freud, cambia la “costumbre” de Freud de otorgar sesiones de 60 minutos y con una frecuencia de 5 veces por semana. Para dar lugar a los pacientes americanos, que eran los que le aportaban ingresos para sobrevivir, su hija le indica: “Mira, si quitas 15 minutos a cada uno de los pacientes, queda una cantidad de tiempo para aceptar en tratamiento a los pacientes”. Se pasa de 60 a 45 minutos. Lacan también aceptaba como participantes de su seminario a personas que  hacían su análisis con él. Dicho de otro modo: lo expulsan por romper las costumbres. El acontecimiento cambia nuestras costumbres, nos coloca en una situación inesperada, nueva, no implica que sea siempre sea agradable o cómoda.

Lacan dice que nunca más va a volver a hablar del tema de Los nombres del padre.  En 1973-1974 titula a su seminario oral, Los incautos del padre no yerran. Habrá que inventar ese seminario en castellano porque en francés articula muchas cosas a la vez en un solo título; es: los nombres del padre, los que creen en los nombres del padre, los que yerran porque no creen y los que son impunes. Es muy complicado pasar esto como simple traducción. Hay que inventar un título en castellano.

En ese seminario vuelve, otra vez, a lo que fue su primera intervención pública en el psicoanálisis el 8 de julio de 1953 cuando presenta en la tarde del día en que  lo expulsan de la IPA, su ternario: el simbólico, el imaginario y el real.  En  muchas  versiones de la conferencia  se muestra una pregunta  incomoda formulada por  Didier Anzieu: “¿…esto que usted acaba de proponer el simbólico, el imaginario y el real, es modernizar a Freud o usted está introduciendo en el psicoanálisis, algo nuevo?” La respuesta de Lacan es insólita, no le responde nada. Dado que estaba introduciendo algo nuevo, no podía decirlo de forma abierta pues si lo hubiese hecho confirmaría uno de los motivos de su exclusión.

Ahora reiteremos la pregunta del inicio ¿Cómo sería posible un análisis que tome las tres consistencias sin solo privilegiar una de ellas?

En 1972 retoma el tema del registro real, del registro simbólico y del registro imaginario pero lo hace de una manera muy particular. Lanza a su público una advertencia que no fue escuchada:

“El trazo unario es el soporte de aquello de lo que partí bajo el nombre de estadio del espejo, es decir de identificación imaginaria… no constituye un juicio de valor como se dice —que hacía— un juicio de valor del tipo: imaginario: caca, ¡simbólico: miam-miam!... de suerte que quien denuncia este maniqueísmo —el juicio de valor: ¡puaj!— en mi doctrina demuestra solamente lo que él es…” (10/05/1972)

Así inició el camino para dar equivalencia a la existencia, la consistencia, y el agujero en cada registro. Esos nuevos fundamentos implican  un  mazazo para el psicoanálisis. 
¿Cómo opera la teoría en la experiencia analítica?
En principio el analista esta y tiene acceso a un conjunto de teorías, de las que no es fácil desprenderse. Lenin escribió ¿Qué hacer?, su libro comienza con una pregunta: ¿Por dónde empezar? ¿Por dónde empezar para cambiar las cosas? Lenin no propone “cambiar las bases”, plantea la necesidad de un vértice fuerte: la vanguardia consciente del proletariado; ese vértice que le dirá al proletariado cuál es su verdadera conciencia. Después prosigue: el sindicato, para transmitir la idea del vértice a la base mediante la conciencia del proletariado  y en el piso colocará la base proletaria: las masas proletarias. La teoría del partido de la vanguardia del proletariado es una teoría religiosa: Dios, el espíritu santo, el padre y el hijo; un trípode no muy lejano de los poderes de la república: el poder ejecutivo, el poder legislativo, el poder judicial.

La  arquitectura de la democracia  es religiosa, teológica, tripartita, donde la construcción se hace a la inversa de lo usual. No es  colocando los ladrillos de abajo hacia arriba que se hace la pirámide, sino que a partir de la existencia del vértice superior  se puede construir la pirámide.

Si cuando estamos frente o detrás de quien nos habla, si lo “pensamos” como  que  habla pues está sufriendo de un deseo sexual infantil reprimido, eso organiza, lo diga él o no, la manera de recibirlo, organizará la dirección de la cura.

No hay posibilidad del ejercicio de una cura analítica sin la presencia fuerte de una teoría.  Siempre se ha sostenido la neutralidad  del análisis y el analista  para lo cual se tendría  que colocar entre paréntesis  las teorías.  Sostener esa neutralidad conlleva  una teoría previa: La teoría de la neutralidad. El analista leerá, interpretará actuará; bien, regular o mal. Allí  no está el nudo de la práctica, el nudo de cada una de nuestras formas de practicar el análisis se basa en elementos teóricos sismográficos. Si en un momento determinado se insinúa que “lo importante” de la vida subjetiva es que el analizante “simbolice” eso llevará a practicar un tipo de análisis. Si después cambio  y acepto: “No, me equivoqué, no es importante que simbolice, puede ser que simbolice, que haya cosas que  las imagine o que haya cosas que sean solo en el orden real, o que las tres surjan al mismo tiempo” en ese momento cambié el análisis. Aparentemente estoy hablando de lo mismo, del análisis, sin embargo hice un giro: el análisis ya es otra cosa. Conviene recordar: Lacan incluyó dentro de las apariencias a la teoría, sin las apariencias –engañen o no- sería complicado hacer análisis de una teoría (seminario oral de 1971, De un discurso que no sería de la apariencia).

Así un analista que tiene una idea, o una concepción o una teoría del análisis previa que se guía por la existencia de un deseo sexual infantil reprimido; esa teoría lo prepara para ofertar y recibir la demanda que esa oferta genera. Mientras que si el analista está dispuesto a recibir lo que se produce al llegar,  lo que llega produce, eso que se produce en la sesión no es algo ya acabado. Son dos análisis distintos. En uno está la idea de que hay un inconsciente previo ya fabricado, ya construido. En el otro hay algo que se puede llegar a producir. El despliegue de cada sesión no será orientada por lo ya producido sino sobre lo que va a venir, lo que va a aparecer, el surgimiento del acontecimiento cambia la costumbre cotidiana del análisis. Son dos formas de hacer de análisis: una se basa en una teoría previa, la otra es la estela que deja la estrella fugaz de la sesión construida por los cuerpos afectados del analizante y el analista. Esa es la diferencia entre un psicoanálisis que ya tiene una psique construida y otra cosa es hacer un análisis sin psico, sin aparato psíquico.

Lacan introdujo en los últimos años de su seminario, aquí y allá, que es la física cuántica ¿…? En 1973-1974  las formulas de la sexuación que  para mi gusto tiene un error: para dar cuenta de cómo alguien ocupa un lugar en la sexualidad no puedo tener dividida de entrada la fórmula en dos partes. Si son las fórmulas de la sexuación ¿cómo puedo ponerle a un costado “hombre” y a otro “mujer”?  Lacan, en un momento determinado va a decir que no se trata de las fórmulas de la sexuación si no de fórmulas cuánticas. Una experiencia “sencilla  de la cuántica” es: “Una mariposa aletea en Tokio y en México se produce Odile [un huracán en septiembre 2014]. Hay un efecto cuántico entre el aleteo de la mariposa y el hecho de que desata en otro lugar ese movimiento, con lo cual la mariposa queda modificada y Odile queda modificado: No uno sin el otro. Se trata de analizar basados en el principio de incertidumbre. Cuando se lee  un seminario, algo el simple  “voy a estudiar tal seminario o tal sesión…”, en ese momento modificaron el seminario y automáticamente el seminario  modifica al lector. No hay  relación de inocencia, nunca se lee tal frase o seminario o sesión en su realidad, la lectura produce una realidad modificada por la lectura, al mismo tiempo que la presencia del texto modifica a quien al lector.

Cuando alguien solicita un análisis ¿Quién queda modificado? El primero es el analista: si él no es modificado, no hay análisis, si el analista no está afectado por lo que llega no hay análisis posible. No hay análisis en la neutralidad; la neutralidad neutraliza todo, incluido el análisis. La introducción de la física cuántica en el análisis implica ya cambiar la idea de lo que es un analista. El término analista se  modificó  al quedar atrapado por el cono de incertidumbre. Alguien va a un análisis según la oferta que le llegó y que  se modifica al llegar, pues al iniciarlo lo inventó.  El cuerpo sensible del analista queda modificado de tal forma que es inventado por ese análisis que como tal no existía antes... Advirtamos que esto se puede seguir desplegando sin que recurrir al complejo de Edipo.

Quizás es el momento en que cada quien puede proceder a leer a Freud de otra manera. Lacan, al final de su vida, hizo un seminario que se llamó Disolución. Freud escribió que para ser reconocido como analista uno tenía que llevar una contraseña. En los primeros tiempos del psicoanálisis la contraseña para ser reconocidos era aceptar el componente sexual presente en todos los sueños. Y en un segundo momento la contraseña es otra, solo serán reconocidos aquellos que reconozcan al “complejo de Edipo”. Freud al tiempo de introducir la segunda contraseña escribe un artículo, La disolución del complejo de Edipo, / El sepultamiento del complejo de Edipo. ¿No habría que detenerse en el título? ¿Cómo puede ser que se haya dado como contraseña para ser admitido en el campo del psicoanálisis al complejo de Edipo en el mismo momento en que se lanza un texto que anuncia la disolución/ sepultamiento/ ocaso, de ese complejo?  Ese signo puede permitir reorientar la manera de leer esta cuestión.

Avancemos algunos pasos sobre la temática de un sueño no analizado de Freud. Freud descubre, inventa el complejo de Edipo a partir de presenciar una obra de teatro de  Shakespeare. En concreto se trata de una representación de Hamlet. La primera operación efectuada por Freud es presentar al complejo de Edipo como personaje de Sófocles. Ningún griego  tenía condiciones para vivir una saga como la que Freud despliega. Baste mencionar que el tipo de sociedad y la estructura organizada por el amo griego, un amo de una sociedad esclavista, no deja posibilidad decir algo sobre el destino. El destino está para cumplirse... Mientras que Freud, con el complejo de Edipo va a hacer diversas maniobras.

La condición para que Freud invente  su  complejo de Edipo fue una obra teatral. El teatro es el origen de su Edipo; una forma de hacer teatro que no es inocente. A partir de la teoría de su Edipo Freud desplegó una experiencia que durante un tiempo fue eficaz, nos guste o no, curaba. Esa eficacia se lograba a partir de una representación itinerante: un personaje del sueño, o de la vida cotidiana tenía importancia pues representaba a los padres de tal o cual paciente. Cada personaje de la vida del paciente de Freud era el representante de…otra persona. Un actor representa a Hamlet. Un actor, que no tiene nada que ver con Hamlet, representa la vida de otro llamado Hamlet. Se introduce la cuestión de la representación. Alguien puede representar a otra persona. La teoría de la representación opera a partir de un estilo retórico: la metáfora, la sustitución de una cosa por otra,  una palabra en lugar de otra.

En la representación de una obra teatral, aparece en la escena una espada ¿Eso es una espada? No, esa espada no mata a nadie, es como si fuera una espada. En el escenario un actor sangra, pero no es sangre. Un personaje muere en la escena, pero nadie muere –salvo accidentes que suelen ocurrir-, ven a la actriz herida, sin embargo nadie está herido. En determinadas circunstancias, incluso actuales, ese teatro representativo,  no carece de efectos subjetivos sobre el público asistente. Justamente produce efectos muy particulares por lo que sigue teniendo de “presentación” el cuerpo del actor, la voz, la utilería, están ahí. De hecho, Bertold Brecht, creo un estilo de teatro, destinado a la reflexión,  que se llamó “del distanciamiento”  destinado a que el público pudiera alejarse, no sentir, para poder reflexionar” Luego por el otro lado aparece el estilo  que da participación directa al llamado espectador, ese que tanto asusta o avergüenza a algunos por parece desnudar algo de sí. Freud inventa a partir de una representación su complejo de Edipo.

Lacan, quita lugar al complejo edípico y en ese momento la escena del teatro psicoanalítico pasar a ser una escena del teatro performativo. Así le arroja una maceta a una analizante o le da a otra un cachetazo, ese acto se realiza en el cuerpo de la analizante afectada, ella no es golpeada representando a otro personaje, el golpe lo recibe ella en su cuerpo, su cuerpo recibe un golpe. El golpe  lo da el  analista, Lacan en la ocasión, no la golpea alguien que lo representa.

En el teatro performativo el texto desaparece en cada obra y vuelve a producirse un texto nuevo, en cada escena performativa, en cada función se trata de un texto nuevo, en cada sesión es la sesión única, nueva respecto de la anterior. No hay un texto previo, no hay un inconsciente ya construido que es previo en la sesión y que el analizante representará, por el contrario, el analizante presenta, muestra  algo que antes no estaba. No se sabe cómo va a empezar, no se sabe cómo va a concluir, no hay un texto para representar un papel. Así queda acabado el núcleo fuerte de la teoría del complejo de Edipo,  el orden de la representación, el “orden simbólico” –término empleado por Jacques Lacan en más cien ocasiones en sus seminarios orales hasta 1970/1971.

La teoría de la representación impone como un absoluto la interpretación. El analista queda reducido  solo a ser un intérprete de lo profundo. No se queda en la superficie.  Freud propone frente a lo profundo: “Hay en la vida muchos de estos símbolos que generalmente no advertimos. Cuando hube de plantearme la labor de prescindir del hipnotismo para extraer a la luz aquello que los hombres ocultan, guiándome tan sólo por sus palabras y sus actos, creí que habría de serme más difícil de lo que realmente es. Teniendo ojos para ver y oídos para escuchar, no tarda uno en convencerse de que los mortales no pueden ocultar secreto alguno. Aquellos cuyos labios callan, hablan con los dedos. Todos sus movimientos los delatan. Y así resulta fácilmente realizable la labor de hacer consciente lo anímico más oculto “ (Análisis fragmentario de una histeria, Caso Dora, 1905). Eso paso de lo oculto a la superficie formula una teoría de la interpretación que da vida a un armazón que pasa por la familiaridad edípica. Esa familiaridad permitió inventar el psicoanálisis y además sigue siendo vigente, no hay por qué despreciarla. Sin embargo las condiciones sociales que permitieron el surgimiento de esa práctica del psicoanálisis, se han modificado: la sociedad capitalista. Recordemos que Freud marcó  como objetivo de la práctica: ”Poder volver a amar y a trabajar – es decir, catectizar los objetos y sublimar - serán los objetivos de la cura para Freud (El valor de la vida. 1926,  entrevista concedida al periodista George S. Viereck) En la sociedad del estado bárbaro  del cual habla Marx no se puede practicar el psicoanálisis. En la sociedad esclavista de los griegos tampoco. Los sueños no eran para interpretarse sino para seguirlos porque indicaban un destino que había que realizar. Para construirse  el capitalismo requiere de un tipo de subjetividad, no se  crea por las clases sociales; sino que hay una subjetividad que introduce las clases sociales. Incluso el capitalismo  está muy interesado en la fábrica sexual por una cuestión muy sencilla: requería que haya hombres y mujeres que no tengan ningún lazo con la naturaleza.

¿Dónde nació la idea de organizar la vida entera en torno al trabajo, la eficacia y la productividad? Según Max Weber, la cultura burguesa encontró su origen, motor y combustible en la ética protestante, en particular el protestantismo ascético: "El poder ejercido por la concepción puritana de la vida no sólo favoreció la formación de capitales, sino, lo que es más importante, fue favorable sobre todo para la formación de la conducta burguesa y racional (desde el punto de vista económico), de la que el puritano fue el representante típico y más consecuente; dicha concepción, pues, asistió al nacimiento del moderno 'hombre económico’”( Max Weber, La ética protestante y el "espíritu" del capitalismo). A través de la reconceptualización del trabajo como "profesión" y de la teoría de la predestinación (sólo en el éxito terrenal podemos encontrar signos de nuestra salvación), se genera una subjetividad que pone en el centro de la vida el dinero y el enriquecimiento, que aspira a la "racionalización" de la existencia entera (la relación con el tiempo, el cuerpo, el honor, la educación de los hijos), que condena la pobreza como el peor de los males  ("elegir la pobreza es como elegir la enfermedad").

El trazo localizado por Max Weber nos indica algo, en América Latina donde practicamos el análisis lo hacemos en la vivencia fuerte de un catolicismo basado en el ternario de Dios Padre, Espíritu Santo e Hijo, lo cual genera algunas condiciones no equiparables con la cultura de la ética protestante y al mismo tiempo ese Norte – la cultura protestante en los EEUU- no deja de aparecer en el Sur donde habitamos, lo uno no carece de lo otro.  Esta subjetividad no es un "reflejo automático" de la objetividad económica, sino un elemento decisivo de la "cultura capitalista" sin la cual sencillamente no hay capitalismo[6]. Nuestras sociedades católicas no por eso dejaron fuera al capitalismo donde vivimos, sociedades en que se ejerce el análisis. El capitalismo requiere, para poder constituirse, que se rompan los lazos con la naturaleza. Necesita, por ejemplo del  supermercado: un lugar del goce masturbatorio de encontrar “autoservicio”, esto implica que la naturaleza nos resulte ajena. Se rompió la relación natural, eso tiene efectos en la vida de cada uno de nosotros. Ninguna de nuestras vidas es natural. Por eso, el primer capitalismo no le interesaba el siervo, porque el siervo estaba atado a la tierra y si el siervo está atado a la tierra no sirve para el capitalismo. El capitalismo nos necesita  atados a la venta de  la fuerza de trabajo. Y para que haya fuerza de trabajo hay que reproducirla, entonces están los hombres que trabajan y las mujeres que la reproducen. El capitalismo aparece muy interesado por la cuestión de la sexualidad, porque la sexualidad les va a garantizar la reproducción de la fuerza de trabajo.
El  capitalismo financiero actual,  la sociedad donde vivimos y donde transcurre una experiencia de análisis, no requiere de esta diferencia. La ciencia dio lugar a formas de reproducir la vida humana sin participación de la pareja humana. Se desvanece el horizonte que fue   la escritura del complejo de Edipo, dejaron de operar, los nombres del padre. Lacan al pasar dice “que se elige el sexo”, es raro, lo dice  solo una sola vez, ese decir desarma una tradición analítica: la anatomía es destino (Freud, 1924). Si los humanos eligen el sexo, automáticamente todos los que creemos que vivimos nuestro sexo natural comenzamos a tener interrogantes sobre  nuestro “ser natural”, ya no es tan natural lo que vivimos. Cuando alguien efectúa una operación de cambio de sexo, de hombre a mujer, que queda modificada es la idea natural de que es una mujer.
Lacan en 1973-1974 dice que hay una manera no académica, no médica de pasar al lugar de analista. Baste con que alguien realice esa experiencia, eso modifica el discurso analítico y modifica lo que hasta ese momento se había entendido como analista.






[1] Esta escritura es el resultado, entre otras cuestiones, de una exposición oral efectuada en Querétaro, Querétaro, el 24 de septiembre del año 2014, la misma fue transcripta por Raquel Ribeiro a quien agradezco su gesto, su colaboración; luego conserve notas de una exposición efectuada en octubre del año 2016 en el coloquio de la elp “¿Despsicopatologizar?”
[2] Cfr.: Alberto Sladogna,  Presidente Schreber: “LA” teoría una in-g-erencia divina , en artefactos,4, otoño, 2013 Lacan leía el texto de Schreber en alemán: Denkwürdigkeiten eines Nervenkranken [ Memorias de mi malestar nervioso, hay varias versiones en castellano, una de ellas en Sexto piso Editores, México, DF]
[3] Ver, Alberto Sladogna, Presidente Schreber: “LA” teoría una in-g-erencia divina, en artefactos  4, 2013
[4] José Attal, La no –excomunión de Jacques Lacan. Cuando el psicoanálisis perdió a Spinoza, 2012
[5] José Attal., op.cit, seguiremos sus despliegues respecto al seminario oral de Jacques Lacan  de 1964, Los fundamentos del psicoanálisis.
[6]  Amador Fernández Savater en Una vida que se basta a sí misma: la revancha de los "valores del sur" en http://www.eldiario.es/interferencias/capitalismo-crisis-revolucion_cultural_6_660094029.html.

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