La apropiación del dormir y su producto el soñar
El presente texto es un breve reportaje a Jonathan Crary que escribio un texto extraño, una pesadilla y también la puesta en cuestión de un horizonte es posible cambiar algo de nuestras vidas a pesar de los intentos de control. Señalo un aspecto el psicoanálisis surgió a partir de una obra pionera y audaz de Sigmund Freud La interpretación de los sueños (1899-1900), hoy el autor nos informa de una operación que afecta a la actividad del dormir y que tiene consecuencias sobre el sueño. Conviene recordar que el desliz (l'unbévue) -una nueva forma del llamado "inconsciente" propuesta por J. Lacan en 1976/1977- ese desliz implica una actividad que no requiere del estado del dormir para hacer presentes cuestiones de la subjetividad, claro de la subjetividad de la actual sociedad del capitalismo financiero y antropófago -sistema en que todo lo que puede producir plusvalía lo devora.(Alberto Sladogna)
El Capital ya se cobra nuestro
sueño
Entrevista con Jonathan Crary,
acaddémico estadounidense, sostiene que el capitalismo ha inaugurado una etapa
de producción y consumo sin límite, que lleva a la humanidad a la privación del
sueño. Jonathan Crary, viene a confirmar las sospechas de un mundo que ha hecho
del día una condena de 24 horas.
Poderosas radiografías del dinero
Para ser honesto, no dormí bien
anoche”, dice un tanto desvelado –mientras nos escribe– Jonathan Crary autor de
un libro que quita el sueño. Literalmente. Y no deja dormir porque viene a
confirmar las sospechas de un mundo que ha hecho del día una condena de 24
horas. El libro de Crary se llama así 24/7 (Paidós). Y lleva por
subtítulo: El capitalismo tardío y el fin del sueño . Es decir, las 24
horas, los siete días de la semana. Siempre abierto y en funcionamiento. Full
time. “Nuestro sistema económico global
actual depende de los mercados ‘24/7’ y la producción y consumo sin pausa. Esto
es totalmente incompatible con la inactividad, la improductividad, el tiempo
muerto del sueño, y eso genera un antagonismo continuo entre estas necesidades”,
dice Crary mezclando resignación y condena.
El mundo parece haberse
convertido en una gran Las Vegas –por una parte– con el neón encendido ad
infinitum y en una Osaka –por otra– donde las fábricas no descansan y pueden
ser visitadas por los turistas de día, para ver el despliegue tecnológico; y de
noche, para ver el espectáculo de la maquinaria futurista iluminada. El
capitalismo lo quiso así: basta de dormir, sólo hay que producir y consumir.
Esto es –en palabras de Crary– un mundo sin sombras, iluminado por siempre, espejismo
capitalista de la poshistoria, del exorcismo de la otredad, que es motor del
cambio histórico.
Crary tomó nota de algunos hechos
inquietantes. A saber: estudios sobre la actividad del gorrión “de corona
blanca” que vuela siete días seguidos del norte al sur de los Estados Unidos,
¿cómo lo hacen? Las experimentaciones del gobierno con sus propios soldados en
Irak probando drogas para no dormir por una semana. Las torturas practicadas
por oficiales y parapoliciales con los acusados de terrorismo han incluido el
no dejar dormir, recurso ya utilizado por Stalin hacia 1930. Concluyó que la
obsesión por mantenerse despierto preocupa al hombre de hoy y que se ha
convertido en un consumidor que ya no duerme y que se mantiene vivo con la luz
de las pantallas. En su libro, Crary define: “La temporalidad es un tiempo de indiferencia, en el cual la fragilidad
de la vida humana es cada vez más inadecuada y el sueño no es necesario ni
inevitable. En relación con el trabajo propone como posible e, incluso, normal,
la idea de trabajar sin pausa, sin límites”.
Siempre hay pioneros. El
capitalismo trabaja a ensayo y error. “Primero
debemos mirar en el siglo XVIII –nos advierte Crary desde Columbia– cuando se
construyeron los primeros molinos textiles con el objetivo de que trabajaran
las 24 horas del día. Esto fue un cambio temprano en las temporalidades del
universo agrario, conformado por los ciclos naturales del día y la noche según
las estaciones del año, las cuales fueron parte de la cultura milenaria. En el
siglo XIX, los sistemas modernos de circulación y flujo, ferrocarriles y líneas
telegráficas, fueron construidos para facilitar lo que Marx llamó la
‘continuidad constante’ del crecimiento económico y la acumulación. Ahora en el
siglo XXI este principio de circulación incesante y actividad se encuentra casi
en todas partes. Pero lo que es nuevo en los últimos 15 años es la demanda de
que los seres humanos remodelen sus vidas para conformar esta continuidad para
no interrumpir el funcionamiento de los mercados y otros sistemas. Obviamente
esta fase coincide con el neoliberalismo y el fin de las formas de capitalismo
regulado o mitigado. Hay una clase de biodesregulación que sostiene que el
tiempo de descanso humano, salud o el estar bien es algo demasiado caro para
ser posible dentro de la economía global. ‘24/7’ denota una constelación de
procesos muy poderosos en nuestro mundo contemporáneo caracterizado por una
producción sin fin, acumulación, consumo, comunicación, juegos o lo que sea. Se
trata de la casi imposibilidad de inactividad o de estar desconectado. ‘24/7’
es un tiempo homogéneo sin intervalos de quietud, silencio o tiempo para
descansar, reposar. Hay una exposición permanente, un mundo iluminado donde
nada puede quedar escondido o ‘privado’. Es la monetización implacable de cada
intervalo posible de tiempo o cada relación social concebible, de hacer cada
cosa de nuestras vidas convertible a valores del mercado.
–Se busca a través del laboratorio
que no durmamos más…
–En el libro, discuto con las
investigaciones de neurocientíficos, financiado por los fuerzas armadas de
EE.UU. para desarrollar técnicas que permitirían a los soldados estar
despiertos por una semana o más. Es razonable asumir que no hay resultados
efectivos aquí en la forma de productos farmacéuticos que podrían ser
consumidos por trabajadores, estudiantes, gamers, etc. No puedo evaluar los
beneficios relativos o los peligros de reducir artificialmente la necesidad de
dormir. Pero sí se ha hecho para permitir a las personas comprar y trabajar
más, no puedo ver cómo eso sería algo bueno, excepto para quienes se benefician
de ella. Sospecho, por el contrario, que el sueño es un ejemplo crucial de un
elemento de la vida humana “esencial” que no volverá a ser reinventada o
mercantilizada. Tengo cierto optimismo: hay un intervalo significativo de
tiempo humano que es invencible por las fuerzas financieras y del control.
Puede ser herido o afectado, como yo muestro, pero por supuesto nunca
eliminado. El punto es concentrarse en espacios que necesitan defenderse de
esas fuerzas como el medio ambiente...
–Menciona el medio ambiente, ¿qué
características exhibe esta fase capitalista con la naturaleza?
–Una de las características de
nuestro mundo neoliberal es la irrelevancia de la noción de preservación. Si
hay recursos que pueden ser extraídos o explotados, deben ser extraídos o
explotados. Hay una orgía de saqueo y acumulación a través del fracking,
minería de carbón, agricultura industrial, refinería de minerales tóxicos,
contaminación de mares y ríos. La lógica de esto requiere que se trabaje todo
el día, sin tiempo para la regeneración de ecosistemas y medio ambiente. Y esto
también acelera el calentamiento global. Creemos que hemos entrado en una nueva
era de mundos virtuales y desmaterializados pero lo que mueve al capitalismo
del siglo XXI es el saqueo de materias primas. En todas partes vemos la
intensificación de la extracción de recursos, el despojo de la tierra y el agua
y también de las formas políticas de control y poder militar necesarios para
cumplir la misión. Los dispositivos digitales del “24/7” no existen sin la
expropiación destructiva de la salud mineral del Sur global.
–¿Cuáles son las alternativas
posibles, cómo se ejerce la resistencia?
–Este capitalismo es mucho más
devastador para los que se encuentran en el Sur global, hay luchas en el mundo
que podrían bien demandar formas de confrontación directa. Una forma efectiva
de resistencia sería inventar nuevas formas de vivir, pero antes debe haber un
replanteo radical de cuáles son nuestras necesidades, nuestros propios deseos.
Significa detener absolutamente de comprar lo que nos dicen que necesitamos;
rechazar el rol de consumidores en masa. Significa rechazar la cultura
multimillonaria, la toxicidad de todas las imágenes y fantasías de riquezas de
las que estamos rodeados. Para los que tenemos chicos, significa abandonar todo
las expectativas imposibles y desesperadas que les imponemos para el éxito
profesional y financiero individual y, en lugar de ello, proporcionarles visiones
de un futuro vivible en común. Pero esto es sólo el comienzo, sólo algo
preliminar a las tareas políticas más grandes. Si no podemos hacer esto que es
básico y claro, entonces elegimos seguir siendo parte del problema.
–¿Qué pasó con la vida cotidiana,
dónde quedó, cómo se transformó?
–Estoy totalmente en desacuerdo
con quienes sostienen que el núcleo de la vida cotidiana ha sido fácilmente
relocalizado en Internet y las redes sociales. El lugar de las rutinas, los
aburrimientos y hábitos es donde uno sigue siendo público y anónimo. En el
corazón de la vida cotidiana todos los días hay algo fugitivo y no capturable,
lo cual las redes sociales eliminan completamente. Así es difícil para mí
entender cómo la vida cotidiana tiene conexión con el tiempo empleado en cada
gesto o click que es grabado, archivado, analizado con el objetivo de
predeterminar el futuro de las cosas y los deseos de uno. Déjeme agregar que
las temporalidades de “24/7” corroen el tejido de la vida social y sociedad
civil. “24/7” posiciona el engaño del tiempo sin espera, de una instantaneidad
bajo demanda, de conseguir y tener lo que se quiere al tiempo que se está
aislado físicamente de los otros y de algún sentido de responsabilidad que
puede estar implicado. “24/7” también socava la paciencia individual para
escuchar a los otros y esperar el turno para hablar. El problema de esperar,
tomar turnos está atado a lo irreconciliable del capitalismo “24/7” con algún
comportamiento social que envuelve el compartir, la reciprocidad o la cooperación.
–La conexión permanente es clave
para el “24/7”...
–Los medios y las corporaciones
nos dicen que deberíamos estar conectados todo el tiempo. Pero las conexiones
en las redes hablan menos de las relaciones entre personas que el uso
compulsivo de servicios de comunicación donde los lazos humanos son reducidos a
operaciones repetitivas y homogéneas, manejadas por incitaciones a la auto
promoción y el auto marketing. La conectividad deviene fantasmal y vacante
–donde la gestión de los amigos de uno no es diferente de la gestión de la
propia cuenta bancaria. Una desfiguración del lenguaje es lo que ocurre con la
palabra “compartir”. Está siendo reducida a la exhibición de identidades
digitales sonrientes que creamos para nosotros mismos fuera de fórmulas prefabricadas
y contenido monetizado, todo lo cual desactiva la autoconciencia necesitada
para el compartir actual o el cuidado de los otros. Y, claro, somos inducidos
hacia los beneficios de los análisis de consumo “24/7” que monitorean nuestras
vidas más de cerca que las agencias de seguridad como la NSA o las policiales.
Alberto, agradezco haber compartido este importante material para pensar juntos, y para hacer cosas con él... Visibilización de esas nuevas formas del bíopoder de concretarse... ¿Queremos anudarnos dócilmente a él? Saludos cordiales. María Gutiérrez Zúñiga.
ResponderEliminarEn un estudio reciente que escuché en la radio, se comentaba que en la actualidad las personas duermen 40% menos que en el siglo pasado, lo cual afecta a su salud porque baja sus defensas y altera su estado de ánimo.
ResponderEliminarEn otra ocasión escuché a un señor que en una manifestación protestaba como el capitalismo acabó hace mucho con la jornada de trabajo de horas al llevar a las personas a trabajar doble o triple turno para que el dinero le ajustara. Y recientemente me inquietaba la actitud de alguien cercano que comentaba no tener dinero para apoyar a sus papás en el pago de un servicio médico; pero me sorprendía la gran cantidad de artículos tecnológicos y servicios de lujo comprados por ellos en las grandes tiendas o a través del internet.
Así parece; en este capitalismo los sueños, la salud ...LA SUBJETIVIDAD, son un estorbo si no sirven a la producción y al consumo...