Dufour,Bichir, Amlo La máquina lingüística del sistema por Alberto Sladogna,psicoanalista,@sladogna

PRESENTACIÓN 

Ese es el sentido eterno del sacrificio, al que nadie puede resistir, salvo que se esté animado de esa fe tan difícil de mantener y que solo, quizás, un hombre supo formular de un modo plausible -a saber,  Spinoza,  con el Amor Intellectualis Dei. Jacques Lacan

Este es un breve texto donde Dany-Robert Dufour habla respecto de un tema actual: el totalitarismo del mercado neoliberal, expresión contemporanea del capitalismo.El sistema, la máquina dle lenguaje en economía, en la libido, en el deseo, en el amor, en el mercado.

¿Cómo se anuda ese tema con el psicoanálisis? ¿Cuál es el nudo que permite albergar en una página de psicoanálisis las posiciones, investigaciones y propuestas de Dany-Robert Dufour, un amigo, quien además de pedagogo es practicante de la filosofía y escritor de piezas de teatro? La respuesta es directa: en cada sociedad o Estado “nacional” habita un sistema impersonal,  un fantasma que es un nudo de articulaciones que funciona más allá de las voluntades que se le atribuyen.

 

El sistema social es consecuencia de la función y el campo del lenguaje inconsciente: sólo vivimos, sufrimos o disfrutamos de sus efectos, en particular, los efectos sobre los cuerpos. Los humanos atribuyen el movimiento del sistema a los designios de tal o cual persona o grupo que pretenden alcanzar un fin. El sistema social funciona, según los humanos, a imagen y semejanza de Dios quien tendría un plan ya determinado para nuestras vidas, incluido su fin, el fin de las vidas. Paradoja: los humanos que así viven –tendiendo a un fin-  atribuyen al sistema “su” cualidad o estilo de vida.
 

Carlos Marx en el Manifiesto Comunista hizo una precisión: Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Contra este fantasma se han conjurado en una santa jauría, todas las potencias de la vieja Europa, el papa y el zar, Metternich  y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes (Cfr.: en http://xurl.es/ftky3 )
 

Hoy, en el año 2012, se requiere cambiar esa precisión: el fantasma de un Otro “absoluto”, el mercado “totalitario”, un “todo poder” recorre la vida social, la vida de la cultura, la vida y despliegue del espíritu, eso que se llama “psique” o “inconsciente”  ¿La vida del espíritu? Si, pues hoy el mercado, el neoliberalismo –actual vanguardia del capitalismo en pleno despliegue- avanza en terrenos de la sexualidad, ha tomado en sus manos –manipula- el deseo. El mercado se hace cargo, a su manera y con su estilo, del amor y de la república amorosa.

Así lo revela Demián Bichir, un actor mexicano, candidato a recibir el premio de la Academia de Hollywood.Al ser entrevistado frente  al cúmulo de fraudes y las guerras sucias electorales vividas en México, ha solicitado se dé una oportunidad para AMLO – Andrés Manuel López Obrador, dirigente popular del Morena.

Esa solicitud requiere ser acompañada para no depreciarse sus alcances  por eso la interrogamos ¿Quién dará la oportunidad? ¿El voto, los grupos? Y que ocurriría si la oportunidad la “ofrece” el sistema ¿Sería rechazada? Habrá quienes se atrevan a firmar que si tal fuera el caso –“ofrecimiento” del sistema”- el candidato  habría negociado ¡Ja,ja,ja! Es increíble la fuerza del sentido común –el menos común de lo sentidos. Lacan revelaba  las energías de los humanos para dar vida o sostener con vida e incluso personificar en tal o cual persona o grupo la existencia de UN Otro ¿Existirá ese Otro? Hmmm…
 

Esa fuerza del sentido es resultado de la autopoiesis  del sistema (Maturana y Varela, 1973, cfr., en http://autopoiesis.cl/?a=69 ) El sistema social, el sistema del lenguaje inconsciente (Freud, Lacan), el sistema técnico, el sistema deseante son máquinas del lenguaje que se autogeneran, regeneran, que fallan, se corrigen y también pueden abolirse sin la necesaria intervención de una voluntad divina o popular o del padre espiritual o del líder de tal o cual movimiento, Verbigracia: el muro de Berlín cayó a consecuencia de un lapsus banal y pedestre. Si, el sistema opera con la banalidad del mal (Cfr.: Hannah Arendt en http://xurl.es/vjxa5 ).

Estos nudos de un sistema impersonal, una máquina del lenguaje son las líneas fuerzas  que permiten y nos solicitan dar a conocer este reportaje a Dany-Robert Dufuour, hombre de letras (par lettre, parlêtre). Conviene recordar que Dany escribió un texto que está a la espera de su paso al castellano: Los misterios de la Trinidad –Les mystères de la Trinité , 1990.
 

Este es el horizonte abierto, en ese horizonte –con o sin diferencias- compartimos con Dufour y transcribimos sus palabras, sus letras.
Alberto Sladogna, psicoanalista,@sladogna  

El liberalismo se plasma como un nuevo totalitarismo

 
Para Dufour, la fase última de los procesos “neo” o “ultra” liberales es totalitaria porque pretende gestionar al conjunto de las relaciones sociales. Es “la dictadura de los mercados” de la que nadie puede escapar.  (Reportaje efectuado en París, Francia, por Eduardo Febbro, publicado en el periódico Página12, Bs.As., Argentina, 4/02/2012)


-¿Cómo será el individuo que surgirá tras los cataclismos y las intervenciones globales del liberalismo?
 

El liberalismo, que se presentó como el salvador de la humanidad, terminó llevando al ser humano a un camino sin salida. Usted plantea su fin y se pregunta qué tipo de ser humano surgirá después del ultraliberalismo.
 

En el siglo pasado conocimos dos grandes caminos sin salida históricos: el nazismo y el estalinismo. De alguna manera y entre comillas, después de la Segunda Guerra Mundial fuimos liberados de esos dos caminos sin salida por el liberalismo. Pero esa liberación terminó siendo una nueva alienación. En sus formas actuales, es decir, ultra y neoliberal, el liberalismo se plasma como un nuevo totalitarismo porque pretende gestionar el conjunto de las relaciones sociales. Nada debe escapar a la dictadura de los mercados y ello convierte al liberalismo en un nuevo totalitarismo que sigue a los dos anteriores. Es entonces un nuevo camino sin salida histórico. El liberalismo hizo explotar al ser humano.

El historiador húngaro Karl Polanyi, en un libro publicado después de la Segunda Guerra Mundial, demostró cómo, antes, la economía estaba incluida en una serie de relaciones: las sociales, las políticas, las culturales, etc. Pero con la irrupción del liberalismo la economía salió de ese círculo de relaciones para convertirse en el ente que buscó dominar a todos los demás. De esta forma, todas las economías humanas caen bajo la ley liberal, es decir, la ley del provecho donde todo debe ser rentable, incluidas las actividades que antes no estaban bajo el mandato de lo rentable.


Por ejemplo, en este momento usted y yo estamos hablando pero no apuntamos hacia la rentabilidad, sino a producir sentido. En este momento estamos en una economía discursiva. Pero hoy, hasta la economía discursiva está sujeta al “quién gana más”.

Cada una de las economías humanas están bajo la misma lógica: la economía psíquica, la economía simbólica, la economía política, de allí el hundimiento de la política. Lo político sólo existe hoy para seguir lo económico. La crisis que atraviesa Europa muestra que cuanto más se profundiza la crisis, más la política deja la gestión en manos de la economía. La política abdicó ante la economía y ésta tomó el poder. Los circuitos económicos y financieros se apoderaron de la política. La crisis es, por consiguiente, general.
 

El título de su libro, El individuo que viene después del liberalismo, implica la doble idea de una fase triunfal y de un fin del liberalismo.

Paradójicamente, en el momento de su triunfo absoluto el liberalismo da signos de cansancio. Nos damos cuenta de que nada funciona y le gente va tomando conciencia de esta fallo y tiene una reacción de incredulidad. Los mercados se propusieron como una suerte de remedio a todos los males. ¿Tiene usted un problema? Pues entonces acuda al Mercado y éste le aportará la riqueza absoluta y la solución de los problemas. Pero ahora nos damos cuenta de que el Mercado acarrea devastaciones.


Así vemos cómo ese remedio que debía aportarnos la riqueza infinita no trae sino miseria, pobreza, devastación. Desde luego, el capitalismo produce riqueza global pero pésimamente repartida. Sabemos que desde hace 20, 30 años las desigualdades han aumentado a través del planeta. La riqueza global del capitalismo despoja de sus derechos a millones de individuos: los derechos sociales, el derecho a la educación, a la salud, en suma, todos esos derechos conquistados con las luchas sociales están siendo tragados por el liberalismo. El liberalismo fue como una religión llena de promesas. Nos prometió la riqueza infinita gracia a su operador, el Divino Mercado. Pero no cumplió.


-En su crítica filosófica al liberalismo usted pone de relieve uno de los estragos principales que causó el pensamiento liberal: los individuos están sumidos a los objetos, no a los semejantes, al otro. La relación en si, la sensualidad, fue reemplazada por el objeto.
 

Las relaciones entre los individuos pasan al segundo plano. El primero lo ocupa la relación con el objeto. Esa es la lógica del mercado: el mercado puede a cada momento agitar ante nosotros el objeto capaz de satisfacer todos nuestros apetitos. Puede ser un objeto manufacturado, un servicio y hasta un fantasma a medida construido por las industrias culturales. Estamos en un sistema de relaciones que privilegia el objeto antes que el sujeto. Esto crea una nueva alienación, una suerte de modalidad adictiva con los objetos. Este nuevo totalitarismo que es el liberalismo pone en manos de los individuos los elementos para que se opriman a sí mismos a través de los objetos. El liberalismo nos deja la libertad de alienarnos nosotros mismos.
 

–Usted sitúa el principio de la crisis en los años ’80 a través de la restauración de lo que usted llama el relato de Adam Smith. Usted cita una de sus frases más espantosas: para esclavizar a un hombre hay que dirigirse a su egoísmo y no a su humanidad. 
Adam Smith remonta al siglo XVIII y su moral egoísta se expandió un siglo y medio después con la globalización del mercado en el mundo. De hecho, Smith tardó tanto porque hubo otro mensaje paralelo, otro Siglo de las Luces, que fue el del trascendentalismo alemán. Al contrario de las Luces de Smith, las alemanas proponían la regulación moral, la regulación trascendental. Esta regulación podía manifestarse en la vida práctica a través de la construcción de formas como las del Estado a fin de regular los intereses privados.
 

A partir del Siglo de las Luces hay dos fuerzas que se manifiestan: Adam Smith y Kant. Estos dos campos filosóficos coexistieron de manera conflictiva a lo largo de la modernidad, es decir, a través de dos siglos. Pero en un momento el trascendentalismo alemán se hundió y le dejó el lugar al liberalismo inglés, el cual adquirió una forma ultraliberal. Se puede fechar ese fenómeno a partir del principio de los años ‘80.
 

Hay incluso una marca histórica que remonta al momento en que Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thatcher en Gran Bretaña llegan al poder e instalan la libertad económica sin regulación. Esa ausencia de regulación destruyó inmediatamente las convenciones sociales, es decir, los pactos entre individuos.

–De allí proviene la trilogía “producir, consumir, enriquecerse”. Usted llama a esa trilogía la pleonexía.


El término de pleonexía* lo encontré en La República de Platón y quiere decir “siempre tener más”. La República griega, la Polis, se construyó sobre la prohibición de la pleonexía. Puede decirse entonces que, hasta el siglo XVIII, toda una parte de Occidente funcionó en base a esa prohibición y se liberó de ella en los años ’80. A partir de allí se liberó la avidez mundial, la avidez de los mercados, la avidez de los banqueros.


Recuerde el discurso que pronunció Alan Greenspan (ex presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos) ante la Comisión norteamericana después de la crisis de 2008. Greenspan dijo: “Pensaba que la avidez de los banqueros era la mejor regulación posible. Me doy cuenta de que eso no funciona más y no sé por qué”. Greenspan confesó de esa manera que lo que guía las cosas es la liberación de la pleonexía. Y ya vemos ahora adónde conduce.


[*Pleonexia: palabra del griego πλεονεξία (pleonexia), que significa "codicia" o "avaricia". El vocablo πλεονεξία está compuesta de: πλέον (pleon) grado comparativo neutro del adjetivo πολύς (polis, mucho), εξ (ex) del verbo ἒχω (ejo, tengo), y el sufijo ια (-ía, utilizado en griego para formar sustantivos o adjetivos femeninos).Nota de AS]


–Llegamos ahora al después, al hipotético ser humano del después del liberalismo. Usted lo ve bajo los rasgos de un individuo simpático. ¿Qué sentido tiene el término simpático en este contexto?


Nadie es bueno al nacer como lo pensaba Rousseau, ni tampoco malo como lo pensaba Hobbes. Lo que podemos hacer es ayudar a la gente a ser simpática, es decir, a no pensar sólo en sí misma y a pensar que para vivir con el prójimo hay que contar con él. El otro está en mí, las imágenes de los otros están en mí y me constituyen como sujeto. La idea misma de un individuo egoísta es un sinsentido porque esto obliga a que nos olvidemos de que el individuo está constituido por partes del otro. 


Y cuando hablo de un individuo simpático no empleo el término en su acepción más común, digamos alguien simplemente simpático. No. Se trata del sentido que tenía la palabra en el siglo XVIII, donde la simpatía era la presencia del otro en mí. Necesito entonces la presencia del otro en mí y el otro necesita mi presencia en él para que podamos constituir un espacio donde cada uno sea un individuo abierto al otro. Yo cuido del otro como el otro cuida de mí. Eso es un individuo simpático.
 

–Vamos con la simpatía, pero sobre qué bases se construye el individuo que viene después del liberalismo. ¿La razón, la religión, el deporte, el ocio, la solidaridad, otra idea del marcado?
 
En este libro hice un inventario sobre los relatos antiguos: el relato del logos, de la evasión del alma de los griegos, el relato sobre la consideración del otro en los monoteísmos. Me di cuenta de que en ambos relatos había cosas interesantes y también aterradoras. Por ejemplo, la opresión de las mujeres en el patriarcado monoteísta equivale a la opresión de la mitad de la humanidad ¿Acaso queremos repetir esa experiencia? No, por supuesto. Otro ejemplo: en el logos, para que haya una clase de hombres libres en la sociedad es preciso que haya una clase oprimida y esclavizada ¿Queremos repetir eso? No.
 

Refundar nuestra civilización luego de los tres caminos sin salida que fueron el nazismo, el estalinismo y el liberalismo requiere una refundación sobre bases sólidas. Por eso llevé a cabo el inventario, para ver qué podíamos recuperar y qué no, cuánto del pasado podía servirnos y cuánto no. La segunda consideración atañe a aquello que podría ayudar al individuo a ser simpático antes que egoísta. Para ello es preciso reconstruir un medio donde se pueda ser simpático y no egoísta. En este contexto, la idea de la reconstrucción de lo político, de una nueva forma del Estado que no esté dedicado a conservar los intereses económicos, sino a preservar los intereses colectivos, es central.
 

 –¿Cuál es entonces el gran Relato que podría salvarnos? 

Hemos dejado en el camino los grandes relatos de antes y creemos cada vez menos en el gran relato del mercado. Estamos a la espera de algo que una al individuo, es decir, un gran relato. Yo propongo el relato de un individuo que ha dejado de ser egoísta, que no sea tampoco el individuo colectivo del estalinismo, ni tampoco el individuo ahogado en la raza que se cree superior como en el nazismo y el fascismo. Se trata de un relato alternativo a todo esto, de un relato que persiste en el fondo de la civilización. Creo que el valor de civilización occidental radica en que puso el acento en la individuación, es decir, la idea de la creación de un individuo capaz de pensar y actuar por sí mismo.
 

No hay que olvidar la noción de individuo, sino reconstruirla. Contrariamente a lo que se dice, no creo que nuestras sociedades sean individualistas, no, nuestras sociedades son lamentablemente egoístas. Esto me hace pensar que al individuo como tal le queda mucho margen de existencia, que hay muchas cosas de él que no conocemos. Tenemos que hacer existir al individuo fuera de los valores del mercado.
 

El individuo del estalinismo fue disuelto en la masa del colectivismo, el individuo del nazismo y del fascismo fue disuelto en la raza, el individuo del liberalismo fue disuelto en el egoísmo. El individuo liberal es un esclavo de sus pasiones y sus pulsiones. Debemos elevarnos de este camino sin salida liberal para recrear un individuo abierto al otro, capaz de realizarse totalmente.
 

Hay textos filosóficos de Karl Marx que no soy muy conocidos y en los cuales Marx quería la realización total del individuo fuera de los circuitos mercantiles: en el amor, en la relación con los otros, en la amistad, en el arte [Subrayado por AS]. Poder crear lo máximo a partir de las disposiciones de cada uno. Tal vez habría que recuperar ese relato del Marx filósofo y olvidar el del Marx marxista.

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